Las plantas nos hablan
La vegetaci¨®n solo reclama su lugar. Ha brotado de forma inusual porque la actividad de control y mantenimiento ha disminuido. Su salida a la luz merece una reflexi¨®n por parte de las autoridades
Hace pocos d¨ªas, el pasado 19 de mayo, en el suplemento Verne de este diario, Aina S. Erice nos mostraba una de las dimensiones m¨¢s inspiradoras y reconciliadoras de esta crisis: la explosi¨®n vegetal que est¨¢ teniendo lugar en nuestras ciudades. Su paseo desconfinado serv¨ªa para ir enumerando las plantas rebeldes que se han atrevido a salir del alcorque, de los arcenes o de las alcantarillas. Pero tras este comportamiento ¡°organizado¡± (qui¨¦n sabe) de las plantas en nuestras ciudades, hay una ocasi¨®n para repensar los espacios urbanos. ?Qu¨¦ haremos cuando todo empiece de nuevo a funcionar? Hasta ahora hemos respondido a los problemas producidos por los veh¨ªculos con las mismas armas, es decir, respondemos a los artefactos responsables del ruido, la contaminaci¨®n o el consumo de espacio p¨²blico, con previsibles elementos ¡°fabricados¡± como los palets reciclados, bancos de hormig¨®n, vallas met¨¢licas, cubetas galvanizadas, traviesas de madera tratada y grandes cantidades de pintura de color ¡°amarillo carterpillar¡±, el color de la maquinaria de obras p¨²blicas. Nuestra respuesta a aquello que tiene un origen industrial se hace con la misma munici¨®n y las mismas reglas. Las plantas no hacen m¨¢s que reclamar su lugar y no seguir confinadas, su salida a la luz, brotado de forma inusual debido a que la actividad de control y mantenimiento ha disminuido, merece una reflexi¨®n por parte de las autoridades municipales. Pensar¨¢n que hablar as¨ª de ellas es solo una forma literaria de referirse a las plantas, pero ahora, gracias a Stefano Mancuso (estuvo en el CCCB en el inicio del confinamiento), sabemos que se comunican entre ellas, se mueven y ¡°ven¡± literalmente. ?Cu¨¢l ser¨¢ ahora nuestro comportamiento con ellas? ?Y ellas, qu¨¦ ¡°pensar¨¢n¡± de nosotros?, si me permiten la expresi¨®n.
Si pensamos en recuperar despu¨¦s de esta crisis una ciudad mejor, ?no tendr¨¢n un lugar, las plantas?
Si pretendemos recuperar despu¨¦s de esta crisis una ciudad mejor, ?no tendr¨¢n un lugar, las plantas? ?O en qu¨¦ pensamos cuando decimos saludable al referirnos a la ciudad? Esto es importante porque sencillamente habla de nosotros, y dice que estamos obligados a pensar en otros lugares comunes para reformular el espacio publico. Resulta enfermizo pensar en la ciudad solo desde la ciudad, como lo es pensar en la arquitectura solo desde la arquitectura. Conviene cambiar el punto de vista, ponerse en otro lugar, el orden de nuestros jardines, aunque actualmente sea aparentemente desordenado, se consigue con herbicidas, telas drenantes de origen pl¨¢stico, segadoras y tijeras podadoras ?Hay otra manera? Podr¨ªamos buscar ¨¢reas de la ciudad en la que se llevara a cabo un experimento para una libre expresi¨®n de las plantas y que ellas tomaran el mando. Podr¨ªamos imaginar lugares para que las malas hierbas ¡ª?Ah, las malas hierbas, s¨ª!¡ª tuvieran un espacio para que pudi¨¦ramos aprender de ¨¦l antes de que una legi¨®n de podadores comience a actuar. Ahora la plaza de les Gl¨°ries y su entorno ha brotado de una forma salvaje, en t¨¦rminos pr¨®ximos a la jardiner¨ªa m¨¢s interesante, como un jard¨ªn perdido despu¨¦s de estas lluvias de primavera. ?Alguien podr¨ªa ir a buscar a Gilles Cl¨¦ment y pedirle que ayudara a configurar ahora, despu¨¦s de este confinamiento primaveral, una relaci¨®n con nuestras afligidas plantas urbanas que fuera distinta? Aunque de momento solo fuera en algunos lugares, como lo que persegu¨ªa para los oc¨¦anos la bi¨®loga marina estadounidense Sylvia Earle, ya ser¨ªa un gran paso. No solo para las plantas, sino para nosotros mismos y comenzar a pensar la ciudad como jardineros, en lugar de seguir pintando demag¨®gicamente el asfalto. Creo que no es necesario decir que la propuesta de enviarnos a los terrados a plantar, como defienden algunos, est¨¢ fuera de lugar desde este punto de vista: el lugar de las plantas y el nuestro est¨¢ a pie de calle.
El desorden incomprendido de los jardines salvajes nos despierta y nos habla. Espero que sepamos escuchar
Como dice el propio Cl¨¦ment, el futuro de los jardines es la naturaleza, saltar su confinamiento e ir en b¨²squeda de lo salvaje, de lo espont¨¢neo, de lo que no ha sido sembrado; y al mismo tiempo nos recuerda que el futuro de la arquitectura es la ruina. No solo es importante lo que ocurra en estos jardines desatados. Es importante lo que estos pueden hacer por nosotros, sirvi¨¦ndonos de modelo para pensar otras cosas. El desorden incomprendido de los jardines salvajes nos despierta. Conf¨ªo que la afirmaci¨®n de Saint Just que preside cincelada en piedra y rodeada de arbustos el Mirador del arquitecto Ignacio de Lecea en el Carmel: ¡°El orden de hoy es el desorden de ma?ana¡±, sea pronto verdad, y ese desorden sea un hermoso orden. Las plantas nos est¨¢n hablando, espero que las sepamos escuchar.
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