El impacto de un ¡®boomerang¡¯ imprevisto
Narc¨ªs Molins fue un periodista catal¨¢n que, como Manuel Chaves Nogales o Josep Pla, estuvo en la revoluci¨®n de Asturias de 1934 y escribi¨® una joya olvidada de la cr¨®nica period¨ªstica
En la madrugada del 5 de octubre de 1934, fieles a una convocatoria de huelga general que fracas¨® en el resto de Espa?a, los mineros de Asturias se alzaron contra las autoridades y tomaron el control de ayuntamientos y cuarteles de la Guardia Civil. El gobierno de la Rep¨²blica sofoc¨® con la m¨¢xima dureza la revuelta, pero se tard¨® dos semanas en derrotar la ¡°Comuna asturiana¡±. El balance se resume en unas cifras tr¨¢gicas: hubo cerca de 1.500 muertos, much¨ªsimos heridos y m¨¢s de 30.000 prisioneros que sufrieron las consecuencias de la represi¨®n.
En Oviedo se torturaba en todas las c¨¢rceles y cuarteles, pero el sitio m¨¢s siniestro era el antiguo convento de las monjas Adoratrices; estaba bajo el mando del capit¨¢n de la Guardia Civil Nilo Tello, que actuaba con la ayuda del agente de vigilancia Bl¨¢zquez, un sargento de cornetas ¡ªde nombre Manzano¡ª, y un ch¨®fer llamado Abelardo G¨®mez, que ¡°cuando estaba cansado de pegar y en plena embriaguez de sangre, llegaba a morder la cara y el cuerpo de los torturados¡±. Los tormentos se realizaban de acuerdo con una especie de m¨¦todo a partir de tres sistemas que variaban seg¨²n las fantas¨ªas de los autores y seg¨²n la resistencia f¨ªsica o moral de los torturados. Hab¨ªa, en primer lugar, el trimotor, que consist¨ªa en atar atr¨¢s los brazos del preso y colgarlo del techo; en muchos casos se colocaban pesos en los pies y en el cuello y les daban un movimiento de balanceo. En segundo lugar, estaba el ba?o mar¨ªa, que no era otra cosa que desnudar al detenido y mantenerlo varias horas en un ba?o de agua helada hasta que, abatido por el fr¨ªo, lo sacaban y le daban una buena paliza, pero tambi¨¦n cab¨ªa otra posibilidad: de s¨²bito, lo colocaban en un recipiente con agua casi hirviendo. Y hab¨ªa, en fin, el tubo de la risa: las v¨ªctimas pasaban por entre dos filas de militares, que dejaban caer sobre su cuerpo los fusiles o lo azotaban con vergajos.
Son algunos de los datos que proporciona amargamente Narc¨ªs Molins i F¨¤brega (Beud¨¤, 1901, o 1906, o 1910- Cuatla, M¨¦xico, 1964), un periodista catal¨¢n que, como Manuel Chaves Nogales, Jos¨¦ Fern¨¢ndez D¨ªaz y Josep Pla ¡ªaunque este no parece que saliera mucho del hotel¡ª, tambi¨¦n estuvo all¨ª para describir la ¡°revoluci¨®n social a la manera rusa¡± que pudo triunfar en la regi¨®n gracias al frente ¨²nico de la Alianza Obrera. El resultado de su viaje a la zona de conflicto fue una joya olvidada de la cr¨®nica period¨ªstica, UHP. La revoluci¨® prolet¨¤ria d¡¯Ast¨²ries, publicado en 1935 por la editorial Atena, un libro que tuvo tal ¨¦xito que se agot¨® en pocos meses: en aquella ¨¦poca todo lo relativo al Octubre asturiano era le¨ªdo con pasi¨®n en Catalu?a porque se ten¨ªa el sentimiento de no haber estado, con el alzamiento de Llu¨ªs Companys contra la Rep¨²blica, a la altura de la gesta de los trabajadores asturianos.
La versi¨®n original no ha sido reeditada jam¨¢s, y, con suerte, puede encontrarse aun en alguna librer¨ªa de lance la traducci¨®n castellana que public¨® en 1977 Ediciones J¨²car con pr¨®logo de Wilalbaldo Solano. Si alguien se atreve a recorrer su extenso cat¨¢logo de ultrajes e ignominia, le ser¨¢ dado descubrir un prodigio de intensidad narrativa, un documento estremecedor y crudo de la violencia institucionalizada, el alcance de la peligrosidad del pensamiento ingenuo, y el pulso moral de un escritor autodidacta que cuenta con mano maestra lo que escucha, siente y huele, el dolor de una sociedad rota, la ira desatada, la intuici¨®n del enquistamiento de una crisis: ten¨ªa raz¨®n Jordi Amat cuando en el pr¨®logo a Tres periodistas en la revoluci¨®n de Asturias (Libros del Asteroide, 2014) afirmaba: ¡°Esa es la funci¨®n literaria, hoy, del mejor periodismo de ayer. Recibir el impacto de un boomerang imprevisto. Hacernos revivir como contempor¨¢neo hechos trascendentes del pasado¡±.
La misma l¨ªrica de la violencia se encontrar¨¢ en los textos m¨ªnimos, de una carga emocional de potencia casi religiosa, que ilustran verbalmente los dibujos que el pintor Josep Bartol¨ª hizo para Campos de concentraci¨®n (1939-194...), y hay que suponer que el tercer libro que public¨® Narc¨ªs Molins i F¨¤brega, El c¨®dice mendozino y la econom¨ªa de Tenochtitl¨¢n (1956), cuando ya resid¨ªa en el exilio mexicano y se hab¨ªa licenciado en Antropolog¨ªa, algo guardar¨¢ de su irreductible pasi¨®n marxista. Para alegr¨ªa de los editores del futuro ¡ªhay que ser optimistas¡ª parece ser que existen unas memorias in¨¦ditas, tituladas Quan 3 m¨¦s tres fan 4.
Pon? Puigdevall es escritor y cr¨ªtico literario.
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