El coleccionista de trozos del universo
Un astrof¨ªsico conserva en su casa un millar de meteoritos que ayudan a entender el origen y el destino de las galaxias
Los meteoritos son regalos del universo para que avancemos en la b¨²squeda de respuestas sobre nuestro origen y nuestro destino. Jos¨¦ Mar¨ªa Madiedo (Jerez, 1969), astrof¨ªsico y divulgador vocacional, recibi¨® por su cumplea?os, cuando empezaba la adolescencia, una peque?a roca hallada en Marruecos y procedente del mundo exterior. Desde entonces ha reunido un millar de piezas (¡°Creo que son 1009, pero soy malo con los n¨²meros¡±, afirma) que conforman la mayor colecci¨®n privada en Espa?a de trozos llegados a la Tierra desde el espacio.
Las piezas se pueden ver en la web que ¨¦l mismo ha creado (museodemeteoritos.es) y mantiene ara?ando minutos a su trabajo en el Instituto de Astrof¨ªsicia de Andaluc¨ªa y su labor como creador del sistema de seguimiento Smart (Spectroscopy of Meteoroids in the Atmosphere by means of Robotic Technologies) e integrante, entre otros, del programa Midas (Moon Impacts Detection and Analysis System - Detecci¨®n y an¨¢lisis de impactos contra la Luna) de las agencias espaciales de EE UU y de Europa.
Dice Madiedo que se enamor¨® de la Astronom¨ªa bajo el cielo de El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz), donde se fascin¨® contemplando la V¨ªa L¨¢ctea y donde observaba desde la ventana los eclipses de luna. ¡°Devoraba todos los libros que encontraba sobre esos temas y, cuanto m¨¢s le¨ªa, m¨¢s claro ten¨ªa que quer¨ªa ser cient¨ªfico¡±, afirma.
Ninguna de las rocas identificadas impactar¨¢ en la Tierra en los pr¨®ximos 100 a?osJos¨¦ Mar¨ªa Madiedo, astrof¨ªsico y divulgador
Doctor en Qu¨ªmica y en F¨ªsica, en la actualidad investiga la materia interplanetaria que impacta contra la Tierra y contra la Luna en el Instituto de Astrof¨ªsica de Andaluc¨ªa (IAA-CSIC). Pero su trabajo y su pasi¨®n no tendr¨ªan todo el sentido sin su faceta como divulgador cient¨ªfico: ¡°Intento transmitir a los dem¨¢s la importancia que tiene esta ciencia a la hora de entender qu¨¦ lugar ocupamos en el Universo¡±.
El sistema de localizaci¨®n y seguimiento de meteoritos creado por Madiedo (el Smart analiza qu¨¦ fragmentos entran en la atm¨®sfera y su frecuencia) y el Midas nos permiten dormir tranquilos, hasta cierto punto. A partir de sus datos, mucho m¨¢s precisos que los programas que inici¨® la NASA hace tres lustros, el astrof¨ªsico andaluz afirma que ¡°ninguna de las rocas identificadas impactar¨¢ en la Tierra en los pr¨®ximos 100 a?os¡±. ¡°Pero hay muchas que pasan inadvertidas porque no reflejan luz hasta que se encuentran muy cerca¡±, a?ade para recordar el caso del b¨®lido de Cheli¨¢binsk, un cuerpo celeste de 17 metros de alto por 15 de ancho que se desintegr¨® sobre esta ciudad del sur de los Urales el 15 de febrero de 2013 y caus¨® m¨¢s de medio millar de heridos.
Pero al margen de estos sucesos, a Madiedo le entusiasma estudiar y dar a conocer lo que encierran estos mensajes del cielo y los fen¨®menos asociados. Por eso a¨²n sigue mirando el cielo y el suelo y permanece al tanto de las ofertas de meteoritos con los que ha conformado su colecci¨®n, aunque ahora est¨¢ m¨¢s centrado en divulgar su valor cient¨ªfico que en ampliarla.
El mercado de estos objetos celestes juega en la divisi¨®n de los productos extra?os y singulares: por un gramo procedente de uno de los dos sat¨¦lites naturales de Marte (Fobos y Deimos) se llega a pagar m¨¢s de 1.000 euros. ¡°El precio depende de la cantidad de masa recuperada y de la gente interesada¡±, explica el investigador.
Un gramo procedente de uno de los dos sat¨¦lites naturales de Marte puede llegar a costar m¨¢s de 1.000 euros
Otros objetos tambi¨¦n son relevantes por la historia asociada a los mismos, como la de los espa?oles que llegaron en el siglo XVI a la regi¨®n de Tucum¨¢n (Norte de Argentina) y observaron herramientas y armas elaboradas por los ind¨ªgenas de la zona con materiales que en esos momentos no sab¨ªan extraer de la tierra. Los nativos les explicaron que los metales hab¨ªan ca¨ªdo del cielo, pero los espa?oles pensaron que esos trozos que brillaban como si fuera plata eran un indicio de una mina de mineral precioso y gener¨® numerosas expediciones a lo que hoy se conoce como Campo de Cielo.
Algunas de las piezas de su colecci¨®n destacan m¨¢s por su composici¨®n que por su aspecto. Pero hay algunas especialmente atractivas, como las eucritas de Vesta (el segundo objeto con m¨¢s masa del cintur¨®n de asteroides localizado entre las ¨®rbitas de Marte y J¨²piter) y que presentan corteza de fusi¨®n. ¡°Al contener mucho calcio y entrar en la atm¨®sfera, se forma un aspecto v¨ªtreo oscuro parecido al de la obsidiana¡±, explica Madiedo, quien investig¨® el impacto de un meteorito de estas caracter¨ªsticas en Puerto L¨¢pice (Ciudad Real) en 2007.
Distinguir un meteorito es dif¨ªcil para un profano. ¡°Una roca de la Luna se parece a cualquier roca ¨ªgnea terrestre¡±, afirma Madiedo. Y como los elementos qu¨ªmicos existentes en el universo son los mismos que los detallados en la tabla peri¨®dica, hay que ir m¨¢s lejos para determinar que las rocas proceden del espacio: la composici¨®n, la densidad, las propiedades magn¨¦ticas o las marcas (¡°como las que se producen al pasar los dedos por la plastilina¡±) generadas por las altas temperaturas y el aire al entrar el fragmento en la atm¨®sfera terrestre.
Pero cuando se certifica su autenticidad, lo que hay en las manos es un ¡°f¨®sil del sistema solar¡±, un vestigio de c¨®mo se form¨® el universo muy preciso, porque procede de un entorno donde no se ha alterado, y un avance de qu¨¦ ser¨¢ la Tierra en un futuro lejano.
Y tambi¨¦n es un indicio del posible origen de la vida. En los meteoritos se han hallado hasta 80 amino¨¢cidos (mol¨¦culas org¨¢nicas base de las prote¨ªnas y que son clave en los procesos biol¨®gicos) mientras que la Tierra se han descubierto 20 comunes. ¡°Significa que la qu¨ªmica en el espacio es muy rica y que hay mol¨¦culas y elementos que pueden reaccionar y progresar. Existe la teor¨ªa de que los meteoritos trajeron los ingredientes que contribuyeron a la formaci¨®n de esa sopa primigenia de la que surgi¨® la vida¡±, explica.
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