De Trump a Ayuso
La presidenta de Madrid es el icono, el poder, la doctrina. Nadie pinta en su entorno. Va a su aire, aun a riesgo de hacer el rid¨ªculo, porque sabe que escandalizando no hace m¨¢s que consolidar su imagen
Cuando Estados Unidos est¨¢ a punto de cerrar la era Trump, aqu¨ª justo acaba de llegar el primer ensayo de trumpismo. Hasta el momento, en Espa?a, la oleada de populismo de derechas hab¨ªa entrado por la v¨ªa tradicional del pensamiento reaccionario, la arrogancia machista, el fundamentalismo cat¨®lico, las proclamas patri¨®ticas; en suma, la herencia de la dictadura. Vox era el estandarte que marcaba el paso al PP, un partido al que el estilo Rajoy hab¨ªa dejado casi sin aliento ideol¨®gico y que habita en el resentimiento por el descalabro de la moci¨®n de censura.
La fragmentaci¨®n aleja a la derecha del poder, mientras, con gran estupefacci¨®n en los salones conservadores, el Gobierno de coalici¨®n, contra las profec¨ªas interesadas, se ha ido consolidando a pesar de la que est¨¢ cayendo. En tiempos de revuelta independentista, el ne¨®fito Casado intentaba moverse entre el blandir de banderas de la plaza de Col¨®n y los gestos de distanciamiento para aislar a Vox, que le pisaba los talones, pero nada se mov¨ªa en una escena en la que la confrontaci¨®n se estaba convirtiendo en un penoso ruido parlamentario cada vez m¨¢s burocratizado. Y de pronto sali¨® Isabel D¨ªaz Ayuso, con una imagen de descaro e insolencia, a la que alguien ¡ªy no es dif¨ªcil imaginar qui¨¦n¡ª est¨¢ sabiendo dotar de un guion cada vez m¨¢s netamente trumpista. Si Casado ha confiado su discurso a un duro de derechas con escasa cintura como Teodoro Garc¨ªa Egea, Ayuso perfila su trazo con el afilado estilo de Miguel ?ngel Rodr¨ªguez.
Conforme al modelo Trump, todo se concentra en ella: ella es el icono, ella es el poder, ella es la doctrina. Nadie pinta en su entorno, ni el partido, ni los socios. Y el m¨¦todo es la frivolidad sin complejos, como m¨¦todo de singularizaci¨®n: va a su aire, aun a riesgo de hacer el rid¨ªculo, porque sabe que escandalizando a los profesionales del sentido com¨²n no hace m¨¢s que consolidar su imagen. Y as¨ª puede presentarse como una persona libre de las ataduras partidistas y de las reglas no escritas del oficio, como modo de llegar a una gente que culpa de sus desgracias a la pol¨ªtica convencional. Da igual que Zendal no tenga ni m¨¦dicos, ni quir¨®fanos, ni pacientes; es y ser¨¢ el mejor hospital del mundo, porque ella lo dice.
Ayuso tiene que demostrar permanentemente que hace y dice lo que la da la gana. Y a veces incluso acierta: ¡°No todos somos iguales ante la ley¡±. Y en este af¨¢n de marcar espacio propio, de Madrid al cielo: ¡°Madrid es Espa?a y Espa?a es Madrid¡±. De capital a sujeto pol¨ªtico singularizado convertido en principio y final del pa¨ªs. Es este su peculiar nosotros que genera un rechazo perif¨¦rico que no va mal a sus objetivos. Todo vale en la construcci¨®n de un discurso en el que la realidad no importa. Lo que quieren o¨ªr los suyos son mensajes con los que identificarse que les permitan surfear con la ilusi¨®n de salir del malestar y de castigar a los malos, figura central del trumpismo.
Y, naturalmente, el discurso se completa con las fabulaciones conspiratorias. Es cuesti¨®n de repetir una y mil veces ¡°la amenaza socialcomunista¡± de los que quieren hacer de este pa¨ªs una Venezuela en conspiraci¨®n con el perverso separatismo que busca destruir Espa?a. Con la teor¨ªa del complot se les niega la condici¨®n de dem¨®cratas a los adversarios, convertidos as¨ª en enemigos. Y, por tanto, vale todo. En una confrontaci¨®n que personaliza Ayuso, m¨¢s all¨¢ de castas y partidos. Ella es Madrid, envidia de los resentidos perif¨¦ricos, que quieren destruir Espa?a. Las acusaciones de dumping fiscal son un halago: la gente buena se viene a Madrid a beneficiarse de ello. Poco importa que sea la comunidad que recauda m¨¢s y la que invierte menos, todas las cr¨ªticas tienen la misma respuesta. Es el resentimiento de los enemigos de Espa?a lo que se despliega contra Madrid. Ayuso y los dem¨¢s, esta es la estrategia. ?Tendr¨¢ empaque suficiente para aguantar o se la llevar¨¢ el viento? ?Arrastrar¨¢ al partido o ser¨¢ arrastrada por ¨¦l?
Poco a poco, la propia prensa de la derecha se va pasando, unos con m¨¢s descaro que otros, al espect¨¢culo Ayuso. Ahora falta ver, si Ayuso no derrapa en alguna curva, cu¨¢nto tiempo tardar¨¢ el PP en decantarse hacia su lado, aunque sea a rega?adientes. ?Conseguir¨¢ Casado frenarla a tiempo?
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