Viejas m¨²sicas en un nuevo mundo
Joan Garriga present¨® en el Poble Espanyol su nuevo cancionero con el Mariatxi Gal¨¤ctic
El tiempo a lo suyo, pasando poco a poco, y el p¨²blico tambi¨¦n, haci¨¦ndose a unas costumbres que hace medio a?o se hubiesen considerado disparatadas. Lo dec¨ªa Blades, la vida da sorpresas, y mientras nos acostumbramos a ellas el tiempo a lo suyo, pasando. El Cru?lla es un festival muy meticuloso con el cumplimiento de las normas covid, y Joan Garriga un artista que hace de la fiesta popular una l¨ªnea de discurso social, un acicate de conciencias a las que sacude con el baile, la expansi¨®n y el roce. Se enfrentaban, por as¨ª decirlo, las nuevas contenciones con las viejas querencias, rescoldos de un mundo a¨²n humeante en el que no era pecado tocarse. En el Pueblo Espanyol, en su plaza central, en un espacio arquitect¨®nicamente irreal, como record¨® Garriga para a?adir extra?ezas a la situaci¨®n, las sillas recordaban la vinculaci¨®n de cada espectador con su espacio, una manera de maniatar el baile circunscribi¨¦ndolo a un reducido radio de acci¨®n. Dos mundos frente a frente.
Abri¨® tranquilo, en plan balada, cantando a la luna desde su ¨²ltimo disco, El ball i el plany, el que firma con El Mariatxi Gal¨¤ctic. Los cuatro m¨²sicos sentados, como invitando a un concierto m¨¢s pausado. Sillas y mesas bajo una noche de verano, los m¨²sicos al abrigo de una especie de jaima y la luz del d¨ªa resisti¨¦ndose a marchar. Acorde¨®n, bajo, guitarra y bater¨ªa, lo justo y necesario para iniciar un camino por la m¨²sica popular que sigui¨® con buenas noticias, Fa bon temps, mientras la asistencia se remov¨ªa en sus localidades. S¨ª, parec¨ªa posible escuchar a Joan Garriga presentando su nuevo material y no consumirse en vida sentado. La organizaci¨®n, f¨¢cilmente localizable pues sus componentes eran los ¨²nicos en pie en el recinto, conten¨ªa la respiraci¨®n ¡°si nos comportamos, esto durar¨¢¡±, dec¨ªa Jordi Herreruela, director del Cru?lla, ante uno de los conciertos m¨¢s peliagudos, por bailable, de su programaci¨®n. Jordi tiene muy madurado este nuevo mundo: ¡°las letras ganan peso en este formato, no podemos trabajar como lo hemos hecho hasta ahora y soy prudente para datar la vuelta de los conciertos normales¡±, tres frases como tres soles que sugieren lo que todo el mundo augura: tenemos por delante meses de baile surplace y multitudes eludidas. Veremos c¨®mo estamos el pr¨®ximo verano, esto no es flor de un d¨ªa.
Como tampoco la carrera de Joan, un alquimista de ritmos que retratan a generaciones pasadas y muestran una creciente vigencia en nuestros d¨ªas. El mundo latino en el que chapotean rumba, cumbia, rancheras, reggae y ra? entre muchos otros tropezones de ese ¡°gumbo¡± bailable que todo lo hermana dando carta de naturaleza a la frase de Jorge Pardo, el que puso jazz en el flamenco de Paco de Luc¨ªa, en su documental Trance: ¡°toda pureza es una mezcla olvidada¡±. En ese olvido de m¨²sicas nada Joan, y cantaba: ¡°Me voy a beber el bar entero porque me siento bien / me voy a beber el bar entero y da igual los porqu¨¦s¡±. Con esta pieza, Cari?osa, el p¨²blico ya estaba en pie, seguir¨ªa con la moruna Leila, no parar¨ªa con Ballem y Volant y se dejar¨ªa, en suma, ovillar en la tupida red de ritmos populares del cuarteto. Las viejas m¨²sicas en el nuevo mundo y El set¨¨ cel sonando en la parte final del concierto, 45 a?os despu¨¦s de que Sisa la cantase en Canet un 26 de julio rodeado por los desperdicios de una multitud. Otros tiempos.
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