Las iluminaciones de Trump
El presidente de Estados Unidos ha convertido la campa?a en un carnaval tr¨¢gico y azuzado una nueva guerra civil racista cuando las consecuencias de la Guerra Civil de hace un siglo y medio siguen agazapadas
Supongamos que el experimento Trump se limita solo a la primera legislatura (2017-2020), mejor no pensar siquiera en cuatro a?os m¨¢s. Hace pocos d¨ªas, en un mitin electoral en la costa Este, Trump se vino arriba y dijo literalmente que le hab¨ªan dado¡ dos premios Nobel, uno por su papel en las negociaciones de paz entre Serbia y Kosovo (sic), y otro¡ por algo m¨¢s (¡°for something else¡±). Y que deber¨ªan darle otro m¨¢s ¡°por lo que he hecho en Siria¡±. Sus asesores le pudieron pasar el mensaje de que en realidad lo hab¨ªan propuesto para el premio Nobel. Y tambi¨¦n le hab¨ªan dado el premio ¡°Bah¨ªa de Cochinos¡±, que no existe, y debe hacer referencia al frustrado desembarco en Cuba de cubanos anticastristas en 1961. El descalabro es fenomenal. Y para pararle los pies en las urnas, los electores deber¨ªan tener una s¨®lida determinaci¨®n en defensa de su Constituci¨®n y sus leyes.
Para empezar, en pol¨ªtica exterior en realidad no sabemos qu¨¦ l¨ªnea sigue el Departamento de Estado en relaci¨®n a ?frica, el mundo ¨¢rabe (con la excepci¨®n de la relaci¨®n con Netanyahu y con los Emiratos), y en particular la ¡°no pol¨ªtica¡± en relaci¨®n a L¨ªbano, Siria, y la peligrosa competici¨®n entre Rusia y Turqu¨ªa en dicha zona y en Libia. Sabemos tambi¨¦n que Trump tiene una cargada agenda: debilitar y desmontar cuantas m¨¢s organizaciones internacionales pueda, empezando por Naciones Unidas, la Uni¨®n Europea y la OTAN, y acabando por la OMS.
Trump es racista, mentiroso, mis¨®gino, y el problema es que casi la mitad del pa¨ªs lo sigue, ciegamente
Y desde el punto de vista de la pol¨ªtica interior, Estados Unidos tiene un sistema pol¨ªtico basado en la democracia representativa y lo que se denomina una divisi¨®n r¨ªgida de poderes (entre el legislativo, el ejecutivo y el judicial). Nos ofrece un balance de m¨¢s de dos siglos con una cierta alternancia estable de tipo bipartidista entre republicanos y dem¨®cratas. Ha habido diferentes mayor¨ªas en las dos C¨¢maras del Congreso, y entre presidentes, con un n¨²mero limitado de incidencias (el asesinato de JFK o el Watergate de Nixon) que el propio sistema supo afrontar y gestionar con sus propios mecanismos constitucionales y la intervenci¨®n en su caso del Tribunal Supremo.
Bien, pues todo esto puede entrar en crisis bajo las iluminaciones de Donald Trump. El legado m¨¢s peligroso es dom¨¦stico, Trump ha arrastrado por los suelos las tradiciones, convenciones y costumbres de la democracia americana. Ha convertido esta campa?a electoral en un carnaval tr¨¢gico. Ha azuzado una nueva guerra civil de tipo racial y racista, cuando las consecuencias de la Guerra Civil de hace un siglo y medio siguen agazapadas, y ello en un pa¨ªs con m¨¢s de 200 millones de armas en manos de particulares. Trump es racista, mentiroso, mis¨®gino, y el problema es que casi la mitad del pa¨ªs lo sigue, ciegamente, sin comparaci¨®n con ninguna elecci¨®n anterior. Supongamos que no acepta el resultado, pero no a la manera de G.W. Bush en el 2000, a trav¨¦s de mecanismos legales, que se prolong¨® durante varias semanas. Al final, frente a una versi¨®n muy extendida, no fue el Tribunal Supremo quien hizo presidente a G.W. Bush, lo que hizo este tribunal es determinar un plazo l¨ªmite antes del cual la autoridad electoral del estado de Florida deb¨ªa determinar el ganador en ese estado, que fue Bush. Y Al Gore acept¨® elegantemente el resultado.
Ha entendido que lo que ha cambiado es la fr¨¢gil relaci¨®n entre pol¨ªtica y sociedad
Supongamos que Trump dice que no acepta la derrota y que no se va de la Casa Blanca (literalmente), o que intenta movilizar a las fuerzas federales bajo su autoridad (lo hizo en Portland, Oregon). O que convoca a sus milicianos libertarios armados, a los que ha llamado a estar ¡°alerta¡± (¡°stand by¡±). La propia Constituci¨®n y sus enmiendas no pueden prever supuestos de este tipo. No sabemos qu¨¦ pasar¨¢ si se encierra en lo que el considera ¡°su¡± Casa Blanca. Quiz¨¢ entonces deberemos admitir que Trump ha entendido como nadie que lo que ha cambiado, y se ha multiplicado a trav¨¦s del fango de las redes, es la delicada (y fr¨¢gil) relaci¨®n entre pol¨ªtica y sociedad, en su pa¨ªs y fuera de ¨¦l. Que todo vale para conseguir el poder y para mantenerse en ¨¦l. Que puedes decir una barbaridad tras otra, y la gente como nosotros (de promedio) piensa ¡°?y ahora qui¨¦n va a votar a este chiflado?¡± Mujeres por Trump, negros (perd¨®n, afroamericanos) por Trump, hispanos por Trump, ejemplos de grupos que han ido apareciendo, da igual que sean poco numerosos (excepto las mujeres por Trump), pero refuerzan el instrumento m¨¢s peligroso de Trump: la pol¨ªtica no va de pol¨ªtica, va de dividir y enfrentar.
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