Granada reivindica la batalla cotidiana de las mujeres de la posguerra
Un proyecto de la Diputaci¨®n desentierra las vidas de aquellas que, con su d¨ªa a d¨ªa y su trabajo, contribuyeron a sacar adelante sus pueblos tras la Guerra Civil
Encarnaci¨®n Reyes empez¨® a trabajar con nueve a?os. Su madre era costurera y, al estallar la Guerra Civil, se puso a coser ella tambi¨¦n. Hoy, a los 95, recuerda que ten¨ªa que hacerlo de pie ¡°porque no llegaba¡±. Luego puso una peluquer¨ªa, llev¨® la centralita manual de tel¨¦fonos de su pueblo, se sac¨® el graduado escolar para poder acceder a otros empleos¡ y todo, mientras ayudaba en lo que pod¨ªa a sus vecinos, en G¨®jar (Granada). La historia de esta mujer narra la vida de muchas otras, cuyos esfuerzos el tiempo va relegando en el caj¨®n del ¡°era otra ¨¦poca¡± o ¡°es lo que tocaba¡±. Por eso la Diputaci¨®n de Granada decidi¨® hace tres a?os empezar a contarlas a trav¨¦s del proyecto Huellas. ¡°No se las recuerda por ser grandes escritoras, cient¨ªficas o actrices, sino por su papel en el d¨ªa a d¨ªa¡±, explica Isabel Veiga, coordinadora del proyecto y t¨¦cnica de Igualdad en la diputaci¨®n.
El proyecto Huellas va desenterrando pueblo por pueblo historias de mujeres de la posguerra que con su d¨ªa a d¨ªa pusieron su grano de arena para reconstruir los municipios, mientras gran parte de los hombres estaban presos, muertos o emigrados. Lo hace con las vecinas, que eligen qu¨¦ mujeres han sido referentes en el municipio. No es f¨¢cil, madres, abuelas, t¨ªas, hermanas salen las primeras a relucir. Con la ayuda de dos monitores, se debate y se buscan figuras comunes. Una vez conseguido, la idea es mantener vivo el esfuerzo de esas referentes en un proyecto cultural, ya sea un v¨ªdeo, murales, telares o incluso rutas tur¨ªsticas.
Cuando no resulta posible entrevistar a las referentes, bien por avanzada edad o bien porque han fallecido, se investiga su pasado a trav¨¦s de sus conocidos y familiares. Al ir recolectando recuerdos, salen a la luz otros trocitos de historia. Por ejemplo, en el municipio costero Castell de Ferro (3.131 habitantes, seg¨²n los ¨²ltimos datos del INE, de 2021), las vecinas retrataron a trav¨¦s de Antonia y Carmen los dos tipos de vida que pod¨ªan llevar entonces las mujeres: como trabajadoras del campo o como esposas de pescadores. Una excepci¨®n fue Filomena, la ¨²nica del pueblo que se hac¨ªa entonces a la mar (naci¨® en 1927). En Mecina Bombar¨®n (548 habitantes en 2018), en la Alpujarra granadina, las vecinas plasmaron el relato de las vidas de sus referentes usando como hilo conductor el agua, crucial en esta zona de la sierra y tambi¨¦n para las mujeres de la ¨¦poca, que hac¨ªan vida en torno a los lavaderos.
De vuelta en G¨®jar (5.703 habitantes en 2018), Gracia Miranda es un reflejo de lo que implicaron los duros tiempos de la posguerra y de las redes de solidaridad que se tejieron entre unas y otras familias. Sin saber leer ni escribir, Gracia mont¨® cuantos negocios pudo imaginar: carnicer¨ªa, panader¨ªa, bar, sirvi¨® en casas¡ Y en el pueblo la recuerdan porque no fueron pocos los que m¨¢s de una vez pudieron llevarse algo a la boca gracias a que ella les fiaba (lo de pagarlo ya se ver¨ªa si se pod¨ªa). Dolores L¨®pez recuerda que cuando era joven esperaba, harta de trabajar, a su marido a la puerta del bar. Los bares no eran para las mujeres. Curioso, entonces, que el local lo llevaran Antonia Arenas y su hija ¡ªdecisi¨®n de ella, porque ¡°los hombres se meten en peleas¡±¡ª y lo hac¨ªa, adem¨¢s, con los labios pintados ¡ª ¡°a ver si solo iban a poder pintarse los labios los se?oricos¡±¡ª. ¡°Las nuevas generaciones tienen que conocer todo esto¡±, afirma Larisa Ramos, una de las monitoras que trabaja en Huellas.
El proyecto cuenta con dos parejas de monitores que trabajan en paralelo en sendos pueblos. Completar un proyecto en un municipio exige unos tres meses, dice Ramos. La monitora, y actriz, asegura que el proceso es ¡°maravilloso¡± pero tambi¨¦n ¡°agotador¡±. Por lo intenso y lo emocional. Junto a su compa?ero de profesi¨®n y de proyecto, Antonio Leiva, recuerda casos en los que ¡°mujeres muy duras, criadas en la monta?a, muy aut¨¦nticas¡± romp¨ªan a llorar al hablar de sus vidas o de las de las referentes. ¡°Cada sesi¨®n es terap¨¦utica¡±, apunta Ramos.
Al recuperar recuerdos surgen emociones muy fuertes, no siempre f¨¢ciles. Sobre todo teniendo en cuenta que son vivencias de la posguerra. La monitora y creadora textil Beatriz Const¨¢n, que forma pareja en el proyecto con Vanesa Polo, explica que a veces entre las mujeres referentes hay alguna del bando pol¨ªtico contrario al de una vecina que participa en Huellas. ¡°Entonces les recordamos que no es un proyecto de memoria hist¨®rica, sino de memoria de g¨¦nero. Acaba siendo un proceso reparador personal y tambi¨¦n colectivo para el pueblo. Es lo bonito de cerrar heridas a trav¨¦s del arte¡±, se?ala Const¨¢n.
En lo ¡°reparador personal¡± se a?ade otro detalle m¨¢s: las vecinas ¡°se empoderan¡±, en palabras de Ramos, al verse en el centro de un proyecto, y sobre todo teniendo en cuenta que m¨¢s tarde va a ser expuesto en p¨²blico. Coincide Const¨¢n, quien destaca que en algunos casos el trabajo que se reconoce es el que las mujeres siguen ejerciendo hoy, y eso les ayuda a apreciarlo. ¡°Aqu¨ª no hay mujeres importantes¡±, les dijeron a los monitores en el pueblo Domingo P¨¦rez (890 habitantes, en 2018), donde hace tres a?os se estren¨® Huellas.
Desde entonces, el proyecto ha recuperado en 12 pueblos las huellas de aquellas que aportaron ¡°para que hoy esos municipios sean lo que son¡±, en palabras de la diputada provincial de Igualdad, Mercedes Garz¨®n. ¡°Los hombres tambi¨¦n aportaron, claro, pero su trabajo lleva a?os poni¨¦ndose en valor¡±, explica. La coordinadora Isabel Veiga asegura que Huellas tiene una larga lista de espera de municipios que quieren participar: ¡°Nuestra idea es seguir con este proyecto pues nos parece muy necesario y con gran potencial transformador¡±. Todo queda a la espera de ver si el nuevo equipo de gobierno tras las elecciones del 28-M lo mantiene.
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