Dos a?os, tres meses y ni un minuto de tregua para el fiscal del Estado
La derecha desat¨® contra Garc¨ªa Ortiz, antes incluso de que tomara posesi¨®n, una campa?a sin precedentes y plagada de bulos
¡°Complicidad y colaboraci¨®n con ETA¡±. El diputado del PP Luis Santamar¨ªa no se qued¨® corto en sus acusaciones a ?lvaro Garc¨ªa Ortiz, que aquella calurosa ma?ana del 28 de julio de 2022 hab¨ªa acudido al Congreso a pasar el preceptivo examen antes de tomar posesi¨®n como fiscal general del Estado. Medios conservadores estaban publicando que el hasta entonces n¨²mero dos de la Fiscal¨ªa hab¨ªa ordenado declarar prescrito el asesinato de Miguel ?ngel Blanco...
¡°Complicidad y colaboraci¨®n con ETA¡±. El diputado del PP Luis Santamar¨ªa no se qued¨® corto en sus acusaciones a ?lvaro Garc¨ªa Ortiz, que aquella calurosa ma?ana del 28 de julio de 2022 hab¨ªa acudido al Congreso a pasar el preceptivo examen antes de tomar posesi¨®n como fiscal general del Estado. Medios conservadores estaban publicando que el hasta entonces n¨²mero dos de la Fiscal¨ªa hab¨ªa ordenado declarar prescrito el asesinato de Miguel ?ngel Blanco. El fiscal del caso en la Audiencia Nacional, Jes¨²s Alonso, de la conservadora Asociaci¨®n de Fiscales (AF), ya hab¨ªa publicado una nota negando haber recibido ¡°ning¨²n tipo de directrices¡±. Pero las grandes cabeceras de la derecha madrile?a segu¨ªan martilleando. Y el diputado Santamar¨ªa estaba all¨ª para repartir le?a: el nuevo fiscal del Estado colaboraba con ETA.
Varios bulos de este calibre, alentados por la derecha en sus diferentes avatares ¨Cjudicial, pol¨ªtico y medi¨¢tico¨C circularon aquel verano de 2022 para desacreditar a Garc¨ªa Ortiz antes incluso de prometer el cargo. Han pasado desde entonces dos a?os y casi tres meses en los que el m¨¢ximo representante del Ministerio P¨²blico no ha disfrutado de apenas un minuto de tregua hasta acabar encausado por el Supremo. El alto tribunal le hab¨ªa propinado antes otros dos revolcones para frenar sus intentos de otorgar un puesto a su antecesora en el cargo, Dolores Delgado. Ya fuese por esas decisiones anuladas o por nuevas fabulaciones sobre conjuras nunca probadas ¨Ccon ETA o el independentismo catal¨¢n como argumentos recurrentes¨C, el bombardeo contra el jefe de los fiscales ha sido incesante. Otra pieza m¨¢s del brutal combate pol¨ªtico-medi¨¢tico instalado en Madrid.
El pecado original de Garc¨ªa Ortiz era su condici¨®n de n¨²mero dos de Delgado, que aterriz¨® en la Fiscal¨ªa del Estado en febrero de 2020 con un muy cuestionado salto desde el Ministerio de Justicia. A diferencia de ella, su trayectoria arrojaba un perfil exclusivamente profesional. Hab¨ªa sido el m¨¢s votado entre sus compa?eros de toda Espa?a en unas elecciones al Consejo Fiscal en 2018, pese a concurrir por la minoritaria Uni¨®n Progresista (UPF), de la que fue presidente y donde trab¨® amistad con Delgado antes de que esta lo llamara a Madrid. Nacido en Lumbrales (Salamanca) hace 56 a?os, su carrera, iniciada en 1998, transcurri¨® en su mayor parte en Galicia como fiscal jefe de medio ambiente sin verse enredado en controversias pol¨ªticas. Fue m¨¢s bien la izquierda quien lo critic¨® cuando en el juicio por el desastre del Prestige declin¨® acusar a ning¨²n representante del Gobierno del PP que lo hab¨ªa gestionado.
Hasta que en 2018 llev¨® la contraria a Alberto N¨²?ez Feij¨®o. El entonces presidente gallego hab¨ªa atribuido a la acci¨®n del ¡°terrorismo incendiario¡± una terrible oleada de fuegos forestales que puso en apuros a la Xunta. Garc¨ªa Ortiz siempre rechaz¨® las teor¨ªas sobre fantasmales organizaciones dedicadas a quemar el monte. Lo hab¨ªa hecho ya en 2007 para contradecir excusas parecidas a las de Feij¨®o por parte de un Gobierno de socialistas y nacionalistas. La Xunta del PP se lo tom¨® como casus belli. Meses despu¨¦s, lo denunci¨® ante sus superiores por apoyar una huelga de funcionarios de Justicia.
Esc¨¢ndalo por una mesa de expertos de 2019
El equipo de Feij¨®o, ya instalado en Madrid, pudo ajustar cuentas ese verano de 2022 en que el Gobierno eligi¨® a Garc¨ªa Ortiz para relevar a Delgado tras la dimisi¨®n de esta por razones de salud. La primera reacci¨®n del PP fue denunciar con gran esc¨¢ndalo que el fiscal hab¨ªa participado en diciembre de 2019 en lo que era descrito como un ¡°acto electoral¡± del PSOE gallego. Ese acto, celebrado siete meses antes de las elecciones auton¨®micas, hab¨ªa consistido en una mesa redonda de expertos independientes sobre incendios, dentro de unas jornadas organizadas por el PSdeG.
El fiscal acudi¨® en representaci¨®n de la UPF tras pedir permiso a la Fiscal¨ªa del Estado. Dirigentes del PP y medios afines lo convirtieron en un ¡°mitin electoral socialista¡±. Hasta acabar nutriendo uno de los argumentos centrales de los ocho vocales conservadores del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para cuestionar la imparcialidad de Garc¨ªa Ortiz e imponer, meses despu¨¦s, una declaraci¨®n negando el aval a su nombramiento. Como ahora con la investigaci¨®n del Supremo, era la primera vez que suced¨ªa en la historia democr¨¢tica. Hasta entonces, el CGPJ se hab¨ªa limitado a seguir la letra de la norma: simplemente validar que el candidato cumpl¨ªa los requisitos de ser un jurista de ¡°reconocido prestigio¡± con 15 a?os de trayectoria profesional.
La campa?a de aquel verano de 2022 se desliz¨® sobre un hervidero de bulos. Adem¨¢s de la ¡°colaboraci¨®n con ETA¡±, la gran estrella de las ma?anas de la Cope, Carlos Herrera, en una asombrosa tergiversaci¨®n de la realidad, clam¨® ante su audiencia (2,8 millones de oyentes en la ¨¦poca): ¡°Este nuevo fiscal es exactamente igual de sectario que la se?ora Delgado. Fue el t¨ªo que, cuando se hundi¨® el Prestige, quiso empurar a todo el PP (...). Esto suena a cabeza de caballo en la cama de Alberto N¨²?ez Feij¨®o¡±. Abc dedic¨® casi toda su portada a revelar que Garc¨ªa Ortiz se hab¨ªa reunido en secreto en un hotel de Madrid con un banquero andorrano que acusaba al Gobierno de Mariano Rajoy de chantajearlo para que le suministrase informaciones contra independentistas catalanes. Los dos implicados, que ni se conoc¨ªan, lo desmintieron rotundamente. El diario se neg¨® a publicar la rectificaci¨®n de Garc¨ªa Ortiz, que emprendi¨® acciones judiciales. Dos sentencias, de un juzgado y de la Audiencia de Madrid, han acreditado que la informaci¨®n era ¡°absolutamente falsa¡±. El peri¨®dico ha recurrido y sigue sin publicar la rectificaci¨®n. El pasado mi¨¦rcoles, Abc editorializaba: ¡°Garc¨ªa Ortiz, ni un minuto m¨¢s¡±.
La relaci¨®n con Delgado coloc¨® a Garc¨ªa Ortiz en el disparadero y est¨¢ en el origen de los dos grandes reveses que ha sufrido en su mandato hasta el caso del novio de Isabel D¨ªaz Ayuso. El Supremo anul¨® dos intentos de ascenso de su antecesora promovidos por ¨¦l, uno a la Sala Militar y otro a la de Memoria Democr¨¢tica del alto tribunal. En el primero de los casos lo acus¨® de haber incurrido en ¡°desviaci¨®n de poder¡±. Seg¨²n los cinco jueces del Supremo que dictaron sentencia por unanimidad, el fiscal del Estado se salt¨® el ¡°criterio del m¨¦rito¡± para ascender a Delgado. A ra¨ªz de ese fallo, el PP se querell¨® contra ¨¦l por prevaricaci¨®n, pero esta vez el Supremo lo archiv¨®. Los populares s¨ª lograron que lo reprobase en el Senado, como vienen haciendo con varios ministros en uso de su mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara alta. Otro hito sin precedentes.
Las fant¨¢sticas historias period¨ªsticas sobre turbias maquinaciones del fiscal nunca han cesado. Y con el PP haciendo el coro. Su acatamiento a la ley de amnist¨ªa elev¨® la bronca unos cuantos grados. Lo han acusado de ordenar a la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n que retrasase la querella por el caso Koldo hasta despu¨¦s de las elecciones generales (el jefe de esa rama del Ministerio P¨²blico, Alejandro Luz¨®n, lo desminti¨®: ¡°Es totalmente falso¡±); de imponer a un fiscal del Supremo un informe contrario a acusar de terrorismo a Carles Puigdemont (el interesado, ?lvaro Redondo, de la conservadora AF, lo neg¨® reiteradamente); de haber maniobrado para no implicar al l¨ªder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, en un secuestro de ETA (nunca se produjo tal cosa)... Siempre a la vanguardia, Federico Jim¨¦nez Losantos se refiere a ¨¦l en su programa radiof¨®nico y en sus columnas en El Mundo como Alvarone.
La campa?a de Miguel ?ngel Rodr¨ªguez
Y la pasada primavera, Garc¨ªa Ortiz se top¨® con Miguel ?ngel Rodr¨ªguez. Tras publicar eldiario.es el fraude fiscal del novio de Ayuso, el hombre para todo de la presidenta madrile?a puso en marcha una de sus bien conocidas campa?as de intoxicaci¨®n. La noche del 13 de marzo, envi¨® a varios periodistas un mensaje en el que aseguraba que la Fiscal¨ªa hab¨ªa ofrecido un acuerdo a la pareja de Ayuso, Alberto Gonz¨¢lez Amador, si este reconoc¨ªa haber cometido dos delitos, pero que el pacto se hab¨ªa frustrado ¡°por ¨®rdenes de arriba¡±. ¡°Todo sucio¡±, conclu¨ªa. Poco despu¨¦s, lo divulgaba urbi et orbi en la red social X. El Mundo se apresur¨® a publicar la supuesta oferta, incluyendo uno de los correos entre la Fiscal¨ªa y el abogado de Gonz¨¢lez Amador. Detr¨¢s fueron Libertad Digital, Vozp¨®puli y El Debate, quienes asumieron la tesis de que todo se hab¨ªa parado ¡°por ¨®rdenes de arriba¡±.
La realidad era justamente al rev¨¦s: fue el novio de Ayuso quien admiti¨® los delitos y solicit¨® el acuerdo. Garc¨ªa Ortiz dio ¨®rdenes de que as¨ª se hiciese saber para defender la actuaci¨®n de la Fiscal¨ªa. A partir de entonces, Ayuso y Rodr¨ªguez se lanzaron a por ¨¦l. Tras la denuncia contra el fiscal por revelaci¨®n de secretos, que ha culminado en la causa abierta en el Supremo, el jefe de gabinete de Ayuso dej¨® el 23 de abril en X un mensaje de aire amenazante: ¡°Tengo la sensaci¨®n de que el Fiscal General del Estado terminar¨¢ en la c¨¢rcel¡±. El pasado d¨ªa 7, un ansioso Rodr¨ªguez se anticipaba a anunciar la imputaci¨®n de Garc¨ªa Ortiz: ¡°Va pa?lante¡±. ?l y su jefa pudieron cantar victoria el pasado mi¨¦rcoles, con ese mismo grito de guerra: ¡°?Pa?lante!¡±. Y Rodr¨ªguez, envalentonado, redobla la patra?a: ¡°Si se demuestra que el fiscal general par¨® la operaci¨®n y se neg¨® al acuerdo, ?d¨®nde est¨¢ el bulo? Rep¨²blica bananera con B de Bego?a¡±.