¡°Estamos en un letargo, hasta la pr¨®xima oportunidad¡±
Barcelona vive una Diada con mascarillas, sin colapsos, colas ni manifestantes del resto de Catalu?a
Mascarillas y actos con aforo limitado e inscripci¨®n previa. Pero ni miles de autocares. Ni trenes abarrotados. Ni multidudes coloridas en el centro. Ni colas en bares, supermercados 24 horas o lavabos. Ni vendedores de senyeres o agua fresca. Ni familias con tres generaciones comiendo de picnic con la estelada por mantel. Ni la red de telefon¨ªa colapsada. Habituada como estaba Barcelona a las grandes manifestaciones de la Diada desde 2012, la de ayer fue una jornada tranquil¨ªsima. De hecho, hab¨ªa m¨¢s gente en los barrios que en la mayor¨ªa de puntos c¨¦ntricos donde la Assemblea Nacional Catalana (ANC) convoc¨® actos de protesta.
La Diada en tiempos de pandemia, con decenas de actos por toda Catalu?a, vallados, con control de acceso y un gran celo en respetar medidas sanitarias y distancias, cort¨® la movilidad hacia la ciudad. No fue as¨ª de la urbe hacia la playa y la monta?a, no: las ganas de rematar el verano con tres d¨ªas de puente provocaron kilom¨¦tricos atascos en la salida de la ciudad.
Con todo, la fidelidad de muchos manifestantes independentistas est¨¢ a prueba de tiempos extra?os y temor al coronavirus y no faltaron a las convocatorias de la ANC. Puntuales a las 16.30 horas, Manel y Carme llegaban a la plaza de la Universitat: camisetas azules de esta edici¨®n de la Diada y taburete plegable, que son veteranos en las protestas y saben lo cansadas que son. Se hab¨ªan inscrito en una convocatoria de la zona alta de la ciudad, pero les avisaron de la organizaci¨®n que se suspend¨ªa y les ofrecieron acudir a Universitat. El poco ambiente pesaba cuando entraron, les tomaron la temperatura y les facilitaron gel para las manos. Quedan lejos esas Diadas en las que el independentismo aseguraba que ho tenim a tocar¡±, una frase que podr¨ªa traducirse como que ya falta muy poco. ¡°Estamos en letargo, hasta la pr¨®xima vez que haya una oportunidad. Falta tiempo¡±, se?alaba Manel.
Esperando para entrar en el acto central, en la plaza de Letamendi, elegida porque alberga la sede de la Agencia Tributaria del Ministerio de Hacienda, estaba apenada por el poco ambiente Maria Cat¨¤. ¡°Me he pateado la ciudad, siempre hab¨ªa tanta gente, en el metro, en los bares, es todo tan distinto que parece el puente de agosto¡±, lamentaba.
La frialdad del ambiente se traslad¨® incluso al interior del propio acto, donde a los asistentes, separados en sillas individuales, les cost¨® aplaudir los parlamentos de los l¨ªderes de la Assemblea y ?mnium.
Terminadas las protestas de la ANC, se celebr¨® una protesta convocada por los CDR, y no comunicada, donde no se guardaron las distancias y al final se quem¨® un mu?eco con la cara del Rey Felipe VI. En Girona, en un acto donde hab¨ªa 400 inscritos, comenz¨® con sillas vac¨ªas. Y en Lleida el acto consisti¨® en una caravana de coches.
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