Inhabilitado un concejal del PSC por favorecer a un patriarca de La Mina
Juan Carlos Ramos pag¨® con dinero p¨²blico a ¡®T¨ªo Cristina¡¯ para evitar la ocupaci¨®n de pisos de protecci¨®n oficial en el barrio
Juan Carlos Ramos, un concejal del PSC en el Ayuntamiento de Sant Adri¨¤ de Bes¨°s, ha sido condenado a una pena de inhabilitaci¨®n por sus tratos con un patriarca del barrio de La Mina. Ramos no podr¨¢ ejercer cargos p¨²blicos durante nueve a?os despu¨¦s de que la justicia haya concluido que contrat¨® de forma irregular servicios de vigilancia en viviendas p¨²blicas de La Mina a empresas controladas por clanes gitanos.
La sentencia condena por un delito de prevaricaci¨®n a Ramos y a los otros tres acusados; entre ellos, el patriarca, conocido como T¨ªo Cristina, con el que ten¨ªa un intenso v¨ªnculo -como muestran las llamadas telef¨®nicas entre ambos- y que controlaba, de facto, la seguridad en los pisos de protecci¨®n oficial. El tribunal aplica al patriarca la atenuante de confesi¨®n, ya que reconoci¨® los hechos durante su declaraci¨®n en el juicio.
Entre 2012 y 2016, el Consorcio del Barrio de la Mina -un organismo que busca el desarrollo econ¨®mico y social de un barrio degradado por el tr¨¢fico de drogas- contrat¨® a cinco empresas para vigilar una promoci¨®n de 422 viviendas de protecci¨®n oficial. El organismo pretend¨ªa que, antes de ser entregadas a sus propietarios, las viviendas no fueran ocupadas. Los contratos (y por lo tanto el dinero p¨²blico) acabaron en manos de empresas controladas por clanes gitanos. Esos clanes, subraya la sentencia, han asumido ¡°un poder de hecho al margen del ordenamiento jur¨ªdico, que ha coexistido con los poderes jur¨ªdicos leg¨ªtimos de las distintas administraciones¡±.
Ramos, como vicepresidente del consorcio, ¡°facilit¨®¡± que se mantuviera esa situaci¨®n pese a que conoc¨ªa la ilegalidad, concluye la sentencia. Los contratos obligaban a mantener las viviendas vigiladas durante 24 horas, aunque lo cierto es que la empresa destin¨® un solo trabajador a esa tarea que, adem¨¢s, no siempre acud¨ªa a su puesto. Si hab¨ªa alg¨²n problema, contactaba con T¨ªo Cristina, que ejerc¨ªa su poder en el barrio para evitar que fueran ocupadas.
Las conversaciones telef¨®nicas son elocuentes. El concejal habla con el patriarca: ¡°Es que T¨ªo Cristina, esto va a ser siempre si no est¨¢ usted ah¨ª ya sabe lo que va a pasar... Los ocupar¨¢n todos, no hay m¨¢s¡±. T¨ªo Cristina responde: ¡°Eso mismo... Yo lo que quiero es quedar m¨¢s bien contigo que con este otro se?or¡±. Y Ramos concluye: ¡°Es que los dem¨¢s se ir¨¢n... Nos quedaremos nosotros en el barrio T¨ªo, no hay m¨¢s n¨¢¡±. La investigaci¨®n tambi¨¦n puso de manifiesto que el propio Ramos llevaba a T¨ªo Cristina, en un sobre, el dinero que le correspond¨ªa por la supuesta vigilancia.
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