¡°Alguien est¨¢ enfrentando a alguien¡­¡±

Miguel Gila contaba un chiste sobre un detective antiviolento, que deten¨ªa con indirectas. Se cruzaba con el presunto asesino por el pasillo y soltaba, como quien no quiere la cosa: ¡°Alguien ha matado a alguien¡­¡±, as¨ª, con retint¨ªn, ¡°¡­y no me gusta se?alar¡±. Y luego, en el lavabo, lo mismo, y as¨ª una vez y otra hasta que el culpable, hastiado de las indirectas, confesaba su crimen. Contado por Gila hac¨ªa m¨¢s gracia, se lo prometo.

Me he acordado de Gila en la sesi¨®n de este mi¨¦rcoles en el Parlament. Los portavoces de Esquerra y de Junts per Catalunya (JxCat) son como aquel detective pacifista que elud¨ªa el choque frontal y trabajaba las indirectas. Las estrategias enfrentadas de los dos socios del Govern son p¨²blicas. De hecho, mientras el Parlament desarrollaba su sesi¨®n de control con un ritual de abanicos y ocultaciones, en el Congreso de los Diputados los representantes de uno y otro partido no ten¨ªan problema en combatir en una pelea de gallos raperos paralela al debate central, el de la pandemia. Pero una cosa es el escenario de la Carrera de San Jer¨®nimo y otra el Parc de la Ciutadella (hoy por hoy, influye m¨¢s el entorno que los protagonistas).

Por eso, mientras en Madrid Gabriel Rufi¨¢n recordaba con contundencia de tuit que los antepasados de JxCat invistieron a Aznar, en Barcelona su correligionario Sergi Sabri¨¤ casi musitaba: ¡°Tenemos que hacer, hacer y hacer. No instalarnos en la queja o en el no a todo. Tenemos que hacer que las cosas ocurran y, en general, ocurren mejor trabajando y acordando que con reproches¡±. Estaba muy claro, Quim Torra ven¨ªa de Catalunya R¨¤dio de criticar el apoyo republicano a la pr¨®rroga del estado de alarma y la pol¨ªtica pactista de ERC. Y Sabri¨¤, como el detective de Gila, soltaba lo de ¡°alguien est¨¢ meti¨¦ndose con alguien, y no quiero se?alar¡±.

Y el president tambi¨¦n utiliz¨® la t¨¢ctica de la indirecta. En la radio fue m¨¢s expl¨ªcito, pero en la C¨¢mara se moder¨®: sin duda, es m¨¢s dif¨ªcil soltarse el pelo en un ambiente menos familiar, con la oposici¨®n delante preparada para aprovechar cualquier grieta. En su respuesta a Sabri¨¤, Torra dej¨® caer: ¡°?C¨®mo podemos pensar que estamos ante un Gobierno progresista en el Estado espa?ol si se mantienen presos pol¨ªticos en la c¨¢rcel?¡± Ataque triple: al PSC, a los Comunes y, last but no least, a ERC. Unos minutos m¨¢s tarde, otra indirecta al socio: ¡°?Por qu¨¦ no quiero elecciones? Pues porque quiero tomar decisiones¡±. Y mientras afirmaba esto, el vicepresidente Pere Aragon¨¨s se manten¨ªa con la mirada fija al frente, la mascarilla protegi¨¦ndolo de un posible rictus de disgusto. Aunque este hombre no es proclive al rictus, ciertamente.

Lo cierto es que no le fue mal la sesi¨®n de control a Torra. En el debate sobre el nuevo cap¨ªtulo de la pandemia, la parte m¨¢s dura volvi¨® a ser para la consellera de Salud, Alba Verg¨¦s (ERC), y el cierre de Nissan lo cape¨® a medias con Aragon¨¨s. Y en su casillero puede anotarse otros dos peque?os triunfos: haber logrado que J¨¦ssica Albiach (Catalunya en Com¨²) con una frase y Miquel Iceta (PSC) con un gesto afirmativo le hayan dado la raz¨®n en dos exigencias: gestionar el ingreso m¨ªnimo vital y un mayor tope de deuda para hacer frente a la crisis.