Casi todos los prismas de la pobreza
C¨¤ritas ayuda a 40.000 personas con demandas que se han disparado a causa de la pandemia por la covid-19
Para Yolanda el viernes pasado era el primer d¨ªa de playa. Madre de una ni?a de 10 a?os, participaba con su hija y una quincena m¨¢s de chavales, dos monitores y dos voluntarios en una de las salidas del Centre Obert de Torre Bar¨®, uno de los dispositivos de C¨¤ritas en el barrio de Bacelona con la renta per c¨¢pita m¨¢s baja. Todos se somet¨ªan al control de temperatura antes de coger el tren que los llevar¨ªa hasta la playa de Badalona. ¡°Pues me hace mucha ilusi¨®n, un d¨ªa de tranquilidad despu¨¦s de todo lo que llevamos encima¡±, explica Yolanda. ¡°Lo que llevan encima¡± es el azote del coronavirus en todas sus consecuencias: su madre muri¨® el 30 de marzo, su padre tambi¨¦n estuvo ingresado ¡ª¡±y todav¨ªa est¨¢ floj¨ªsimo¡±, dice¡ª ella no puede trabajar por una lesi¨®n y no se ve¨ªa capaz de ayudar a su hija con el trabajo escolar durante el confinamiento. ¡°Pero hoy toca pasarlo bien¡±, zanja.
La del viernes era una actividad al aire libre, como la mayor¨ªa que organiza este casal: ¡°Porque es la mejor manera de guardar las distancias y porque, adem¨¢s, han pasado tres meses encerrados. Ahora hay que estar fuera¡±, resume Hildoara, responsable del centro de Torre Bar¨® que programa actividades extraescolares durante el curso y el casal para 50 ni?os y adolescentes entre 6 y 14 a?os. Un centro que durante la pandemia reparti¨® tabletas y ordenadores en pr¨¦stamo a las familias que no ten¨ªan esos recursos. Y eran muchas. La mayor¨ªa de las familias que atienden son inmigrantes. ¡°Hace a?os eran gitanos, ahora son los menos, y lo m¨¢s frecuente son familias latinas y tambi¨¦n marroqu¨ªes y pakistan¨ªes. Y familias monoparentales de madres que huyen de la violencia¡±, a?ade.
Este recurso de C¨¤ritas forma parte de uno de los siete grandes programas de la entidad con un impacto directo en las familias con menos recursos, que son las que se han visto m¨¢s castigadas por la pandemia. Entre abril y mayo pasado, los servicios de primera respuesta de C¨¤ritas atendieron a 10.700 personas, el doble que en el mismo periodo de 2019. Y los dispositivos de la entidad en las parroquias prestaron ayuda a 40.000 personas de la Di¨®cesis de Barcelona en esos dos meses con el agravante de que la mitad de ellas era la primera vez que acud¨ªan a C¨¤ritas.
Entre ellas, gran parte de la comunidad filipina de Ciutat Vella, empleada en la hosteler¨ªa y en el servicio dom¨¦stico y muchas veces en econom¨ªa sumergida. El mi¨¦rcoles acud¨ªan a recoger la tarjeta monedero que C¨¤ritas les ha facilitado, algunas mujeres, ya con el carro para ir a comprar a la salida de la oficina de la plaza Nova de Barcelona.
¡°Muchos ten¨ªan que cobrar el ERTE pero el problema han sido los retrasos y una econom¨ªa muy justa para aguantar un mes sin ingresos¡±, apunta Llu?sa Sebasti¨¤, una de las responsables de esa oficina. Para dar una idea de las emergencias econ¨®micas que han atendido, explica que antes de la covid las ayudas econ¨®micas mensuales ¡ªla mayor¨ªa para el realquiler de habitaciones¡ª no iban m¨¢s all¨¢ de 200.000 euros y desde abril pasado la media es de 450.000 mensuales: ¡°No lo podemos sostener m¨¢s tiempo¡±. El ir y venir en esa oficina es constante. Tambi¨¦n es all¨ª donde se hace la formaci¨®n de los voluntarios que han experimentado un cambio notable a ra¨ªz de la pandemia: ¡°Se apuntaron unos 600, muchos de ellos, j¨®venes¡±.
La pandemia ha tenido otros efectos colaterales en algunos de los programas de la entidad. Un centro de atenci¨®n a j¨®venes de la Barceloneta se ha reconvertido en un punto de distribuci¨®n de alimentos y tarjetas monedero. Juanma Camacho es el educador social que trabajaba con los chavales que iban al centro y ahora es el encargado de la gesti¨®n de las ayudas que se distribuyen a 400 familias, a las que conoce por sus nombres.
Otra importante funci¨®n de C¨¤ritas, la inserci¨®n laboral, tambi¨¦n ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempos. Las aulas del centro ocupacional de la calle de Aurora est¨¢n vac¨ªas porque se han suspendido las actividades colectivas. En uno de los despachos, Carla atiende, previa cita, a las personas que acuden a C¨¤ritas para entrar en bolsas de trabajo. Frente a ella, Pepe, un peruano con experiencia en el cuidado de personas, se queja de que la polic¨ªa se extralimita con los migrantes y exhibe una multa que le pusieron por no llevar bien colocada la mascarilla: ¡°Me amenaz¨® con la expulsi¨®n por no tener los papeles¡±.
Bancos con cajas de leche en polvo
En una de las salas de la sede central de C¨¤ritas en la plaza Nova ¡ªque atesora un espl¨¦ndido tramo de la muralla de Barcelona¡ª lucen varios bancos de madera. Se hicieron con las cajas en las que viajaron toneladas de leche en polvo, donativo de una comunidad cat¨®lica de Estados Unidos. Eso ocurr¨ªa en los ¨²ltimos a?os de la postguerra y aquellas cajas se ensamblaron en robustos bancos. ¡°Aqu¨ª siempre se aprovecha todo¡±, ironizan en la oficina. C¨¤ritas, que el a?o pasado tuvo un presupuesto de 24 millones de euros, se nutre en un 80% de fuentes de ingresos privadas. Cuenta con casi 7.400 socios y donantes. Algunos de ellos no dejaron de acercarse a las oficinas, que no cerraron ni un d¨ªa durante el confinamiento: ¡°Hay gente mayor que sigue viniendo para dar el donativo en efectivo. Lo que sea, pero quieren venir¡±.
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