La reencarnaci¨®n convergente
Los herederos del pujolismo tratan de articular una fuerza pol¨ªtica que le permita prolongar el control de la Generalitat ejercido durante 33 a?os
Hay partidos que se mimetizan en extremo con las sociedades en las que act¨²an, hasta que a veces se hace dif¨ªcil distinguir qu¨¦ fue primero. Es el caso de la Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) de Jordi Pujol (y sus derivados de los ¨²ltimos a?os), que ha presidido la Generalitat de Catalu?a durante 33 de los 40 a?os transcurridos desde las primeras elecciones auton¨®micas en la presente etapa democr¨¢tica. Pero no es una excepci¨®n, no ha sido la ¨²nica fuerza pol¨ªtica que ha alcanzado tan elevada cota de permanencia en el poder. El PNV ha gobernado Euskadi durante 37 de los 40 a?os de vigencia de su Estatuto de Autonom¨ªa. El PSOE lo ha hecho durante 36 de los 38 a?os de r¨¦gimen aut¨®nomo en Andaluc¨ªa. El PP ha dirigido la Xunta de Galicia durante 31 de los ¨²ltimos 38 a?os. No sucede solo en Espa?a. Baviera es el ejemplo m¨¢s extremo: la derecha socialcristiana b¨¢vara gobierna ese estado alem¨¢n desde 1945, con un breve lapso de menos de un a?o.
En todos estos casos se trata de partidos que han tenido la irrepetible oportunidad hist¨®rica de levantar desde pr¨¢cticamente cero las estructuras de gobierno y las administraciones regionales de sus respectivas comunidades. Eso les ha permitido mimetizarse si no con la sociedad entera, s¨ª con una administraci¨®n de dimensiones enormes y una gran capilaridad social y territorial. De manera que, d¨¦cadas despu¨¦s, en Catalu?a el r¨¦gimen de autonom¨ªa y su aparato administrativo se identifica y confunde con los gobiernos de CiU; en el Pa¨ªs Vasco con los del PNV; en Andaluc¨ªa con los del PSOE; y en Galicia con los del PP.
Se trata de una caracter¨ªstica ya conocida de los poderes regionales. La proximidad permite el mejor conocimiento de una sociedad, pero tambi¨¦n favorece el clientelismo, el control social, el amiguismo, las corrupciones. Todos ellos son riesgos que crecen precisamente con la permanencia excesiva de un partido en el poder. Solo la alternancia ayuda a esquivar estos peligros y en Catalu?a es obvio que la alternancia ha sido escasa, insuficiente: 7 a?os de gobiernos de izquierdas por 33 del centroderecha nacionalista.
Cuando menos lo esperaban sus dirigentes, sin embargo, la corrupci¨®n mat¨® a CiU y manch¨® irremediablemente la imagen del pujolismo. Eso ha planteado un inesperado problema pol¨ªtico al centro derecha catal¨¢n. Un eventual vac¨ªo de representaci¨®n. ?Va a quedarse la derecha catalanista sin partido propio? ?En qu¨¦ partido podr¨¢n depositar su confianza los sectores sociales que la han entregado fielmente a CiU desde 1980? Desde 2015 han sido creadas desde el n¨²cleo central de Converg¨¨ncia varias marcas y f¨®rmulas para seguir representando lo mismo con otros nombres y as¨ª mantener la fidelidad de los votantes de CiU. PDeCAT, Junts per Catalunya, Partit Nacionalista Catal¨¤ y otros surgidos como brotes tanto de Uni¨® como de Converg¨¨ncia. Las elecciones municipales y generales han demostrado que este electorado no se ha dispersado, pese al duro golpe psicol¨®gico y pol¨ªtico que han representado el descubrimiento de la financiaci¨®n ilegal de los dos partidos de CiU y la confesi¨®n de Jordi Pujol sobre la fortuna de su familia en Andorra. Ahora mismo, la fuerza pol¨ªtica que ha estado 33 a?os sobre 40 al frente del Gobierno catal¨¢n debate y maniobra para alargar otros cuatro a?os, otra legislatura, su marca de permanencia.
El r¨¦gimen de autonom¨ªa en Catalu?a y su aparato administrativo se confunde con los gobiernos de CiU
El dilema se centra en escoger entre dos prioridades. Una es apostar por la independencia sobre cualquier otra consideraci¨®n u objetivo y situarse directamente como una fuerza rupturista, al menos en lo que refiere a la organizaci¨®n territorial del Estado. Esta est¨¢ siendo la opci¨®n de Carles Puigdemont y el grueso de los dirigentes que le acompa?aron en la deriva del periodo 2015-2017. Se inclinan por mantenerse como una organizaci¨®n de contornos ideol¨®gicos laxos, populistas, como un movimiento de liberaci¨®n nacional que cobija gentes de or¨ªgenes pol¨ªtico-ideol¨®gicos diversos, unidos por la pasi¨®n nacional.
Frente a esta opci¨®n se halla la de quienes priorizan alzar la bandera del centroderecha liberal catalanista, la que ha apostado hist¨®ricamente por el autonomismo, renuncia a las aventuras unilaterales, pero no pone l¨ªmites a las aspiraciones nacionales. Esa era la posici¨®n del PDeCAT, el partido creado en 2015 para suceder directamente a Converg¨¨ncia, del que se ha desgajado la fracci¨®n ahora constituida en Partit Nacionalista Catal¨¤, precisamente a causa de su rechazo del rupturismo y el unilateralismo de Puigdemont y sus seguidores.
Sea cual sea el desenlace, en estos momentos todo indica que la futura representaci¨®n pol¨ªtica del centroderecha catal¨¢n surgir¨¢ de los restos de la propia Converg¨¨ncia. Ni Ciudadanos ni el PP se han interesado, ni seguramente podr¨ªan, atraer a estos sectores sociales.
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