La mona, 1.714 y el modelo sanitario
La propaganda en mayor o menor grado, con mayor o menor intenci¨®n, suple a la informaci¨®n y todo ello contribuye a surfear los problemas de fondo como el modelo sanitario
El mismo d¨ªa en que el conseller de Interior, Miquel Buch, aprovechaba la rueda de prensa diaria para el chute de propaganda procesista ¡ªlo de las 1.714.000 mascarillas borb¨®nicas para la sometida Catalu?a¡ª, llegaba a Barcelona el octavo avi¨®n fletado por la Generalitat ¡ªdel que nada se dijo¡ª con material sanitario. He ah¨ª la muestra palpable de que en el Gobierno catal¨¢n hay quien prima la agitprop sobre la compra de pertrechos para combatir la pandemia. Entre lo tangible y los fuegos de artificio algunos siguen prefiriendo la pirotecnia, probablemente porque electoralmente les es mucho m¨¢s rentable.
La titular de Salud, Alba Verg¨¦s, tiene una comisi¨®n asesora sobre el coronavirus, pero el president Torra cuenta con su propio consultor. Como sucede en el Vaticano, en el seno del Gobierno catal¨¢n hay una pugna entre colegialidad y jerarqu¨ªa. Es curioso que, frecuentando la compa?¨ªa y la conversaci¨®n que como cristiano sumido en razonables dudas mantiene Torra con autoridades eclesi¨¢sticas ¡ªel abad de Montserrat, el de Poblet y alg¨²n que otro prelado¡ª, nadie haya puesto en sobre aviso al president de que la colegialidad es lo que se lleva en el mundo posconciliar. Pero en la Catalu?a que, seg¨²n la doctrina oficial, se gobierna de abajo a arriba la f¨®rmula que m¨¢s pesa es la del n¨²cleo dirigente que escucha a su pueblo. Quiz¨¢s por eso al tiempo que se critica el levantamiento parcial del confinamiento, el propio Buch espolea a comprar monas de Pascua utilizando servicios de mensajer¨ªa, para que no se contaminen los padrinos, esencia del sentimiento nacional.
Con esa cosmovisi¨®n como catecismo, no sorprende que criticar las decisiones ¡°temerarias¡± de Madrid para con la salud de los catalanes y desenmascarar sus pompas sea m¨¢s importante que poner en valor la propia acci¨®n de Gobierno, y no digamos ya que trazar para el futuro el modelo de sanidad o de superaci¨®n de la crisis. Buch duda en recurrir a la escuela historiogr¨¢fica de Miquel Badia, Capit¨¤ collons, para asegurar que en 1939 Catalu?a perdi¨® la contienda con Espa?a: una guerra, pues, entre naciones. El exabrupto del titular de Interior fue jaleado en las redes sociales por el independentismo hiperventilado, dentro del que figuran colegas de Ejecutivo como Jordi Puigner¨® y l¨ªderes como el propio expresident Carles Puigdemont. Sin embargo, entre sus aliados no sent¨® bien. El mism¨ªsimo Gabriel Rufi¨¢n no tuvo empacho en decir en un tuit que las palabras de Buch no formaban parte de un gag del programa Pol¨°nia.
En Catalu?a, en plena crisis del coronavirus, las ruedas de prensa son desesperantemente exhaustivas y en ocasiones simples hasta la estupidez. Pero ese no es un hecho diferencial. Un d¨ªa despu¨¦s del alegato historicista de Buch, el general Jos¨¦ Manuel de Santiago, jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, daba cuenta en la comparecencia diaria y tambi¨¦n interminable del Gobierno central, de la detenci¨®n de unos ladrones que hab¨ªan sustra¨ªdo 30 kilos de naranjas y limones a un buen agricultor. Y es que, si en Catalu?a las ruedas de prensa del Ejecutivo se hacen para mostrar que Madrid es intr¨ªnsecamente perverso, en la capital de Espa?a se aprovecha la oportunidad para exhibir la comuni¨®n entre civiles y militares, con abundantes y evitables met¨¢foras b¨¦licas. La propaganda en mayor o menor grado, con mayor o menor intenci¨®n, suple a la informaci¨®n y todo ello contribuye a surfear los problemas de fondo respecto, por ejemplo, al modelo sanitario. Claro que nada puede extra?ar en esta Europa que blande banderas nacionales con fines electoralistas para negar su solidaridad con los pa¨ªses m¨¢s afectados por la pandemia.
La visi¨®n neoliberal imperante sobre la salud p¨²blica quiere deslumbrar con su futuro radiante de investigaci¨®n biom¨¦dica mientras sobrevuelan los factores sociales y medioambientales de las patolog¨ªas infecciosas, cr¨®nicas y la misma pandemia. No es casual que Nou Barris y Horta sean las zonas de Barcelona m¨¢s pobres y las m¨¢s castigadas por el coronavirus. Por otra parte, no deja de ser parad¨®jica la fragilidad de esa globalizaci¨®n invencible. Todo hace aguas por un virus salido de un mercado en el que se venden animales salvajes contaminados de ese lejano oriente al que hemos delegado la fabricaci¨®n de mascarillas sanitarias. El V¨¦neto, la regi¨®n italiana que mejor est¨¢ superando la pandemia actual, cuenta con una red de laboratorios para pruebas cl¨ªnicas que nunca ha bajado la guardia porque no ha sido sacrificada en el altar de la presunta rentabilidad. Pero ese es un debate, no propaganda.
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