A partir de ma?ana
Ante el empuje de capitalismo autoritario marcado por el control digital de todos nuestros movimientos, la alternativa es un empoderamiento ciudadano que se convierta en una especie de solidaridad global
Llevamos dos semanas escasas de confinamiento y la incertidumbre permanece. El tiempo parece detenido; los pueblos y ciudades, fantasmas que arrastran sus silencios; y nosotros, vidas enlatadas entre cuatro paredes. Salvo alguna excepci¨®n que avala la regla, el comportamiento ciudadano muestra una responsabilidad c¨ªvica ejemplar. La actividad ha bajado tanto como la contaminaci¨®n y la histeria de las bolsas ha subido tanto como el p¨¢nico. Y entre los llantos contenidos de quienes no han podido despedirse de los suyos, las dudas razonables que las informaciones no siempre equilibradas provocan apoy¨¢ndose en los balances diarios de una tragedia que nadie hubiera firmado hace un mes. Solo un mes. Y as¨ª vamos hurgando en ¡°recuerdos vivos y besos tan dorados como el beso aquel de la memoria¡± (Luis Garc¨ªa Montero).
En contraste con el pasado cargado tambi¨¦n de alg¨²n reproche anotado en las listas del debe y el haber, la mirada hacia el futuro y su esperanza. Las c¨¢balas sobre qu¨¦ haremos el d¨ªa que podamos invadir de nuevo las calles hoy desiertas, pisar la arena de la playa hoy confinada, recorrer los senderos de gloria de montes hoy alejados o abrazar los cuerpos hoy expuestos a la soledad doliente de pieles tristes. Y todo esto, en contraste con la especulaci¨®n sobre nuestra capacidad real de aprendizaje tras esta bofetada planetaria que receta cura de humildad.
En estos d¨ªas de forzada contenci¨®n y obligado cumplimiento, quien m¨¢s quien menos advierte que a partir del d¨ªa despu¨¦s ya nada volver¨¢ a ser lo mismo. Ni nadie reincidir¨¢ en sus pecados originales porque habremos aprendido la lecci¨®n. Est¨¢ por ver. Al darse cuenta del alcance de la crisis financiera de 2008, Nicol¨¢s Sarkozy sentenci¨® que, pasado el mal trago, habr¨ªa que reinventar y moralizar el capitalismo. Y establecer un nuevo orden mundial. A las puertas de la probable y peor sacudida econ¨®mica de todos los tiempos, Sarkozy es un espectro que ni est¨¢ ni se le espera y el capitalismo empieza a lamentarse de haber dado excesivas vueltas de tuerca sin que nadie le llamara eficazmente la atenci¨®n. En cambio, es posible lo del nuevo orden mundial. Con China como punta de lanza tras la lecci¨®n dictada a trav¨¦s de su peculiar gesti¨®n de la pandemia. Primeros y ejemplares. Decisiones dr¨¢sticas solo aceptadas por ciudadanos de pa¨ªses culturalmente pacientes y sociol¨®gicamente sometidos. Por eso han acabado imponiendo su criterio y nos han obligado a pasar de las cr¨ªticas a sus maneras a depender de sus productos sanitarios que ofrecen al mundo previo pago. Y como los gobiernos se los disputan, los env¨ªan al mejor postor. A quienes hayan pujado m¨¢s en la subasta de la salud.
Fue hace diez a?os, cuando la sombra de Lehman Brothers segu¨ªa mostrando su guada?a, que algunas voces empezaron a promocionar el r¨¦gimen chino como el ideal para hacer avanzar el mundo para inter¨¦s de los m¨¢s interesados. Mao en los murales y el d¨®lar en el bolsillo. Apuesta plena por las nuevas tecnolog¨ªas, mayor control ciudadano, menos protestas y m¨¢s productividad. La democracia del simulacro para garantizar la econom¨ªa frente a la libertad. Algo as¨ª como lo que hoy se debate tambi¨¦n en el mundo pero con voluntad de permanencia. Si, como argumenta Trump, el dinero debe ir por delante de la salud de la persona o lo contrario, que es lo que todav¨ªa mantiene la enfermiza Europa. Lo primero nos empuja a un capitalismo autoritario marcado por el control digital de todos nuestros movimientos seg¨²n denunciaba de Buyng Chul Han el pasado domingo en EL PA?S. Ante este horizonte perturbador, la alternativa democr¨¢tica de un empoderamiento ciudadano que se convierta en una especie de solidaridad global. Es lo que defend¨ªa Yuval Noah Harari, autor de Sapiens, en el Financial Times. Ser¨ªa la alternativa que precisar¨ªa tambi¨¦n de una reacci¨®n firme y contundente de los estados miembros de la Uni¨®n Europea que consolidara su voluntad de liderazgo ¨¦tico y social a la par que manteniendo su capacidad de competitividad y su exigencia de respeto a los derechos de las personas. Un retorno a los or¨ªgenes ampliados en el marco de lo que siempre se nos prometi¨® y todav¨ªa no se cumpli¨®. Y de la mano de unos Estados Unidos regresados a sus par¨¢metros hist¨®ricos y que ser¨¢ lo que macar¨¢ sus pr¨®ximas elecciones presidenciales ahora que la econom¨ªa, su gran baza, le est¨¢ dando a Donald Trump all¨ª donde m¨¢s le duele.
Qu¨¦ ser¨¢, ser¨¢, podemos cantar con Doris Day. Lo que parece inevitable es que las decisiones que tomen los gobiernos individual y colectivamente ahora marcaran el futuro. Aquella expectativa a la que Victor Hugo aplic¨® varios adjetivos: inalcanzable para los d¨¦biles, desconocido para los temerosos y oportuno para los valientes. Nadie sabe si nada ser¨¢ igual pero todos sabemos qu¨¦ nos jugamos a partir de ma?ana.
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