Solidaridad a pie de calle
La ONG De Ve¨ª a ve¨ª ayuda y distribuye toneladas de alimentos a vecinos de Sant Antoni en situaci¨®n vulnerable
Con la libreta en la mano, Eva tacha la siguiente petici¨®n, asoma la cabeza en el local y grita: ¡°Dos adultos y dos ni?os de 6 y 2 a?os¡±. Al fondo, dos voluntarios empiezan a coger de estanter¨ªas y cajas toda la alimentaci¨®n b¨¢sica para cubrir las necesidades: leche, legumbres, pasta, zumos y fruta y verdura que acaban de llegar del mercado de Sant Antoni. Es mediod¨ªa y a la puerta del local de la ONG de Ve¨ª a ve¨ª, unas 12 personas hacen cola con el carro de la compra vac¨ªo. Mujeres, la gran mayor¨ªa. Las m¨¢s, inmigrantes. El relato que hacen es muy parecido: la pandemia del coronavirus les ha dejado sin trabajo, sin apenas subsidios de desempleo u otras ayudas, y est¨¢n cansadas de llamar al n¨²mero de tel¨¦fono de los servicios sociales del barrio.
La ONG naci¨® en 2011 a ra¨ªz de los problemas que gener¨® la crisis econ¨®mica. ¡°Ve¨ªamos a vecinos buscando en los contenedores y nos organizamos¡±, cuenta Rafael Mart¨ªnez, una de las almas de la ONG que, adem¨¢s de alimentos, tambi¨¦n distribuye ropa, cochecitos de ni?os, sillas de ruedas, camas articuladas¡ Organizan actividades y fiestas como la de los Reyes Macos, todo un dispositivo para que no le falte un detalle o un juguete a los mayores y a los ni?os en situaci¨®n de vulnerabilidad.
El coronavirus ha disparado las urgencias sociales. ¡°Si antes el n¨²mero de usuarios estaba en torno a los 120, ahora son muchos m¨¢s. Hemos pasado de distribuir 2,5 toneladas de alimentos al mes a 15 desde que estall¨® la epidemia¡±, apunta Rafael. Tambi¨¦n se han disparado los voluntarios que se han apuntado, que se organizan en equipos de 12 a 15 por d¨ªa y con distintas tareas.
Elsa y J¨²lia son dos j¨®venes del barrio que con dos carros de supermercado hacen la ronda por el mercado de Sant Antoni con el peto rojo de la ONG puesto, reconocido por muchos paradistas. ¡°Hay puestos que colaboran cada d¨ªa y hacen lotes, especialmente poller¨ªas y sobre todo fruter¨ªas¡±, explica Elsa. Otras aportaciones son directas de personas que est¨¢n comprando y deciden hacer una entrega en especies. Cuando llegan al local, cada cosa va a su sitio para ser distribuida. La entidad recibe donativos del Banco de los Alimentos, de vecinos del barrio y de cadenas de supermercados.
¡°Cada ma?ana les llamo y les doy hora, calculando dos usuarios cada 15 minutos. Pero luego, durante el d¨ªa, vienen los espont¨¢neos que se han enterado de la iniciativa. Algunos llegan desde la Zona Franca o de Sant Andreu¡ Es una papeleta, tampoco les puedes decir que no, porque lo necesitan¡±, explica Eva, que se asombra del efecto boca a boca. La ONG distribuye comida todos los d¨ªas de la semana y la lleva a los domicilios de vecinos mayores del barrio o con problemas para que no salgan de casa.
Antes del coronavirus, los usuarios de la ONG entraban en el local. Ahora, no. Los lotes se preparan en el interior en cajas y los entregan en un espacio de la entrada, donde cada usuario hace el traspaso a su carro. Uno a uno, para evitar la proximidad. De Ve¨ª a Ve¨ª abre una ficha de todos los receptores de la ayuda para comunicarlo a los servicios sociales con la oficina del barrio, a un paso de la ONG, cerrada. En la puerta, un papel remite a los usuarios a un n¨²mero de tel¨¦fono: ¡°Ni siquiera es gratuito¡±, se queja Rafael, ¡°yo creo que en esta crisis ten¨ªan que estar m¨¢s a pie de calle y no lo est¨¢n haciendo¡±.
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