Una verdad despu¨¦s de cuatro mentiras siempre es una verdad sospechosa
No son los ciudadanos los que arquean las cejas al saber de esa comida de tantas horas con una periodista: es Maz¨®n ocultando esa comida hasta que no puede m¨¢s
Antip¨¢tica sucesi¨®n de versiones que la Generalitat dio sobre las cinco horas desaparecido de Carlos Maz¨®n, entre 14.30 y 19.30, en la dana: una comida privada, una comida de trabajo, una reuni¨®n con el presidente de la patronal valenciana (que lo neg¨® espantado, porque se hab¨ªan reunido dos horas antes: con este marr¨®n no miente para decir que comi¨® contigo ni tu madre) y de nuevo una comida privada, o sea que volvi¨® al principio pero con sigilo: resulta que fue una comida cerca de la Generalitat, y al acabar, con varios pueblos ya inundados y los primeros desaparecidos, se meti¨® en su despacho a trabajar en los Presupuestos completamente incomunicado (porque si estaba comunicado, y segu¨ªa dale que te pego con las partidas de alumbrado, ah¨ª tenemos ya un problema dif¨ªcil de afrontar). Quiz¨¢ fuese esta la peor versi¨®n de todas. Quiz¨¢ hasta una comida breve de trabajo tuviese alguna disculpa, si luego cay¨® rendido en una siesta. ?Pero haciendo n¨²meros en plan Pit¨¢goras mientras el agua ya llegaba a las rodillas de sus ciudadanos?
Este viernes se supo por fin la verdad. La verdad es importante, por m¨¢s que los acostumbrados pelagatos quieran disculpar sus trolas con ayuda humanitaria. El presidente de la Generalitat sab¨ªa que hab¨ªa una alerta roja en su Comunidad desde primera hora de la ma?ana, y es fundamental conocer sus pasos de ese d¨ªa para conocer su val¨ªa en situaciones de crisis y saber, tambi¨¦n, si conviene que est¨¦ al mando cuando llegue otra cat¨¢strofe. De momento no parece muy fiable. La verdad, pues, es que comi¨® con una periodista, Maribel Vilaplana, con la que alarg¨® una sobremesa hasta las 18 horas, llegando muy tarde a la reuni¨®n de su equipo de emergencia, que tuvo que volver a explicarle todo. Todo era mucho, ojo: todo era lo que estamos viendo todos ahora todo el rato.
Si esta hubiese sido la primera versi¨®n, la verdad no estar¨ªa viciada. Ahora lo est¨¢, porque las mentiras intoxican todo de tal forma que lo primero que uno piensa al saber la verdad es: ?por qu¨¦ hab¨ªa que ocultarla?, ?qu¨¦ hay de malo? Ya sab¨ªamos que hab¨ªa incompetencia pol¨ªtica, que era lo ¨²nico importante: la compa?¨ªa y el motivo eran lo de menos. No son los ciudadanos los que arquean las cejas al saber de esa comida de tantas horas con una periodista: es Maz¨®n ocultando esa comida hasta que no puede m¨¢s. ?Si esa comida hubiese sido con un consejero, con un empresario, con un amigo de la infancia, la hubiera ocultado? La crisis habr¨ªa sido la misma: tiempo de recreo (todo lo que no fuese gesti¨®n de la dana era recreo a esas horas) censurable. Pero al ser una mujer atractiva (lo siento: lo pol¨ªticamente correcto muchas veces es atropellado por la vida) ocultar esa comida la pone a ella ¡ªsin vela en este entierro, una periodista escuchando sin m¨¢s (o no, qu¨¦ m¨¢s da) una oferta de trabajo como hemos escuchado todos sin que nuestras reuniones sean clasificadas secretas y provoquen distintas versiones¡ª, en una diana indeseable pasto de los comentarios m¨¢s machistas, cuyo resultado siempre es el mismo: desplazar responsabilidad.
Por cierto: le ofreci¨® Maz¨®n a Vilaplana la direcci¨®n de la televisi¨®n p¨²blica (y ella dijo no), que esto es como cuando vives con tus padres, entran a robar a casa y t¨² sales de tu cuarto con un porro, a qui¨¦n le importa tu porro ahora (en las pel¨ªculas americanas el padre siempre hace un moh¨ªn mientras lo enca?onan y le dice al chaval ¡°ya hablaremos de esto¡±). Otro d¨ªa abrimos el mel¨®n de las comidas de varias horas para preguntarte si quieres un cargo. Al poco de llegar a Madrid un jefe me cit¨® en un restaurante, comimos como dioses y al terminar me encarg¨® una entrevista; tienen tantas funciones los tel¨¦fonos que la gente olvida que sirven tambi¨¦n para llamar. Incluso siendo responsable de emergencias, para enviar alertas.
S¨ª, todos queremos cambiar el pasado cuando el futuro no es el que esper¨¢bamos. Nadie calcula cu¨¢nto puede tardar una comida y qu¨¦ va a pasar en el mundo mientras est¨¢s sin cobertura o con el m¨®vil en silencio, no eres culpable de no estar de guardia 24 horas. Pero es que Maz¨®n llevaba sobre la espalda una luz roja desde la ma?ana y, seg¨²n ¨¦l, estaba siendo comunicado en todo momento de los problemas que empezaba a causar la dana. Ya hab¨ªa desaparecidos y pueblos anegados cuando segu¨ªa la sobremesa. Y no s¨®lo continu¨® con la agenda del d¨ªa anterior sino que se dio el lujo de una comida cuya extensi¨®n s¨®lo justificar¨ªa que le estuviesen haciendo una moci¨®n de censura a lo grande como a Rajoy. Y deja a Maribel Vilaplana en el papel, para las cabezas m¨¢s averiadas, de una especie de Helena de Troya por la que se agravan las cat¨¢strofes, s¨®lo que al menos aquello nos lo cont¨® Homero y esto nos lo quiere contar Vito Quiles.
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