El poder de la ciudadan¨ªa
La reconstrucci¨®n no solo es el relanzamiento de los sectores econ¨®micos afectados sino tambi¨¦n el regreso a las pol¨ªticas p¨²blicas con atenci¨®n a aquellos territorios en los que la l¨®gica mercantil es ineficiente
¡°La mejor vacuna contra los discursos del odio¡±. As¨ª defini¨® Pablo Iglesias el ingreso m¨ªnimo vital que aprob¨® el Parlamento espa?ol. Consigui¨® una mayor¨ªa abrumadora (solo Vox se desmarc¨® con su abstenci¨®n) pero no parece que vaya a poder con el odio. La bronca sigui¨® instalada en el Congreso sin que los niveles de agresividad descendieran. De lo cual se deducen dos cosas: que la oposici¨®n puede quedar encallada en el esperpento, incapaz de dar contenido a sus discursos m¨¢s all¨¢ de las bravuconadas. Y que la opini¨®n de la ciudadan¨ªa todav¨ªa cuenta y que ¨¦sta deber¨ªa ser consciente de ello porque es su principal fuerza.
Para la derecha era un marr¨®n entregar su voto a una iniciativa liderada por Pablo Iglesias, que viene del programa de Podemos y que figura en los documentos del pacto de coalici¨®n. Y sin embargo el PP ha votado a favor de la ¡°paguita¡±, como algunos la llamaban en lamentable burla que advierte de la incapacidad de ponerse en la piel de quienes no les alcanza ni para comer ni para pagar el alquiler. Es el eco de una ideolog¨ªa meritocr¨¢tica que convierte a los perdedores en culpables de su suerte y que es incapaz de reconocer que los ¨¦xitos en la vida tienen mucho que ver con el azar, empezando por algo que nadie ha podido escoger: el lugar en que naci¨®. Algunos parecen creer que incluso es m¨¦rito suyo que sus padres les llevaran al mundo.
El PP ha votado a favor del ingreso m¨ªnimo vital (que queda muy lejos de la renta b¨¢sica) por miedo a la reacci¨®n ciudadana. En una sociedad que est¨¢ elaborando el trauma de haber sufrido un golpe inesperado que ha despertado temores profundos y en un momento en que la pandemia ha dado visibilidad a sectores condenados a la marginalidad (algunos de ellos ¡ªcomo por ejemplo los cuidadores de personas o los riders de la distribuci¨®n¡ª incluso han aparecido en el bloque de los servicios esenciales), el desprecio a los sectores sociales m¨¢s vulnerables no puede ser bien recibido por unos ciudadanos que, en la desescalada, luchan para quitarse el miedo de encima.
La ciudadan¨ªa tiene poder, incluso para hacer tragar un sapo pol¨ªtico a una derecha desmadrada. Y es una buena noticia a la hora de la reconstrucci¨®n. Porque en una crisis impuesto por una emergencia sanitaria no basta para la recuperaci¨®n seguir el manual del orden vigente: crecimiento e inversi¨®n. Como dice Bruno Latour no podemos quedarnos atrapados en ¡°este resumen simplificado de las formas de vida¡± que es la econom¨ªa. Hay que ayudar a las empresas en dificultades, por supuesto, pero hay que atender a los millones de personas que se han quedado sin casi nada y que tienen un horizonte laboral muy precario, y hay que exigir a los ganadores de esta crisis ¡ªestos poderes del nuevo feudalismo capitalista que est¨¢n por encima de todo y de todos¡ª que miren para abajo. Retomar la aceleraci¨®n exponencial despu¨¦s del gran par¨®n solo puede hacer que las brechas sociales aumenten: si en 2008 las clases medias se partieron en dos, ahora una buena parte de los que entonces se llevaron lo peor, se hunden definitivamente.
La reconstrucci¨®n no solo es el relanzamiento de los sectores econ¨®micos m¨¢s afectados sino tambi¨¦n el regreso a las pol¨ªticas p¨²blicas con especial atenci¨®n a aquellos territorios en los que la l¨®gica de los mercados es ineficiente, salvo para los que creen que es inevitable condenar a una parte de la ciudadan¨ªa a la marginalidad. Es decir, hay que actualizar el derecho a la vida digna: a la asistencia sanitaria, pero tambi¨¦n educativa, laboral y habitacional. Y aqu¨ª los mercados no llegan, m¨¢s bien todo lo contrario como se ha visto, por ejemplo, con los efectos destructivos de los fondos buitre en vivienda o en residencias para mayores. De que la ciudadan¨ªa sea capaz de apostar por una opini¨®n favorable a las pol¨ªticas que estas urgencias reclaman y, por tanto, de que los partidos comprendan que el que se desmarque pierde, depender¨¢ el tono de la reconstrucci¨®n.
La derecha reaccionaria apela a las fabulaciones patri¨®ticas como marco trascendental para la servidumbre pero este juego tiene su l¨ªmite. De ah¨ª el empe?o de PP y Vox en forzar una crisis pol¨ªtica antes de la gente se d¨¦ cuenta del enga?o que contiene su propuesta: asegurar que todo siga igual que antes de la pandemia.
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