Carlistas, Sis¨ª y el cuchillo que casi mata a Isabel II
La sala Balclis subasta uno de los archivos m¨¢s importantes de Catalu?a sobre los partidarios absolutistas
Son cuatro lotes de diamantes, tasados en 42.632 florines. ¡°Si el gabinete imperial quisiera comprarlos me gustar¨ªa que me hiciera saber qu¨¦ estar¨ªan dispuestos a pagar dirigi¨¦ndome una carta a mi nombre en el Palazzo Rezzonico¡±, escribe en un perfecto franc¨¦s el embajador carlista Joan Rocabert¨ª Dameto al ministro del interior del zar Nicol¨¢s I, en octubre de 1847, por si a alguien de la corte rusa le pudieran interesar algunas de las mejores piezas del joyero de la infanta Mar¨ªa Francisca de Braganza. No es la ¨²nica misiva que le enviar¨¢ entre 1846 y 1848, ofreci¨¦ndole tambi¨¦n brillantes pesados (16.000 florines) o decenas de perlas. Vendi¨¦ndose las joyas de su fallecida esposa es la manera como el infante Carlos Mar¨ªa Isidro de Borb¨®n (hermano de Fernando VII y primer pretendiente carlista bajo el autoimpuesto nombre de Carlos V) contribuye, desde la corte borb¨®nica en el exilio, a sufragar los costes de la reci¨¦n estrenada Segunda Guerra Carlista, su nuevo intento sangriento de asalto al trono.
Refleja esa gesti¨®n un mundo esplendoroso que se acaba, como el de los fueros y el predominio del campo sobre la ciudad, un tiempo que ya no ser¨ªa m¨¢s jam¨¢s, un punto decadente. Y hasta algo s¨®rdido, como la conservaci¨®n de la silueta recortada en papel del cuchillo con el que el cura Merino intent¨® asesinar en 1852 a la liberal Isabel II, quien mand¨® luego hacer a?icos el arma.
¡°Me recuerda el ambiente de la novela El gatopardo, de Lampedusa, que luego tradujo en im¨¢genes Visconti¡±, enmarca el tasador de arte Enric Carranco, mientras se?ala una fotograf¨ªa de la emperatriz Sis¨ª; luego, sendos pa?uelos de cuello con las figuras ecuestres del pretendiente Carlos VII y su esposa Margarita; m¨¢s all¨¢, unas misivas cifradas del propio Carlos V y unas terceras del omnipotente Metternich, tres d¨¦cadas ministro de Exteriores del imperio austr¨ªaco. Lo conoce todo muy bien porque ha estado un a?o estudiando y clasificando ese material, que, junto a 1.105 libros, diarios, revistas, fotograf¨ªas y memorabilia diversa conforman ¡°el archivo m¨¢s importante sobre el carlismo del que tenemos constancia en Catalu?a¡±. Un conjunto de elementos que comprende piezas desde 1820 hasta 1900 y que, dividido en 421 lotes, la sala Balclis de Barcelona pondr¨¢ a subasta el 22 de julio.
El responsable del Regimiento de Caballer¨ªa Navarra, el liberal Jos¨¦ Domingo Vidart, se queja en una de las mejores misivas del lote que conforman las dirigidas a Manuel Llauder, capit¨¢n general de Arag¨®n, Catalu?a y virrey de Navarra, de la ¡°escasez, penalidades y sufrimiento a que est¨¢n sujetos los hombres y caballos de mi Cuerpo, a causa de la horrorosa diseminaci¨®n en que se halla, hace dos a?os ya, en persecuci¨®n de los facciosos¡±. El grito de auxilio est¨¢ datado en 1835, en plena primera guerra carlista, y no se sabe el efecto que debi¨® causar en un mandatario hastiado de recibir comunicados con ejecuciones o actos de secuestros que perpetraban las partidas carlistas, b¨¢sicamente de curas (por el de Castellgal¨ª ¡°piden por su rescate 150 duros¡±) o de peque?os propietarios (el del due?o de un molino papelero en ¡°Els Condals¡±), como puede verse entre el material a subastar.
¡°Fueron guerras de miseria, hay mucha relaci¨®n de peticiones de ropa, comida, caballos¡ Austria y Rusia vend¨ªan aut¨¦nticos trastos a los absolutistas, pero los liberales tampoco iban muy sobrados de nada¡±, resume Carranco. Parece un mundo muy alejado del que destilan la sesentena de cartas del propio pretendiente Don Carlos, fechadas entre 1841 y 1847, uno de los tesoros de la colecci¨®n. Van dirigidas mayormente al mallorqu¨ªn Rocabert¨ª Dameto, su hombre de confianza en Viena.
¡°Muchas est¨¢n cifradas, con un sistema curioso: se dicen, por ejemplo, que la pr¨®xima palabra clave ser¨¢ tal¡ No he podido decodificarlas¡±, admite. Hay otras claves m¨¢s sencillas, como la de ¡°Matt¡±, que responde a un Metternich que juega esa partida para contrarrestar en el tablero internacional a Francia e Inglaterra. En una carta aborda la financiaci¨®n internacional que recibe el ¡°Conde de Molina¡±, t¨ªtulo bajo el que se camufla desde 1845 al pretendiente Carlos V.
En su intento de estar cerca siempre de la protectora corte absolutista de Viena, en su exilio los carlistas adquieren un palacio en Venecia, gestiones que reflejan, entre otras cuestiones dom¨¦sticas, las 120 cartas del secretario y chambel¨¢n de Don Carlos, Domingo de Azcoaga. Parece otro espacio-tiempo, como ratifican las inquietudes bien mundanas de miembros de esa exiliada corte carlista como Jos¨¦ Arias Teijeiro, que aprovecha su refugio en Francia para mezclar informes con peticiones de intercambio de insectos por su nueva afici¨®n a la entomolog¨ªa, o algunas facturas de otros miembros tan notables como absurdas, como las que reflejan los costes de tapizar el suelo de la jaula de un papagayo.
Fruto de esa vida es otra pieza noble de la subasta: el grueso ¨¢lbum compuesto por las llamadas cartes de visite, que, con el formato de una tarjeta comercial actual, dejaban los que acud¨ªan a las casas para constatar su paso y que sol¨ªan contener el t¨ªtulo o la firma y una imagen de la persona. ¡°Es una manera de poner cara a una serie de personajes, mayormente de la corte absolutista, desconocidos hasta la fecha¡±, apunta Carranco. Entre las tarjetas, est¨¢ una de Elisabeth, la emperatriz de Austria, la famosa Sis¨ª. ¡°Los borbones exiliados y Sis¨ª tuvieron relaciones, no sabemos si de amistad, pero coincidieron en numerosas fiestas y bodas. Adem¨¢s, Sis¨ª antes de ser emperatriz, fue la ¨²ltima reina del reino lombardo-v¨¦neto, que acogi¨® encantado a la corte carlista. A ella le gustaba mucho Espa?a, incluso asisti¨® a una corrida en Sevilla¡±, fija Carranco.
El af¨¢n omn¨ªvoro y compulsivo del coleccionista catal¨¢n se refleja tanto en las condecoraciones y los documentos con firmas aut¨®grafas de caudillos carlistas como Cabrera o Zumalac¨¢rregui o cuadros y dibujos (alguno del pintor y militar Josep Cusachs), como en la biblioteca, de m¨¢s de un millar de t¨ªtulos, algunos repetidos (¡°deb¨ªa comprar por lotes y todo coleccionista, ante la duda de si tiene o no, compra¡±, fija el estudioso). Tambi¨¦n se detecta en el m¨¢s de medio millar de publicaciones peri¨®dicas, con una nutrida serie de ejemplares de corte sat¨ªrico o de denuncia que convierte esa colecci¨®n en algo ¨²nico, y en los n¨²meros de la revista La Margarita, cabecera inspirada en la que fuera esposa del ¨²ltimo pretendiente del siglo XIX, Carlos VII, populares por su participaci¨®n en los campos de batalla en la Tercera Guerra Carlista.
¡°Cualquier amante de la historia puede estar interesado en todo esto, no s¨®lo las instituciones¡±, perfila como posibles compradores Carranco, que apunta que han agrupado los lotes seg¨²n ¨¢reas tem¨¢ticas y geogr¨¢ficas. Y concluye: ¡°Acercarse a este archivo, especialmente a las cartas, es como poner la oreja detr¨¢s de la puerta de una ¨¦poca¡±.
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