El gimnasio que abri¨® para hacer ¡°lo que siempre hac¨ªa¡±
El Sant Pau, en el Raval, abre en plena pandemia para que los m¨¢s necesitados puedan ducharse, cambiarse de ropa y comer
Una cola de individuos silenciosos, muy similar a la que ordenada y espaciadamente se organiza en las puertas de los supermercados, se alinea cada ma?ana ¡ªdesde el pasado 20 de abril¡ª ante las puertas del Gimnasio Social Sant Pau del barrio barcelon¨¦s del Raval. Es el ¨²nico centro deportivo que ha conseguido burlar el confinamiento y abrir en plena pandemia.
Una apertura cuyo misterio se apresura en desvelar Ernest Morera, uno de los miembros de la cooperativa de trabajadores que lo gestiona: ¡°Ahora estamos haciendo lo que siempre hemos hecho: ayudar a las personas que lo necesitan¡±. El gimnasio Sant Pau tiene la piscina cerrada al igual que las zonas de m¨¢quinas. El centro abri¨® hace 80 a?os como sala de duchas. Hoy, en un 2020 aterrorizado por la pandemia del coronavirus, el Sant Pau se ha convertido ¡ªotra vez¡ª en un lugar donde en pleno confinamiento 75 personas sin recursos pueden acceder a una ducha, cambiarse de ropa y llevarse comida y cena.
Ocho miembros de la cooperativa del Sant Pau esperan, a las nueve de la ma?ana: uniformados con trajes de celulosa blanca, mascarillas y term¨®metro de infrarrojos. Si la persona no tiene fiebre, ha pasado la primera prueba. Accede a la recepci¨®n reconvertida en guardarropa y tras una peque?a gincana de geles hidroalcoh¨®licos topan con la imponente presencia de Santi Gonz¨¢lez ¡ªDj, propietario de la tienda de ropa Ara?a Raval y activista de Acci¨® Riera Baixa¡ª que se ha apuntado, tambi¨¦n, a esta iniciativa y se encarga de rebuscar y entregar ropa limpia. ¡°Lo lavamos todo a 60 grados y hemos comprado calzoncillos y calcetines nuevos¡±, informa Gonz¨¢lez. Tras proveerse de vestimenta llega el turno de ducharse en unos vestuarios donde para cumplir con las condiciones de distancia social se han inutilizado algunos grifos. Tras la ducha vendr¨¢ el turno de recoger la comida.
400 pagan y 900 no
¡°El Sant Pau nunca ha sido un negocio. Tenemos 400 socios que pagan y 900 que no pagan y vienen derivados de m¨¢s de medio centenar de entidades del barrio¡±, destaca Ernest Morera. Gracias a esta acci¨®n altruista decenas de vecinos desfavorecidos pueden hacer deporte, ducharse y socializar en una Barcelona que, al menos hasta el azote de la pandemia, viv¨ªa de cara al turismo y de espaldas a muchos vecinos.
De hecho, el servicio de duchas para personas necesitadas llevaba ofreci¨¦ndose en el gimnasio desde hace m¨¢s de un a?o y medio. ¡°Hace unos d¨ªas recibimos el encargo del Ayuntamiento, y m¨¢s concretamente del Instituto Municipal de Servicios Sociales, para que sigui¨¦ramos prestando este servicio. Abrimos de nuevo¡±, informa el miembro de la cooperativa. La comida la proporciona el Ayuntamiento y mucha de la ropa ha sido donada por particulares despu¨¦s de haber hecho diferentes llamamientos.
Fuera, en la cola, siguen aglutin¨¢ndose, siempre dejando dos metros de distancia, cada vez m¨¢s personas. ¡°Hay gente que nunca se hab¨ªa visto en una situaci¨®n similar y que en cuesti¨®n de d¨ªas se ha quedado sin un c¨¦ntimo¡±, destaca Gonz¨¢lez. Tras el cierre de los restaurantes, comunidades enteras han visto c¨®mo su forma de subsistencia se desmoronaba. El Sant Pau contin¨²a con su labor mientras sus trabajadores saben que, al menos hasta hace unas semanas, la especulaci¨®n inmobiliaria hac¨ªa que el futuro del gimnasio pendiera de un hilo.
El centro deportivo que ayuda a la gente
Nombre: Gimnasio Social Sant Pau.
Qu¨¦ hac¨ªa antes de la crisis: Exactamente lo mismo que un gimnasio normal pero solo cobrando las cuotas a aquellas personas que pod¨ªan abonar las mensualidades.
Qu¨¦ har¨¢ despu¨¦s de la crisis: Pretenden seguir prestando el mismo servicio a los vecinos del Raval siempre que la presi¨®n inmobiliaria les permita continuar.
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