De la patria a la vida
El coronavirus permite a la pol¨ªtica compensar el desprestigio acumulado y devuelve a los gobernantes la oportunidad de ejercer como padres protectores de una ciudadan¨ªa que se siente amenazada en su existencia
En unas sociedades que se llaman complejas parece que la realidad transformada en actualidad se sit¨²a inevitablemente en modo simplificaci¨®n. Sin apenas darnos cuenta, en este pa¨ªs, hemos pasado de un monotema a otro. De una escena p¨²blica dominada obsesivamente por la cuesti¨®n catalana a la ocupaci¨®n plena del escenario por el coronavirus. O sea de la cuesti¨®n patri¨®tica a la preocupaci¨®n sanitaria. De la tierra propia a la vida propia, del nosotros al yo, del sentido de grupo a la radicalidad del individuo, solo ante la precariedad de su condici¨®n.
De golpe, el miedo al virus ha borrado al proc¨¨s de la actualidad y de las conversaciones cotidianas presenciales o telem¨¢ticas. Un ejemplo: los programas r¨ªo de TV3 han dejado de tener al proc¨¦s como protagonista para pasarse al coronavirus. M¨¢s de tres horas monotem¨¢ticas le dieron el pasado lunes un apabullante record de audiencia. ?No da la comunicaci¨®n moderna para m¨¢s de un tema a la vez? Es una de las muchas preguntas que plantea esta experiencia. Y en buena parte la clave est¨¢ en la imparable actualizaci¨®n de la informaci¨®n en el universo digital que permite transmitir los acontecimientos al minuto. Con lo cual, cuando una noticia prende en la opini¨®n puede con todas las dem¨¢s. Y prende cuando tocan cuestiones tan sensibles como las fabulaciones identitarias (nosotros y vosotros) o como el cuerpo de cada cual, que es lo ¨²nico que somos. ?Cu¨¢l ser¨¢ el pr¨®ximo acontecimiento que desplazar¨¢ al virus omnipresente?
El coronavirus incorpora adem¨¢s un valor a?adido: permite a la pol¨ªtica ¡ªen funci¨®n de protectora de lo m¨¢s preciado que tenemos, la vida¡ª compensar el desprestigio acumulado en los ¨²ltimos a?os por la sensaci¨®n que transmite de impotencia ante los m¨¢s poderosos de este mundo (los que manejan los dineros y los algoritmos). El coronavirus devuelve a los gobernantes la oportunidad de ejercer como padres protectores de una ciudadan¨ªa que se siente amenazada en su propia existencia. La ciudadan¨ªa se achanta cuando cunde la idea de que la vida est¨¢ en juego, hasta el punto de que cualquier apunte critico es objeto de sospecha. Y, sin embargo, quedan muchos interrogantes sobre la mesa a los que habr¨¢ que dar curso. La pol¨ªtica recupera autoridad, aunque sea precaria por estar montada sobre el miedo. Hasta nueva orden. Es decir, hasta que la angustia amaine y otro tema eche al virus de las portadas. Con el tiempo veremos las consecuencias psicol¨®gicas de la cultura del monotema: cualquier conflicto se vive con m¨¢s gravedad cuando la presencia medi¨¢tica desborda abrumadoramente la experiencia real.
Y, sin embargo, la vida sigue. Y hay que agradecer que Trump nos lo recuerde. Sus formas salvajes le impiden, incluso en estas circunstancias, controlar el odio y el resentimiento. Corta los vuelos entre Estados Unidos y Europa porque, a su insano juicio, los europeos somos los culpables de que la enfermedad haya alcanzado a los ciudadanos americanos. Gracias a este exabrupto asoma por un instante lo que en otras circunstancias seria tema dominante de la actualidad: las elecciones americanas. El coronavirus es un serio obst¨¢culo en el camino de una reelecci¨®n que Trump ten¨ªa casi asegurada por la incapacidad del partido dem¨®crata de retarle con un adversario de envergadura.
Pero hay otras urgencias escondidas bajo la nube del coronavirus como la tragedia de los desplazados de Siria, abandonados a su suerte por la Uni¨®n Europea. Y la pugna entre Rusia y Arabia Saud¨ª, entre Putin y Bin Salman, por el petr¨®leo y la hegemon¨ªa en Oriente Pr¨®ximo, ante la dejadez de Europa y de Estados Unidos. Y, por supuesto, el sinf¨ªn de cuestiones pendientes en la agenda del gobierno PSOE-Unidas Podemos que vive ahora en estado de suspensi¨®n por la inesperada emergencia. La situaci¨®n de excepci¨®n no puede ser indefinida. O las medidas adoptadas tienen ¨¦xito en un tiempo limitado o habr¨¢ que aprender a convivir con el coronavirus. Pero en cualquier caso, en la nueva fase, sea la que sea, habr¨¢ que sacar las lecciones de esta experiencia. Lo ha dicho el presidente Macron: ¡°Lo que revela esta pandemia es que hay bienes y servicios que deben ser situados fuera de las leyes del mercado¡±. Habr¨¢ que recordarlo a todos los gobernantes el d¨ªa despu¨¦s. Y seria hora de que los europeos nos plante¨¢ramos seriamente que queremos hacer con Europa, porque ahora mismo hay razones para preguntarse si todav¨ªa existe.
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