¡°Buenas noches. Control de armas y drogas¡±: as¨ª es el blindaje policial contra el crimen organizado en Marbella
Interior ha reforzado la presencia de agentes en las calles de la localidad malague?a. EL PA?S acompa?a a las Unidades de Prevenci¨®n y Reacci¨®n durante una noche en Puerto Ban¨²s
Piernas tatuadas, cadena de oro en el cuello, reloj de lujo en la mu?eca. Un hombre de unos treinta a?os detiene su Volkswagen Golf de color gris y matr¨ªcula alemana. Baja despacio. Sobre el cap¨® deja unas llaves, su documentaci¨®n y un billete de cien euros. El copiloto imita sus gestos bajo la atenta mirada de cinco polic¨ªas. Uno de los agentes inspecciona el interior del veh¨ªculo. ¡°Hay seis o siete mil euros en efectivo¡±, afirma, mientras una compa?era comprueba identidades. Todo en orden, pueden seguir. Son las nueve y media de la noche y tres grupos de la Unidad de Prevenci¨®n y Reacci¨®n (UPR) de la Polic¨ªa Nacional realizan el primer control de su turno cerca de Puerto Ban¨²s, en Marbella (M¨¢laga, 150.725 habitantes), mientras otros tres lo hacen un poco m¨¢s all¨¢. Drogas, armas, fugitivos. Buscan cualquier relaci¨®n con el crimen organizado. EL PA?S ha acompa?ado a esta unidad en una jornada de trabajo en la lucha contra el narco.
¡°Vamos al l¨ªo¡±, hab¨ªa dicho el jefe del operativo durante la reuni¨®n, minutos antes de salir a la calle. El primer dispositivo est¨¢ ubicado en la rotonda de Playas del Duque, uno de los accesos a la avenida Jos¨¦ Ban¨²s, en el distrito marbell¨ª de Nueva Andaluc¨ªa. ¡°Es una mina, aqu¨ª se encuentra de todo¡±, cuenta otro de los polic¨ªas, sujetando un subfusil que intimida. Los 7.000 euros de esta vez son calderilla respecto a las cantidades que otras veces han encontrado. No es dif¨ªcil toparse con personas que llevan 40.000 euros en el bolsillo. Tambi¨¦n drogas, navajas, armas. Es una zona caliente de Marbella, a 200 metros de donde dos hombres dispararon hasta 15 veces sobre el restaurante La Sala el pasado 11 de marzo. Tambi¨¦n a 70 metros del local de cachimbas donde un joven de 20 a?os recibi¨® sendos impactos de bala pocos d¨ªas m¨¢s tarde.
Son dos de los cinco incidentes con armas de fuego registrados en la misma zona de la ciudad en solo dos meses. Cuatro de ellos est¨¢n resueltos, tras la detenci¨®n de 11 personas de distintas nacionalidades. Todos tienen un trasfondo com¨²n: el narcotr¨¢fico. La alarma social creada por esos tiroteos llev¨® al Ministerio del Interior a poner en marcha el denominado Plan Marbella, que incluye la llegada de unidades policiales desde otras provincias andaluzas para aumentar la presencia en las calles. Tambi¨¦n hay m¨¢s antidisturbios y m¨¢s investigadores.
Nunca ha habido en la ciudad tantos polic¨ªas como ahora (aunque Interior prefiere no detallar oficialmente a cu¨¢ntos ha desplegado). Los agentes consideran l¨®gica la alarma creada recientemente por las balas, pero recuerdan que la presencia de organizaciones criminales en la zona viene de lejos, que los ajustes de cuentas se suceden desde hace d¨¦cadas y que, aun as¨ª, la situaci¨®n dista mucho de la que viven lugares como Suecia, Dinamarca o Pa¨ªses Bajos, donde el crimen organizado deja cientos de muertos al a?o. En Marbella el pico de asesinatos vinculados al narco se produjo en 2018 y 2019 (12 muertes cada a?o). ¡°Marbella siempre llama m¨¢s la atenci¨®n que otros lugares. Y lo de ahora m¨¢s porque ha sido todo muy seguido¡±, explica un polic¨ªa, quien destaca, eso s¨ª, la mayor presencia de pistolas o subfusiles entre los narcos en los ¨²ltimos tiempos. A pesar de que la zona est¨¢ plagada de c¨¢maras, a las bandas les gusta operar en este entorno: pueden pavonearse de su lujo, controlar la mercanc¨ªa, establecer conexiones y vivir en el anonimato. Tambi¨¦n gastar dinero en efectivo de forma r¨¢pida y sencilla.
Efecto disuasorio
¡°Buenas noches. Control de armas y drogas. Pare el coche y d¨¦jeme su documentaci¨®n, por favor¡±, dice un polic¨ªa a tres hombres que circulan en un Audi RS. Bajan en ch¨¢ndal, calcetines blancos y chanclas. El conductor lleva gafas de sol, barba poblada y tatuajes en los brazos. Nada en la ri?onera, nada en el maletero, nada el salpicadero. La base de datos policial tampoco detecta alarma. Pueden seguir. Los polic¨ªas paran luego a un BMW negro con matr¨ªcula belga que huele a marihuana. Incautan varias peque?as bolsas y levantan acta de infracci¨®n. Buenas noches. Siga.
Pronto se acumula el trabajo. De un Audi sale un conductor enfadado. ¡°Tranquilito¡±, le dice un polic¨ªa. De un BMW bajan otras dos personas que parecen calcadas. ¡°No toquen el m¨®vil, prohibido¡±, a?ade otro agente. Muchos de los perfiles son similares: treinta?eros, extranjeros, tatuajes, ropa deportiva. Un Peugeot de matr¨ªcula francesa porta una placa falsa de la Guardia Civil, casi de juguete. Queda intervenida. ¡°No es delito llevarla, pero es habitual su uso en vuelcos [robos de droga entre bandas] o cosas as¨ª¡±, cuenta el jefe del operativo. Los datos de todos los que pasan por el dispositivo quedan en la base de datos.
Dar con fugados de la justicia en estos controles policiales es habitual. Otras veces las inspecciones sirven para investigaciones posteriores. La identificaci¨®n casual de Amir Mekky en un operativo parecido ayud¨® a resolver los dos asesinatos cometidos en 2018 por el llamado clan de los suecos que ¨¦l lideraba. ¡°Este es el entorno en el que se mueve el crimen organizado. Ya sea para tomar una copa aqu¨ª, ir de fiesta all¨¢ o acudir al gimnasio por las ma?anas. Sabemos d¨®nde est¨¢n. Tenemos que molestar, que vean que estamos, generar un efecto disuasorio¡±, indican los agentes, cuya labor se complementa con la de compa?eros de paisano desplegados tambi¨¦n en la zona.
¡°Herido de bala¡±
Los controles se establecen en segundos. Las furgonetas policiales se cruzan en la calzada, se despliegan conos y balizas en el suelo y un agente sostiene un cable repleto de pinchos para evitar cualquier fuga. Se realizan de forma aleatoria en lugares distintos. Ninguna noche es igual. Duran 20 o 30 minutos, despu¨¦s dejan de ser efectivos. ¡°Los malos se avisan unos a otros. Se dicen: ¡®Cuidado en tal sitio, que ah¨ª est¨¢n los botas largas¡¯, que es como nos conocen¡±, explica un agente de la UPR.
¡°Herido de bala en el hospital Costa del Sol¡±, se escucha en la emisora a las 23.15. Una furgoneta sale lanzada hacia el centro sanitario, ante la posibilidad de que quien haya disparado intente ir a rematar a la v¨ªctima. El herido, de 25 a?os, ha llegado por sus propios medios con el f¨¦mur roto tras recibir un balazo en Fuengirola. Ahora le est¨¢n operando. La investigaci¨®n queda en manos de las Unidades de Droga y Crimen Organizado (Udyco).
¡°Todo ayuda, hay que meter presi¨®n¡±, dice un agente con larga experiencia. ¡°Pero deber¨ªa ir acompa?ado de un esfuerzo judicial¡±, incide otro, que ve necesario crear juzgados especializados en crimen organizado, algo que reclama tambi¨¦n el fiscal especial Antidroga de Marbella, Carlos Tejada. ¡°Al final, el sistema beneficia a los criminales¡±, lamenta el agente, y destaca que en ocasiones ¡°todo el esfuerzo se va a la papelera¡±. Casos como el de la reciente descoordinaci¨®n entre la Audiencia Provincial de M¨¢laga y la Audiencia Nacional, que facilit¨® en abril la fuga de Karim Bouyakhrichan, capo de la mocromafia, afectan a la moral de los agentes.
La recta final de la noche se encara con una caminata por el interior de Puerto Ban¨²s. Los bares est¨¢n a reventar de turistas. Hoy no es el objetivo, pero hay noches que identifican a todos los clientes de un pub, 200 o 300 personas, en busca de alg¨²n fugitivo o un delincuente con antecedentes. A las 00.37 los agentes establecen el ¨²ltimo control, esta vez en la avenida Julio Iglesias. Un haitiano lleva tres bombonas de gas de la risa y mil euros en efectivo. Un joven sueco porta dos carn¨¦s de identidad. Alguien fuma hach¨ªs en otro veh¨ªculo. Rutina. ¡°Para base¡±, ordena el jefe del operativo a las 00.59. Un cuarto de hora despu¨¦s, tres furgonetas de la UPR est¨¢n ya aparcadas en comisar¨ªa y otras tres permanecen en la calle. Es la hora del papeleo: una decena de actas de infracci¨®n y cerca de un centenar de identificaciones. Ma?ana, m¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.