Un d¨ªa de trabajo con la UME en la Valencia arrasada por la Dana: ¡°Llegaremos a todos los sitios tardemos lo que tardemos¡±
Los militares se coordinan con el resto de los servicios de emergencia y con los voluntarios, que cada vez llevan m¨¢s m¨¢quinas para ayudar a limpiar la zona. ¡°Hacemos de todo, y con todos, porque hay mucho que hacer¡±, explica un capit¨¢n.
La prioridad del d¨ªa es desatascar los desag¨¹es, limpiar las alcantarillas para que no generen un problema grave de salubridad, porque ya huele mal en todas partes. Y adem¨¢s, seguir haciendo lo de siempre desde que la Dana lo arras¨® todo en la noche del 29 de octubre: quitar el agua de los garajes, primero de aquellos en los que se sospecha que puede haber fallecidos, buscar a los desaparecidos, restablecer las v¨ªas de comunicaci¨®n entre las ciudades para que puedan llegar los suministros, limpiar las calles y quitar las ingentes cantidades de barro y lodo que hay por todas partes. Estamos con la Unidad Militar de Emergencias (UME) en Massanassa, un municipio de 10.000 habitantes a 14 kil¨®metros de Valencia, intentando entender c¨®mo se ordenan los trabajos de los servicios de emergencias que tratan de paliar un desastre de tal magnitud que desde fuera parece una tarea tit¨¢nica lograr restablecer la normalidad incluso de una sola avenida.
Los militares trabajan en turnos de 12 horas (o m¨¢s). Unos de d¨ªa y otros de noche. Los de la UME hacen los relevos entre las 8 y las 9, m¨¢s o menos. Se trata de que los trabajos no paren nunca, sobre todo las m¨¢quinas, que se avance las 24 horas del d¨ªa. El capit¨¢n de la UME Fernando Sanz, encargado de coordinar a los equipos de Alfalfar, Paiporta y Massanassa, en plena zona cero de la cat¨¢strofe, explica c¨®mo se organizan:
¡°Tenemos a 30 efectivos trabajando en Alfalfar, a 105 en Paiporta y a 85 aqu¨ª en Massanassa. Y m¨¢quinas para hacer el trabajo: volquetes, motobombas, autobombas de incendio forestal, electrobombas¡ Hay que achicar aguas y lodos, porque aqu¨ª las calles est¨¢n a¨²n llenas. Pero hacemos de todo y con todos, porque hay mucho por hacer. Mientras un equipo est¨¢ vaciando un garaje, si podemos ayudar a retirar muebles de la calle, lo hacemos. O sacar de su casa a alguien que se ha quedado atrapado en un piso alto. O colaborar con los voluntarios y con los bomberos en lo que haga falta. La prioridad de hoy son las alcantarillas... y todo lo dem¨¢s¡±.
La presencia de militares, polic¨ªa, guardia civil y bomberos es notable en este pueblo. Sobre todo, en los ¨²ltimos d¨ªas y en algunas calles. Pero no ocurre lo mismo en todos. Los vecinos de algunos municipios colindantes se quejan de que la ayuda militar no ha llegado a muchas calles m¨¢s de una semana despu¨¦s. En Massanassa, donde s¨ª han llegado, se aprecia un orden en este aparente l¨ªo de gente trabajando y movi¨¦ndose sin parar de un lado a otro.
Cada ma?ana se re¨²nen a primera hora la teniente de alcalde del municipio, un representante de la UME, otro de los bomberos, arquitectos e ingenieros municipales. Ah¨ª se fijan las prioridades del d¨ªa, se cuentan c¨®mo va avanzando todo, las urgencias que van surgiendo, si hay alguna llamada del 112 con la sospecha de que un desaparecido pueda estar en alg¨²n lugar concreto. No es la ¨²nica reuni¨®n de la jornada: a mediod¨ªa vuelven a verse.
El capit¨¢n fija las prioridades a los militares que tiene bajo su mando. Tienen claro d¨®nde y c¨®mo actuar cada d¨ªa, pero los equipos van tambi¨¦n reccionando sobre la marcha porque son los que est¨¢n sobre el terreno viendo lo que hace falta. La ¨²nica manera de enfrentarse a este inmenso lodazal es ir calle a calle viendo las necesidades de cada una en concreto y escuchando a los afectados.
Los vecinos van limpiando, cada uno, sus casas, con ayuda de amigos y del otros vecinos. Cuando uno considera que la suya est¨¢ m¨ªnimamente presentable, sigue trabajando de sol a sol en la de los dem¨¢s. Quitan agua y barro y sacan los enseres inservibles a la calle, que luego se tendr¨¢n que ir retirando. Impresiona ver la cantidad de camiones gigantescos que hay por las calles recogiendo escombros y que suelen ser de gente que ha cruzado el pa¨ªs para poner su veh¨ªculo a disposici¨®n de los afectados por la Dana.
?C¨®mo se organizan todos estos elementos juntos, los militares, los bomberos, los voluntarios? La gente llega con sus escobas, con sus palas, y pregunta qu¨¦ hay que hacer a cualquiera: a otro voluntario, a los vecinos, a la UME. De manera casi milagrosa, todos encuentran tarea. Otros van a ayudar con tractores, con maquinaria, desde cualquier punto de Espa?a. Si preguntan a alg¨²n militar, le suele encontrar faena. La clave, de nuevo, es fijarse en lo peque?o. Ante la tarea tit¨¢nica, parcelar y ponerse objetivos muy concretos. ¡°Si hay un cami¨®n sin nada que hacer y una calle llena de muebles por recoger, le decimos que ayude con eso¡±, explica Sanz. O, una vez que las m¨¢quinas han achicado el agua de una calle, por ejemplo, avisan a los voluntarios que est¨¢n cerca. De repente aparece una veintena de personas con escobas a rematar el trabajo de la UME y en unas horas, gracias al trabajo de todos, dejan la calle transitable.
Los vecinos de Massanassa, algunos de ellos muy enfadados con los pol¨ªticos por la gesti¨®n de la crisis, tienen sin embargo constantes muestras de gratitud hacia los militares. Hacia ellos, hacia los bomberos, los polic¨ªas, los guardias civiles¡ Se acercan para darles las gracias y les van acercando comida y bebida a lo largo del d¨ªa. Han compartido mucho dolor, sobre todo los primeros d¨ªas, cuando a¨²n sal¨ªan cuerpos sin vida de los garajes, de los ascensores. Algunos incluso han llorado juntos. ¡°Todos los equipos se est¨¢n volcando¡±, dice el capit¨¢n Sanz. ¡°Est¨¢n sin dormir, sin comer¡ ?c¨®mo nos vamos a quejar viendo lo que ha pasado?¡±.
Eso s¨ª, lo que repiten una y otra vez todos los afectados cada vez que ven a un periodista es que necesitan mucha m¨¢s ayuda, m¨¢s militares. ¡°Menos mal que han venido, porque yo ya no pod¨ªa m¨¢s¡±, dice Concepci¨®n Lozano, de 62 a?os, que vive en una zona del municipio vecino, Catarroja. ¡°Y la verdad es que no han parado en todo el d¨ªa. Se han portado incre¨ªblemente bien, no tengo palabras¡±. Un grupo de legionarios ha llegado hoy a su calle y, entre otro mill¨®n de cosas, la han ayudado a ella a acabar de sacar lodo y enseres enfangados de su casa. Su marido est¨¢ en el hospital por el efecto devastador de la Dana.
¡°Nosotros est¨¢bamos tranquilamente volviendo de hacer la compra en el supermercado cuando empez¨® la inundaci¨®n¡±, recuerda Concepci¨®n. ¡°Al principio hicimos lo normal, tratar de impedir que entrara el agua. Pero en cuesti¨®n de minutos entr¨® por una ventana y luego directamente arranc¨® la puerta con much¨ªsima violencia. Est¨¢bamos detr¨¢s, y a mi marido se le cay¨® parte encima. Luego, cuando ya ten¨ªamos literalmente el agua al cuello, conseguimos subir a un altillo y salvarnos. Pero ¨¦l ahora est¨¢ en el hospital con varias heridas infectadas y yo he tenido que enfrentarme a todo esto¡±. Como todos en estos pueblos arrasados, se emociona cada vez que recuerda a toda la gente desconocida que la ha ayudado. Y hace una petici¨®n final: por favor, lo que est¨¢ pasando aqu¨ª es mucho peor que lo que se puede ver en la tele. Necesitamos m¨¢s militares, que vengan ya, que no nos dejen solos. Piensen que nosotros nos vamos a la cama llorando, y aqu¨ª queda mucho, much¨ªsimo, por hacer. Lo hemos perdido todo¡±.
El equipo de legionarios que ha ayudado a Concepci¨®n est¨¢ bajo el mando del comandante Nacho Dacal. Es un equipo ligero que se dedica a limpiar calles, a ayudar a los vecinos cuando ya no dan m¨¢s de s¨ª. Cada d¨ªa acuden a una reuni¨®n en la que se fijan los objetivos y las calles en las que se va a trabajar. A partir de ah¨ª, como hac¨ªan los militares de la UME (bajo cuya coordinaci¨®n est¨¢ tambi¨¦n el Ej¨¦rcito de Tierra, del que depende la Legi¨®n) hacen de todo, colaborando con los vecinos y con los voluntarios. ¡°El personal civil voluntario no est¨¢ bajo nuestras ¨®rdenes, pero s¨ª desde luego presta una ayuda fundamental de manera informal¡±, explica Dacal. ¡°Toda ayuda es poca. Este nivel de devastaci¨®n es algo que no hemos vivido y que exige que nos coordinemos calle a calle, in situ, todos con todos. Hay que pensar que se trata de municipios de 10.000, 20.000, 30.000 personas. Son much¨ªsimos los afectados¡±.
Y, ante las dimensiones de esta cat¨¢strofe, ?no hacen falta m¨¢s militares, m¨¢s recursos para llegar a m¨¢s calles, a m¨¢s afectados? ¡°Yo lo que puedo decir a las familias es que llegaremos a todos los sitios¡±, responde Dacal. ¡°Tardemos lo que tardemos, no dejaremos tirado a nadie. Estaremos aqu¨ª el tiempo que haga falta. Para eso hemos venido¡±.
Llega la noche, y las m¨¢quinas siguen funcionando y chupando agua entre las calles oscuras y sin luz. Los garajes son otra tarea tit¨¢nica. Una semana despu¨¦s del desastre, a¨²n quedan muchos llenos de agua hasta la superficie, y vaciarlos no es tan f¨¢cil como parece. Se necesita una m¨¢quina potente, y mucho tiempo. El equipo de la UME de Massanassa lleva todo el d¨ªa con uno, pero va muy despacio, aunque los coches de la primera planta ya se ven. Un veh¨ªculo rojo y uno azul. Pero a¨²n les queda la segunda planta. Creen que no hab¨ªa nadie dentro, pero nadie se atreve a poner la mano en el fuego.
Los vecinos de enfrente miran muy atentamente la operaci¨®n. ¡°Sobre ese garaje estuvo durante cuatro horas un chico aterrorizado mientras pasaba la riada¡±, explican los vecinos de enfrente, que est¨¢n limpiando su casa. ¡°Como todo pas¨® tan r¨¢pido, en cuesti¨®n de minutos, le dijimos que no bajara, que se quedara ah¨ª, porque el agua se lo pod¨ªa llevar. Salv¨® la vida, pero fue horrible. El chico sali¨® en estado de shock. Un poco como estamos todos¡±. Una voluntaria pasa a dejarles la cena. Pasta con at¨²n y un guiso. Es el primer d¨ªa que van a cenar caliente desde que el agua les arras¨®.
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