Partit Nacionalista de Catalunya, qu¨¦ ser¨¢, ser¨¢¡
El nuevo partido no tiene que convencer a las ¨¦lites sino a un elector raso, mayoritariamente exconvergente, que se ver¨¢ en la tesitura de decidir si votar al PNC, seguir en el espacio de Junts o quedarse en casa
Aunque a menudo se les conciba de la misma manera, los nacionalismos catal¨¢n y vasco se parecen como un huevo a una casta?a. Durante un siglo sus representantes han tratado en ocasiones de colaborar, la mayor¨ªa de las veces con poca fortuna ¡ªGaleusca, por ejemplo¡ª. Se han observado, pero sin entusiasmarse, como evidencian Alexander Ugalde y Enric Ucelay-Da Cal en un estudio comparado en el libro colectivo Patrias diversas, ?misma lucha? Alianzas transnacionalistas en el mundo de entreguerras, 1912-1939, reci¨¦n publicado por Edicions Bellaterra.
A finales del siglo pasado el independentismo catal¨¢n vivi¨® una fase de vasquitis muy notable, algunos de sus sectores atra¨ªdos por la ¡°¨¦pica¡± de la lucha armada, otros por considerar el nacionalismo vasco m¨¢s duro que el propio. El origen y evoluci¨®n del encandilamiento est¨¢ por explorar, pero es probable que comenzase con el carisma de Jos¨¦ Antonio Aguirre. Jaume Miravitlles, comisario de propaganda de la Generalitat durante la Guerra Civil, en el exilio apod¨® al lehendakari ¡ªcon una miop¨ªa notable y sin iron¨ªa¡ª ¡°el padrino¡± de los catalanes.
En la actualidad esta vasquitis, tras una fase de olvido, ha vuelto. Los embelesados ahora son los sectores moderados, que no admiran la firmeza abertzale, sino el equilibrismo del PNV y su constante capacidad pendular para sacar tajada del estado que los cobija. De ah¨ª que, tras el fracaso de la v¨ªa independentista unilateral, se haya fundado el Partit Nacionalista de Catalunya.
El PNC se define como catalanista y de centro liberal, con independentistas entre sus cuadros, pero sin definirse como tal, sino transversal y plural. Se opone a la unilateralidad y busca recuperar el Estatuto aprobado en Cortes y obtener las m¨¢ximas cuotas de autogobierno posibles. El PNC ¡ªvisto como el PNV catal¨¢n, la Converg¨¨ncia Democr¨¤tica (sin el denostado Jordi Pujol), aquello que podr¨ªa haber sido el PDeCAT si Artur Mas y despu¨¦s Carles Puigdemont no lo hubiesen llevado por el cam¨ª del pedregar¡ª, gusta a las ¨¦lites barcelonesas, tras una d¨¦cada de desasosiego, y puede gustar a las madrile?as, ¨¢vidas por tener enfrente a alguien con un esquema predecible.
El nuevo partido ser¨¢, directa o indirectamente, muy promocionado y tratado con guante de seda por los sectores no independentistas. La esperanza no es que obtenga un gran resultado, sino que vac¨ªe voto independentista agotado e incluso avergonzado por la concatenaci¨®n de errores y prisas. Situar en el horizonte la v¨ªa escocesa es, en este sentido, un reclamo. Al fin y al cabo, el PNV tambi¨¦n defiende la autodeterminaci¨®n, aunque con un movimiento pendular la pueda olvidar cuando molesta a la hora de negociar.
Pero no es a las ¨¦lites a quien tiene que convencer el nuevo partido, sino a un elector raso, mayoritariamente exconvergente, que se ver¨¢ en la tesitura de decidir si votar al PNC, seguir en el espacio de Junts per Catalunya o quedarse en casa. Un partido con independentistas favorables a un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, ?puede pactar antes de las elecciones con Units per Avan?ar, en contra de la independencia y del refer¨¦ndum? Pero ?y despu¨¦s?
?Un votante de JxCat elegir¨¢ al PNC sin tener la seguridad de que, si entra en el Parlament en vez de moderar a un gobierno independentista, no apoyar¨¢ una gran coalici¨®n liderada por el PSC para hacerse con la Generalitat? ?Un votante de los supuestamente hu¨¦rfanos de partido lo votar¨¢ sin saber que no ser¨¢ apoyo, activo o pasivo, de un nuevo gobierno independentista?
La ambig¨¹edad jeltzale y el antiguo juego convergente requieren un clima social y pol¨ªtico determinados. Pese a la crisis de la covid-19, es probable que las pr¨®ximas elecciones se sigan jugando a dos bandos, rupturista y reformista/inmovilista. Cambiada la retorica del 15-M por el pragmatismo en los Comunes, los tres ¨²nicos partidos rupturistas catalanes con el r¨¦gimen del 78 ser¨¢n el movimiento af¨ªn a Puigdemont tras la reestructuraci¨®n del espacio de JxCat, la CUP y ERC (a pesar de lo que diga la propaganda contraria puigdemontista).
Como cantaba Doris Day, el elector exconvergente ante la urna se preguntar¨¢ del PNC ¡°qu¨¦ ser¨¢, ser¨¢, whatever will be, will be¡¡±. Y lo ¨²nico seguro es que mientras en Catalu?a subsista un modelo de financiaci¨®n que no permita otra din¨¢mica de pacto con Madrid, un nuevo PNV no ser¨¢.
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