Pablo Os¨¦s, el jubilado que emocion¨® con su carta a la directora de EL PA?S: ¡°Es cierto, toda mi vida ha sido muy bella¡±
Cura, ingeniero, electricista, coordinador de la Plataforma del 0,7%, viajero y con 50 a?os de matrimonio a sus espaldas, rememora su feliz trayectoria vital
A sus 89 a?os, Pablo Os¨¦s camina lento, pero firme, entre la multitud de libros que guarda en su casa de Fuengirola (M¨¢laga). Destacan, por muy usados, los dos tomos del Diccionario de la Lengua Espa?ola. Cerca hay un cuadro con nudos marineros y una colecci¨®n de piedras que le regal¨® su oste¨®pata. Relata su vida con la tranquilidad de quien no tiene nada mejor que hacer y con las dificultades de quien necesita un aud¨ªfono. Ha sido cura, coordinador de la Plataforma del 0,7%, ha viajado por Espa?a en Vespa y ha hecho dos huelgas de hambre.
Escribe cartas a los peri¨®dicos desde hace dos d¨¦cadas y ya ha visto publicadas unas 400, que su mujer recopila en cuatro carpetas. La ¨²ltima es del pasado jueves. Iba dirigida a la directora de EL PA?S. En ella, contaba que todas las noches elige de entre sus recuerdos una situaci¨®n feliz para disfrutarla de nuevo antes de dormir. ¡°Y no s¨¦ cu¨¢l escoger de tantas como tengo¡±, aseguraba. Sus 105 palabras se hicieron virales. ¡°La vida ha sido muy bella¡±, resum¨ªa en un gesto de profundo agradecimiento, al tiempo que se mostraba convencido de que hay algo despu¨¦s: ¡°Me da un p¨¢lpito de que tiene que seguir en la misma l¨ªnea. No s¨¦ c¨®mo, pero estoy muy seguro de que ser¨¢ genial¡±.
"Cumplo 90 a?os dentro de cinco meses. Un disparate. En cualquier momento va a volcar mi carromato. No sabr¨ªa decir qu¨¦ me llevar¨¢ a la tumba. ?Para qu¨¦ molestarles cont¨¢ndolo? Porque la vida ha sido muy bella". Hoy, en las #CartasDirectora https://t.co/WgdOxobsBE pic.twitter.com/FnRBFTV2VC
— EL PA?S (@el_pais) February 23, 2022
¡°Es que es cierto: toda mi vida ha sido muy bella. Siempre lo he pasado muy bien¡±, confirma, sentado junto a una peque?a mesa en el sal¨®n mientras ajusta las pilas de su aud¨ªfono. Tambi¨¦n tiene dificultades para respirar, pero derrocha vitalidad. Sigue con ganas de comerse el mundo: ya planea su 90 cumplea?os, el 8 de julio. Quiere celebrarlo con un chapuz¨®n en la playa de La Concha, en San Sebasti¨¢n, ciudad en la que naci¨®. De all¨ª eran sus abuelos, Jos¨¦ y Ferminia, que en 1875 se hicieron una foto junto a sus ocho hijos, a la que Os¨¦s ha ido a?adiendo las im¨¢genes de casi 200 familiares hasta reunir un enorme ¨¢rbol geneal¨®gico que comprende cuatro generaciones. ¡°Cuando lo completas, queda algo precioso¡±, afirma, orgulloso. Lo est¨¢ tambi¨¦n de que sus padres fueran de clase obrera. ?l, ch¨®fer. Ella, modista.
Rodeado tambi¨¦n de muchos discos, narra cap¨ªtulos su vida bella. Y lo hace con la excitaci¨®n de que lo mejor est¨¢ a¨²n por llegar. Le bailan fechas, a qui¨¦n no, pero arranca directo. ¡°Siempre he sido una buena persona¡±. La afirmaci¨®n cae sobre su propio peso cuando se escucha su relato, lleno de compromiso social. Su trayectoria arranc¨® como jesuita. Quer¨ªa hacer el bien y se fue a Madrid con 17 a?os para enrolarse en la congregaci¨®n. Dos a?os de noviciado en Aranjuez, estudios de Filosof¨ªa en Alcal¨¢, cuatro a?os de formaci¨®n en Innsbruck. ¡°S¨ª, en los Alpes austr¨ªacos, el sitio m¨¢s bonito del mundo¡±. M¨¢s tarde vivi¨® en Par¨ªs. ¡°Con perspectiva, no dejo de pensarlo: vaya vidorra nos peg¨¢bamos en esos sitios¡±, afirma entre risas. Por eso lo dej¨®.
Antes, volvi¨® a Espa?a para dar clases en la escuela de ingenieros del Instituto Cat¨®lico de Artes e Industrias, donde ¨¦l se hab¨ªa formado como ingeniero industrial. Dirigi¨® el centro entre 1970 y 1974, a?o en el que se cans¨®. ¡°Decid¨ª ser electricista, dejar de servir a la burgues¨ªa para trabajar con los obreros¡±, contaba a este peri¨®dico en 1993. El periodista Rafael Ruiz habl¨® con ¨¦l con motivo de una huelga de hambre que hab¨ªa iniciado como coordinador de la Plataforma del 0,7% para reivindicar un mayor compromiso de los pa¨ªses ricos con los que no lo eran tanto. Estuvo un mes sin comer. ¡°Solo pas¨¦ hambre el primer d¨ªa, el resto beb¨ªa agua con sal y sin problema¡±, rememora. ¡°Nadie nos hac¨ªa caso¡±, lamenta. Lider¨® tambi¨¦n una acampada que dur¨® meses en el paseo de la Castellana, cerca de la sede del Ministerio de Econom¨ªa. ¡°Tampoco nos hicieron caso¡±. Antes, hab¨ªa formado parte del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad que lideraba Francisca Sauquillo. Y, previamente, hab¨ªa promovido la construcci¨®n de viviendas sociales en Palomeras y Entrev¨ªas, en el distrito de Puente de Vallecas.
En lo que define como una especie de comuna, conoci¨® a su mujer, Luisa Dom¨ªnguez, vallisoletana y con la que va camino de los 50 a?os de matrimonio. ¡°Qu¨¦ elegante vienes¡±, la piropea cuando ella entra en la casa a mitad de entrevista. Mientras su marido posa para la c¨¢mara, ella se echa a un lado. Habla bajito. ¡°Tuvimos la suerte de coincidir y de compartir un pensamiento: las personas siempre deben ser lo primero¡±, afirma la que durante a?os fue responsable en Fuengirola de la ONG M¨¢laga Acoge. Antes, ejerci¨® de trabajadora social en la Comunidad de Madrid, donde acab¨® siendo directora del centro social de Vallecas. ¡°Gracias a su trabajo yo pude dedicarme a mis luchas¡±, revela Os¨¦s, al que se le van los ojos y las palabras detr¨¢s de su mujer. Cuando ella se jubil¨®, se mudaron a la casa que construyeron sus padres en Fuengirola en los sesenta.
Tambi¨¦n hay hueco en la memoria para la casa que ambos compart¨ªan en las monta?as segovianas y para los viajes en Vespa con su mejor amigo: ¡°Un tal Mangala, ¨¦ramos u?a y carne¡±. Part¨ªan cada verano sin rumbo por la geograf¨ªa espa?ola. Se acuerda de la noche que durmi¨® en un boquete y con la tierra como manta en un olivar de Valdepe?as de Ja¨¦n. ¡°Hay que aventurarse, vivir a fondo, acumular experiencias, aprovechar el tiempo¡±, recomienda a los j¨®venes.
Su tiempo lo pasa leyendo en una hamaca burdeos en la terraza. Sobre la mesa descansan MaddAddam de Margaret Atwood y Ecce Homo de Nietzsche. De la estanter¨ªa saca las carpetas con sus 400 cartas al director. ¡°Siempre que se me ocurre algo, escribo¡±. As¨ª de sencillo. Las redes sociales le resultan muy complejas, as¨ª que entra en su correo electr¨®nico y escribe desde el rinc¨®n donde instal¨® el ordenador. Env¨ªa el texto a un pu?ado de peri¨®dicos y espera a ver qu¨¦ cae. Dice que quien m¨¢s le publica es La Opini¨®n de M¨¢laga y que el EL PA?S lo hace dos o tres veces al a?o. En un repaso a la treintena de cartas publicadas en este diario hay alabanzas a los j¨®venes que luchan contra el cambio clim¨¢tico, a la importancia de la amabilidad, a la cooperaci¨®n internacional o a la fuerza del amor. Son siempre directas y con ciertas dosis literarias.
En una de septiembre de 2019 se quejaba de que su ¨²nico hijo, Gonzalo, le ped¨ªa que caminase cinco kil¨®metros al d¨ªa para estar en forma y que comiera sano, como le hab¨ªa recomendado el m¨¦dico. ¡°?Por qu¨¦ no me deja en paz? Se deber¨ªa alegrar, y mucho, al ver que he logrado que no me asuste la muerte segura¡±, escrib¨ªa. Contaba que su entorno le quer¨ªa ¡°anclar a este mundo¡± cuando ¨¦l est¨¢ convencido de que, cuando muera, ir¨¢ a alg¨²n otro sitio en buena compa?¨ªa. ¡°No lo puedo demostrar, es algo inexplicable, pero lo s¨¦. Somos eternos¡±, sostiene. Hasta que, como dec¨ªa en su ¨²ltima carta, vuelque su carromato, quiere seguir escribiendo a la directora de EL PA?S y mantener con vida un proyecto nuevo. Lo ha titulado Recuerdos especiales con mi madre. Son los que le acompa?an, tambi¨¦n, antes de dormir. La noche anterior, sin embargo, cerr¨® los ojos pensando en la arena dorada de la playa de La Concha. Sue?a ya con su 90 cumplea?os y el chapuz¨®n en San Sebasti¨¢n, uno de los para¨ªsos de su vida bella.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.