La vida pendiente de un barranco: cientos de miles de valencianos viven en terrenos inundables
Desde hace 20 a?os existen herramientas que permiten calcular cu¨¢nta poblaci¨®n reside en zonas de riesgo, pero eso no ha ido acompa?ado de inversiones para mitigarlo
La casa de Diana Oliva y Sergio Morales tiene unas vistas de postal, la foto bonita de Chiva (Valencia). Cuando llega el verano, cenan al fresco en la azotea, desde donde pueden ver la c¨²pula de tejas de cer¨¢mica azul de la iglesia de San Juan Bautista, del siglo XVIII. Frente a la puerta pasa el barranco que parte en dos el municipio y que est¨¢ seco la mayor parte del a?o. Las veces que lleva agua, todos vienen a verlo y a hacerse fotos. Es una alegr¨ªa.
La vivienda era vieja, ten¨ªa ¡°ba?os de Cu¨¦ntame¡±, y sab¨ªan, como todo el mundo en Chiva, que hace m¨¢s de 40 a?os hubo una gran riada que desbord¨® el barranco. Pero ni ellos ni otros vecinos viv¨ªan con miedo hasta que el martes 29 de octubre por la tarde esa rambla de piedras y vegetaci¨®n tan integrada en el callejero de Chiva fue golpeada por un torrente devastador.
Como cientos de miles de personas en toda Espa?a, viven en terrenos inundables. Gracias a los avances recientes de la cartograf¨ªa, lo sabemos con tal precisi¨®n que hay webs p¨²blicas, para territorios como la Comunidad Valenciana y tambi¨¦n para el conjunto de Espa?a, donde uno puede introducir una direcci¨®n y comprobar la peligrosidad con niveles del uno al seis. La imagen es muy ilustrativa. Una ¡°mancha de inundaci¨®n¡± (as¨ª la llaman los expertos) sobre el mapa de ciudades habitadas. Sin embargo, este conocimiento tan preciso (e inquietante) no ha venido acompa?ado de medidas para mitigar el riesgo.
El peligro de la casa de Sergio y Diana, en la calle Bu?ol de Chiva, es el m¨¢ximo, el nivel uno, seg¨²n la p¨¢gina del Plan de Acci¨®n Territorial sobre Prevenci¨®n del Riesgo de Inundaci¨®n en la Comunitat Valenciana (Patricova). Esto significa que es probable que en alg¨²n momento de los pr¨®ximos 25 a?os se produzca otra inundaci¨®n que eleve el nivel del agua por encima de los 80 cent¨ªmetros.
La joven pareja compr¨® esta vivienda de 1890 hace tres a?os por 120.000 euros. Los precios del suelo en las zonas m¨¢s nuevas de Chiva (un municipio de 16.750 habitantes ubicado a 32 kil¨®metros al oeste de la ciudad de Valencia) hab¨ªan subido demasiado. Tener un hogar de tres plantas para ellos y su hija Dafne, de cuatro a?os, era ¡°un lujo¡±. El d¨ªa de la cat¨¢strofe, esta pareja abandon¨® la casa a las 18.00, cuando el agua ya cubr¨ªa la primera de las tres plantas. El t¨ªo de Sergio, el exalcalde Emilio Morales, lleg¨® raudo en su 4x4 para rescatarlos. Salieron por una puerta que da a una calle lateral, a una altura m¨¢s elevada. Otros vecinos huyeron por los tejados.
El domingo 3 de noviembre, cinco d¨ªas despu¨¦s de la riada, se derrumb¨® parte de un edificio del siglo XIX, la sede de una asociaci¨®n local, al otro lado del barranco. Al d¨ªa siguiente, las autoridades ordenaron el desalojo del resto de inmuebles en esa calle y la de enfrente, la de Sergio y Diana. Tem¨ªan que el agua hubiera da?ado los cimientos. Otras viviendas hab¨ªan sido acordonadas por la polic¨ªa local. En la parte m¨¢s baja del pueblo, el barrio de Bechinos, las estrechas calles estaban cubiertas por escombros. Fue la zona m¨¢s castigada. En total, el viernes hab¨ªan sido evacuadas 130 viviendas en todo Chiva por riesgo de derrumbes. M¨¢s de 3.300 edificios han resultado da?ados en el cintur¨®n sur del ¨¢rea metropolitana de Valencia, seg¨²n una estimaci¨®n hecha a partir de las im¨¢genes satelitales del programa europeo Cop¨¦rnicus.
El pasado martes, 5 de noviembre, Sergio y Diana volvieron a la casa con unos puntales que instalaron con ayuda de otro familiar y un amigo. ?Volver¨¢n a vivir en esta casa? ?l resopla. ¡°As¨ª como la conocemos, creo que no¡±. Un arquitecto municipal les ha recomendado que pasen aqu¨ª el menor tiempo posible. Por la zona cero de la cat¨¢strofe se encuentran historias similares de vecinos desalojados que no saben si podr¨¢n retornar a sus viviendas.
Desde el origen de las primeras ciudades, la humanidad se ha asentado cerca de los cursos de agua para aprovecharlos en la agricultura y el consumo propio. Normalmente, los cascos hist¨®ricos fueron construidos en sitios altos, pero fuera se levantaban arrabales para la poblaci¨®n m¨¢s humilde. M¨¢s recientemente, la expansi¨®n urban¨ªstica en zonas vulnerables se ha acelerado. El ritmo de construcci¨®n durante las dos burbujas urban¨ªsticas del ¨²ltimo medio siglo (1976-1985 y 1998-2007) fue el mismo en zonas inundables y no inundables de Murcia y Alicante, seg¨²n un estudio de 2015 liderado por el ge¨®grafo de la Universidad de Murcia Alfredo P¨¦rez-Morales.
Aunque hoy resulte sorprendente, las leyes no consideraron el riesgo de inundaci¨®n u otros peligros para determinar una zona como no urbanizable hasta la Ley de Suelo de 1998, explica P¨¦rez-Morales. Esa norma estatal, que lleg¨® tras las cat¨¢strofes de Biescas, en 1996, y Badajoz, en 1997, tampoco introdujo una prohibici¨®n inmediata. Se instaba a los gobiernos locales, titulares de las competencias urban¨ªsticas, a realizar una cartograf¨ªa con la zonificaci¨®n de riesgo, pero hubo un ¡°momento difuso¡± en cuanto a la responsabilidad de realizar esos mapas, apunta este experto: ¡°No quedaba claro si esa cartograf¨ªa deb¨ªa ser hecha por Protecci¨®n Civil o por las confederaciones hidrogr¨¢ficas¡±.
As¨ª, ese crecimiento, alimentado por un ¨¢nimo de lucro voraz, no fue impedido por los municipios ni por las comunidades aut¨®nomas, encargadas de la planificaci¨®n del territorio. P¨¦rez-Morales dice que es f¨¢cil ahora acusar a aquellos pol¨ªticos, pero ¨¦l rebaja su culpa. ¡°Al carecer de una herramienta oficial, les costaba mucho poner un freno a esos intereses. Hab¨ªa una incertidumbre que facilit¨® esa ocupaci¨®n y que no se redujo hasta que mejor¨® el conocimiento cartogr¨¢fico¡±, opina.
Finalmente, esas herramientas han surgido este siglo. La primera en Espa?a, en enero de 2003, fue un plan de ordenaci¨®n del territorio, el Plan de Acci¨®n Territorial sobre Prevenci¨®n del Riesgo de Inundaci¨®n en la Comunitat Valenciana (Patricova). Se trata de un instrumento de car¨¢cter preventivo que debe regular la localizaci¨®n de nuevos usos en el territorio a partir de cartograf¨ªas de peligrosidad y de una normativa urban¨ªstica supramunicipal y vinculante en zonas afectadas por peligrosidad de inundaci¨®n. En 2013, estos mapas se vieron reforzados con las primeras cartograf¨ªas del Sistema Nacional de Cartograf¨ªa de Zonas Inundables, como resultado de una Directiva Europea de 2007 que era una respuesta al aumento de la incidencia de inundaciones. Con estos datos, las responsabilidades estaban m¨¢s definidas, se?ala P¨¦rez-Morales. Se prohib¨ªa ampliar las edificaciones a zonas con peligro de inundaci¨®n, pero se respetaba lo ya construido en n¨²cleos urbanos consolidados, aunque se encuentren en peligro.
Estas nuevas herramientas han permitido calcular cu¨¢nta poblaci¨®n en Espa?a vive en zonas de riesgo. Los n¨²meros son variables en funci¨®n del nivel de peligrosidad que se considere. En la cuenca del J¨²car valenciana viven 84.430 habitantes en zona de riesgo de una inundaci¨®n en cuesti¨®n de 10 a?os, 258.796 en la de 100 a?os y 495.721 en la de 500 a?os, seg¨²n los datos de la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del J¨²car, dependiente del Ministerio de Transici¨®n Ecol¨®gica.
El problema, explican los expertos, es que mitigar esos riesgos supone en muchos casos un coste econ¨®mico alto, con inversiones que no son contempladas por pol¨ªticos con intereses cortoplacistas. Se trata de medidas como encauzamientos, presas, restauraci¨®n de humedales, planes municipales frente a inundaciones, o jornadas de educaci¨®n c¨ªvica.
Estos c¨¢lculos, adem¨¢s, no implican que los vecinos afectados por la dana de Valencia puedan quedarse tranquilos durante una buena temporada, advierte Luis Mediero, catedr¨¢tico de Ingenier¨ªa Hidr¨¢ulica en la Universidad Polit¨¦cnica. La probabilidad de que se repita un evento extremo durante el per¨ªodo contemplado es totalmente aleatoria. ¡°Esta semana se lo dec¨ªa a mis alumnos cuando les explicaba lo que ha sucedido. Si tiro un dado y me sale seis, ?puedes asegurar que si vuelves a tirar ya no te va a salir un seis?¡±
A esto se une el factor del cambio clim¨¢tico, que hace prever que las danas sean en adelante m¨¢s frecuentes e intensas. Esto ha empujado a los cient¨ªficos a pedir a los pol¨ªticos que los tomen de una vez en serio. Hace una semana la asociaci¨®n Fundicot, que agrupa a acad¨¦micos especializados en ordenaci¨®n del territorio, public¨® un comunicado en el que reclamaba una mejor relaci¨®n entre ciencia y pol¨ªtica. ¡°Es evidente que resulta necesaria. Es algo que parece estar asumido en estos momentos de cat¨¢strofe, pero hay que procurar que no se olvide pronto, como suele ocurrir, en cuanto la situaci¨®n de shock desaparece¡±.
?Tiene m¨¢s informaci¨®n? Escriba al autor a fpeinado@elpais.es o fernandopeinado@protonmail.com
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.