Los patriotas no madrugan
Y la gente sigui¨® en la calle Ferraz desayunando, pasando con el carro de la compra, empujando la silla de ruedas con el enfermo o sudando los ¡®leggings¡¯.
Si hacemos caso a los ciclos circadianos, esos que determinan que uno es b¨²ho o alondra, dependiendo de la hora a la que nos despertemos, podemos decir que el antisanchismo es m¨¢s bien lechuza. Porque solo un se?or aguantaba estoicamente una bandera de Espa?a a las diez de la ma?ana de este s¨¢bado, mientras escoltas (por sus pines los conocer¨¦is, el pu?o y la rosa o el escudo con la Corona), polic¨ªas nacionales y otras cuantas personas con la acreditaci¨®n al cuello pululaban por los alrededores de la calle de Ferraz. El d¨ªa anterior, como cada tarde desde hace m¨¢s de 300 d¨ªas, estaban los de siempre, rosario para salvar Espa?a y con uno de los ¨²ltimos cambios de repertorio: ¡°No son menores, son invasores¡±. El se?or, con sombrero de paja (en un homenaje involuntario a Puigdemont) y situado entre dos furgones policiales, llevaba escrito en la rojigualda: ¡°S¨¢nchez, a ver si te enteras, est¨¢ hasta los cojones de ti Espa?a entera¡±.
De la calle de Buen Suceso y de la manzana vecina de la sede socialista, emerg¨ªan las federaciones regionales, pareciendo aquello un desfile de boy bands. Juan Lobato, sonriente y con la camisa aun oliendo a agua de plancha, resumi¨® todo lo suyo con un escueto: ¡°Entretenido¡±. Lleg¨® Luis Tudanca y los suyos, Mar¨ªa Chivite y los propios, y lleg¨® Emiliano Garc¨ªa Page, que tiene tantas ganas de hablar que se marc¨® declaraciones casi a las puertas del conservatorio de m¨²sica Adolfo Salazar. Se nota, se siente, Page presidente.
En la esquina, en la cafeter¨ªa El 31, desayunaban tres veintea?eros. Uno con una sudadera de la Legi¨®n y un pseudo mullet por corte de pelo. Su colega consider¨®, y as¨ª se lo dijo, que su atuendo era el se?uelo perfecto para los medios: ¡°?Ya ver¨¢s c¨®mo vienen a entrevistarte por lo de la Legi¨®n!¡±. A las 10.57, tras bromear sobre Lamborghinis y cuando a¨²n Pedro S¨¢nchez no hab¨ªa tomado la palabra, y ning¨²n micr¨®fono se ha acercado a preguntarles, se levantaron y se fueron.
De todos los presentes y no por voluntad propia, tres polic¨ªas nacionales deber¨ªan hoy cobrar mucho m¨¢s que el resto. Estaban vigilando, claro, pero tambi¨¦n les ha tocado hacer terapia. Concretamente con el se?or antisanchista y alondra que madrug¨® por un motivo de peso. ¡°He venido a lanzar un mensaje, no a ver p¨¢jaros¡±, respond¨ªa a los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que le invitaron amablemente a que se alejara de la zona en la que ellos estaban trabajando.
Pasado un buen rato ¨Dest¨¢bamos a punto de escuchar al S¨¢nchez de la camisa vaquera decir lo de la oposici¨®n destructiva y que tenemos que ser optimistas¨D el hombre segu¨ªa insistiendo en no marcharse. Gritaba respeto, democracia, y viendo que no consegu¨ªa convencerles, les espet¨®: ¡°Les dan ¨®rdenes una panda de payasos¡±. A las 11:02, despu¨¦s de una conversaci¨®n que a todos se les debi¨® hacer larga, el se?or se march¨® tras un apret¨®n de manos y un coro de sonrisas con los agentes.
Y la gente sigui¨® desayunando, pasando con el carro de la compra, empujando la silla de ruedas con el enfermo, sudando los leggings... y no pas¨® nada. Y volvi¨® el se?or, casi a la una. Y esta vez recurri¨® a sus manos como altavoz y dijo que ¨¦l estaba ah¨ª para dar un mensaje. Porque se siente ¡°vilipendiado¡± cuando se refieren a Pedro S¨¢nchez como el puto amo, y que exigi¨® disculpas. Los polic¨ªas ¡ªno se sabe si los mismos que antes¡ª esta vez no vinieron a animarle. Estaba otro se?or, que se puso a aplaudir con ganas. Y se escuch¨® un solitario, pero en¨¦rgico: ¡°Viva Espa?a¡±. Las mujeres ya no lloran, y los patriotas no madrugan.
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