Mujeres y covid-19
Suponer que hombres y mujeres se benefician por igual de las pol¨ªticas en una crisis sanitaria es un error
Las mujeres han sido las grandes perjudicadas de las ¨²ltimas crisis sanitarias. El zika, en Latinoam¨¦rica, y el ¨¦bola, en ?frica, representaron un retroceso en la situaci¨®n de millones de mujeres que se vieron envueltas en un tipo de emergencia muy femenina: la de los cuidados. El hecho de que sean las mujeres las que se encargan de forma mayoritaria de los cuidados, remunerados o no, deber¨ªa hacer saltar las alarmas cada vez que se declara una epidemia. Pero est¨¢ lejos de ser as¨ª.
Sara Davis y Belinda Bennett constataban en 2016 que menos del 1% de los estudios acad¨¦micos posteriores a las crisis del zika y del ¨¦bola se centraron en el impacto de g¨¦nero. Ellas, y otras investigadoras como Julia Smith, que dirige ahora una investigaci¨®n sobre la covid-19, dicen que el d¨¦ficit de inversi¨®n en los sistemas de salud y de dependencia se traduce durante una epidemia en que son ellas las que hacen el papel de ¡°amortiguador¡± de la falta de medios. Durante el brote de ¨¦bola en ?frica Occidental, la mayor¨ªa de la atenci¨®n fue brindada por mujeres que se responsabilizaban de los enfermos pero tambi¨¦n de seguir cuidando de las criaturas, a pesar del riesgo que representaba la enfermedad. Este papel de ¡°amortiguador¡± lo hemos visto tambi¨¦n aqu¨ª, donde han sido las mujeres las que han llevado el peso. En sectores como enfermer¨ªa han representado un 85%. En farmacia, un 72%. En residencias y centros de dependencia, un 84%. En limpieza, un 90%. Las mujeres han tenido que hacer frente a una sobrecarga de trabajo, exponerse al virus y seguir cuidando de las personas dependientes.
Desde la declaraci¨®n del estado de alarma, el Gobierno espa?ol se ha esforzado en adoptar medidas para proteger a las mujeres. El ingreso m¨ªnimo vital se dise?¨® pensando en favorecer a colectivos femeninos especialmente vulnerables. Esta din¨¢mica no se ha reproducido en Catalu?a, donde el impacto de g¨¦nero de la crisis sanitaria ha estado ausente de las decisiones. Ninguno de los acuerdos de gobierno adoptados durante el confinamiento se dirigi¨® a proteger a las mujeres que estaban en primera l¨ªnea ni a aquellas que trabajaban en sectores especialmente precarizados, como las empleadas dom¨¦sticas, las cuidadoras o las kellys. Tampoco se adoptaron medidas para paliar las consecuencias econ¨®micas en sectores altamente feminizados.
La econom¨ªa feminista nos ense?a que suponer que hombres y mujeres se benefician por igual de las pol¨ªticas en medio de una emergencia sanitaria es un error. Colocar a las mujeres en el centro de la respuesta es clave. Y tener una estrategia de g¨¦nero desde el principio, tambi¨¦n. Abordar problemas estructurales, como la desigualdad de g¨¦nero, requiere previsi¨®n y planificaci¨®n. No podemos s¨®lo preguntarnos cu¨¢nto tiempo tarda el virus en incubarse. En algunas zonas de ?frica, dos tercios de las personas infectadas de ¨¦bola eran mujeres. Hay que hacerse otras preguntas.
Lina G¨¢lvez constataba en 2013 que las crisis empeoran la vida de las mujeres: se intensifica el trabajo no remunerado; se recupera antes el empleo masculino y el femenino acaba siendo m¨¢s precarizado; y se retrocede en las pol¨ªticas de igualdad. No hay nada que indique que esta crisis ser¨¢ diferente si no adoptamos medidas que impidan que las mujeres se hagan m¨¢s pobres y m¨¢s vulnerables.
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