Hallados dos trozos del meteorito que fue visto como premonici¨®n de la derrota de 1714
El cuerpo celeste, el cuarto m¨¢s antiguo de Europa, cay¨® en Terrassa un d¨ªa de Navidad durante la Guerra de Sucesi¨®n y los dos bandos lo utilizaron con objetivos propagand¨ªsticos
Entre los meteoritos m¨¢s famosos se encuentran el que acab¨® con los dinosaurios, el que destruye Bruce Willis en Armageddon, el denominado Kali de la novela de Arthur C. Clarke El martillo de Dios, o Valera, el ¨²nico real que ha causado una muerte documentada en la Tierra (aparte, claro, de los dinosaurios) y que el 15 de octubre de 1972 cay¨® en Venezuela sobre una vaca a la que, consumada la tragedia, aprovecharon para comerse sus propietarios. En Catalu?a est¨¢ registrada en numerosas fuentes documentales (desde informes oficiales hasta diarios personales) la ca¨ªda de uno bastante impresionante en coincidencia con la turbulenta ¨¦poca de la Guerra de Sucesi¨®n (1701-1713, con extensi¨®n hasta 1715), pero no se hab¨ªan encontrado restos. Hasta ahora. El hallazgo de dos trozos del denominado Meteorito de Barcelona -aunque en realidad cay¨® en la zona de Terrassa- ha sido anunciado mediante la publicaci¨®n de un art¨ªculo en la revista cient¨ªfica Meteoritics and planetary science de la Meteoritical Society.
Los dos fragmentos no han aparecido sobre el terreno, sino que han sido localizados durante el estudio de las colecciones del gabinete de ciencias naturales de la familia Salvador, una estirpe de bot¨¢nicos y boticarios catalanes que recolectaron una ingente cantidad de material. Durante tres siglos, los restos del cuerpo celeste que se precipit¨® sobre Catalu?a el d¨ªa de Navidad de 1704 a las cinco de la tarde han permanecido inadvertidos hasta que se los ha podido identificar. Estaban en una jarra de cristal junto a un peque?o envoltorio dentro del que hab¨ªa una vieja etiqueta descolorida en la que se ha podido leer esforzadamente, como en una novela de Julio Verne, la pista ¡°piedra que cay¨® en 1704¡±. No se sabe c¨®mo llegaron a manos de los Salvador los dos trozos, que son peque?itos, de 49,8 gramos y 33,7 gramos respectivamente, pero se cree que pudieron ser adquiridos por Joan Salvador (1683-1726) a alg¨²n boticario de Terrassa.
El art¨ªculo El meteorito de Barcelona (1704); historia, descubrimiento y clasificaci¨®n, lo firman Jordi Llorca, Marc Campeny, Neus Ib¨¢?ez, David Allepuz, Josep Maria Camarasa y Josep Aurell-Garrido y tiene el inter¨¦s a?adido de que junto al estudio cient¨ªfico de los trozos, identificados como de una condrita (meteorito no met¨¢lico sino rocoso) ordinaria L6, incluyen una gran cantidad de detallad¨ªsima informaci¨®n hist¨®rica. El estudio se ha llevado a cabo en la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a (UPC) y el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona a trav¨¦s de un proyecto de investigaci¨®n de la secci¨®n de Ciencias y Tecnolog¨ªa del Institut d¡¯Estudis Catalans (IEC). El meteorito es, de acuerdo con el Meteoritical Bulletin, el sexto m¨¢s antiguo ¡°oficial y clasificado¡± del mundo. Anteriores son el Nogata (Jap¨®n, 861), Ensisheim (Francia, 1492), que fue encadenado en una iglesia para impedir que volviera al cielo; Jalandhar (India, 1621), Minamino (Jap¨®n, 1632), Vago (Italia, 1668) y Sasagase (Jap¨®n, 1704).
El estudio recoge numerosos testimonios de la ca¨ªda del meteorito, que aparece siempre como una visi¨®n impresionante que causa pavor y que se interpreta como un signo divino y de mal presagio. Se muestra tambi¨¦n en el art¨ªculo que el fen¨®meno fue aprovechado con fines propagand¨ªsticos por los dos bandos enfrentados en la Guerra de Sucesi¨®n. El meteorito, del que hay ilustraciones, apareci¨® como una bola de fuego en el cielo. ¡°Concluy¨®se este a?o 1704 con el horrendo metheoro y se?al extraordinaria del cielo¡±, describe una de las fuentes. ¡°Era como una bomba, y a lo exterior opaca, pero sal¨ªa de ella tal resplandor que super¨® con manifiesta demostraci¨®n a la luz del sol¡±. Otra fuente se?al¨®, entrando en materia de interpretaci¨®n del fen¨®meno: ¡°Esta centuria fatal a la Corona de Arag¨®n, la predec¨ªa con extraordinarias se?ales el Cielo¡±. La visi¨®n del ¡°espantoso y horrendo meteoro¡± la aumentaba que ¡°era el tiempo sereno y la diafanidad del d¨ªa a?adi¨® horror¡±. Era como ¡°un globo de fuego; el exterior opaco; el centro, color de sangre¡±.
¡°Una flamarada molt ardent¡±, se?ala otra fuente. ¡°Fou cosa molt orrorosa, aix¨ª per trovar-se lo emisferi ben clar y cer¨¦ com per lo gran rimbombo y resplandor que f¨¦u¡±,, describe la Miscel¨¢nea cient¨ªfica del tendero barcelon¨¦s Josep Boll¨®. Con lenguaje m¨¢s cultista, en lat¨ªn, el notario Joan Ferrer Bordila, que vio el meteorito desde Verges, anota como un Arne Saknussemm catal¨¢n: ¡°Ignis ardentis signum descendentem¡±. Joan Quetrecases, de Pruit, dice haber visto ¡°un ratx de foch en lo sel¡±. Y desde Matadepera llega el testimonio de Miquel Batlles i Torres: ¡°Se veyh¨¦ un se?al al cel molt escarrif¨®s y espant¨®s, que no.l vey¨¦ ninguna persona cristiana que no tingu¨¦s por y gran susto de D¨¦u¡±.
Los investigadores se?alan que est¨¢ claro que la ca¨ªda del meteorito debi¨® dar mucho miedo. Que el suceso pasara el d¨ªa de Navidad en una atm¨®sfera limpia y tranquila debi¨® provocar en las consciencias ¡°hiper religiosas¡± del barroco la sensaci¨®n de que se trataba de una advertencia divina. Parece que hubo una explosi¨®n (se habla de ruidos como de ca?¨®n y mosqueter¨ªa) y que llegaron al suelo diversos fragmentos del meteorito, descritos como ¡°piedras negras¡± de quiz¨¢ hasta m¨¢s de cinco kilos. El hecho de que se librara la Guerra de Sucesi¨®n hizo que se relacionara esta con el fen¨®meno. Para algunos como un signo de que Dios advert¨ªa de los terribles eventos que seguir¨ªan en Catalu?a. ¡°Muchos lo consideran presagio de lastimosos sucesos; en Catalu?a atemoriz¨® a los m¨¢s, admir¨® a todos. A pocos les pareci¨® preludio de felicidades¡±. Unos versos an¨®nimos rezaban: ¡°Volgue lo Cel avisarnos ab un horroros se?al: / av¨¬s era del molt mal que aqu¨ª aviam de pasar¡±.
El f¨ªsico de Barcelona, Joan Solar, lo interpret¨® con m¨¢s bien poco acierto como un signo del cielo en favor del archiduque Carlos. Mientras que una gacetilla de la misma ciudad consider¨® que era se?al de que hab¨ªa de acabar el gobierno de Felipe V. Los estudiosos de los dos trozos se?alan que es dif¨ªcil decir c¨®mo era el meteorito. ¡°Est¨¢ claro que los fragmentos pertenecen a un trozo m¨¢s grande, pues la costra de fusi¨®n no los cubre del todo¡±, se?ala Marc Campeny, del departamento de Mineralog¨ªa del Museo de Ciencias Naturales. ¡°El trueno del que hablan los testigos apunta a que el b¨®lido rompi¨® la barrera del sonido y era grande¡±. Campeny dice que ha sido muy emocionante tener en las manos esos trozos de un objeto celeste perdidos durante tantos a?os. Del hecho de que haya tan pocos, recuerda que el planeta es casi en un 70 % agua y que hay muchas extensiones deshabitadas: en la Ant¨¢rtida, Siberia, Australia. Muchos meteoritos se desintegran completamente y otros si no los ves caer es dif¨ªcil dar con ellos. Pronto los trozos del Meteorito de Barcelona los podremos ver todos: se exhibir¨¢n en la Sala Salvador del Institut Bot¨¤nic, en el recinto del Jard¨ªn Bot¨¢nico, en cuanto vuelva a abrir sus puertas.
La familia Salvador fue una estirpe de boticarios y bot¨¢nicos que, desde comienzos del siglo XVII hasta mediados del siglo XIX, reuni¨® una biblioteca y unas colecciones cient¨ªficas muy importantes y mantuvo un gabinete de curiosidades en la trastienda de su botica de la calle Ample de Barcelona. Los gabinetes de curiosidades, que proliferaron en Europa desde el Renacimiento hasta el fin de la Ilustraci¨®n, tuvieron un papel fundamental en la elaboraci¨®n y transmisi¨®n del conocimiento sobre la naturaleza durante tres siglos.
El espacio de la calle Ample ya no existe, pero el Instituto Bot¨¢nico de Barcelona conserva todo el mobiliario y las estanter¨ªas, una biblioteca con m¨¢s de 1.500 vol¨²menes, un herbario ¨²nico con casi 5.000 pliegos, unos 14.000 espec¨ªmenes de los reinos animal, vegetal y mineral, as¨ª como diarios de viaje y numerosa correspondencia; todo ello de una extraordinaria val¨ªa cient¨ªfica.
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