Toda la carne en el asador
Con la candidatura del ministro Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat, el PSC lanza el mensaje de que quiere y puede ganar las elecciones auton¨®micas del 14 de febrero
Los socialistas han emitido el mensaje de que van a por todas en las elecciones catalanas del 14 de febrero. Y lo han hecho lanzando el cohete m¨¢s potente de que disponen en estos momentos. Salvador Illa, el ministro de Sanidad en el Gobierno de Espa?a desde enero de este a?o, encabezar¨¢ sus listas y ser¨¢ candidato a la presidencia de la Generalitat. Con la entrada de Illa en liza, el PSC se coloca en una carrera que hasta ahora parec¨ªa un juego de dos reservado a los candidatos independentistas Pere Aragon¨¨s, de ERC, y Laura Borr¨¤s, de Junts.
El PSC fue el principal damnificado por la polarizaci¨®n entre independentistas y espa?olistas en las elecciones al Parlament de 2017, de las que surgi¨® una mayor¨ªa absoluta soberanista, pero en las que el partido m¨¢s votado fue Ciudadanos, con el 25% de los sufragios y 36 diputados. Los socialistas, encabezados en esa ocasi¨®n por Miquel Iceta, quedaron en cuarta posici¨®n, con un pobre 13,6% de los votos y 17 esca?os.
La potencia del mensaje radica en que los socialistas ponen al frente de su cartel al pol¨ªtico mejor valorado con que cuentan en Catalu?a en estos momentos, aunque eso les obligue a perder un ministro en una posici¨®n muy relevante. Es como si dijeran: ¡°Ponemos toda carne en el asador. Queremos ganar¡±. Tener esta determinaci¨®n es condici¨®n imprescindible para vencer, aunque desde luego no sea la ¨²nica. El perfil mostrado por Illa en el a?o que lleva al frente de la lucha contra la epidemia del coronavirus se ha convertido en un valioso argumento electoral para su partido en la presente coyuntura. Pero es algo que desborda los l¨ªmites de la filiaci¨®n partidista o la simpat¨ªa electoral. Es una oferta de seriedad, humildad, positividad, apuesta sostenida por la colaboraci¨®n institucional, la negociaci¨®n y el di¨¢logo. La buena valoraci¨®n que las encuestas otorgan a Illa procede de que su forma de hacer contrasta vivamente con los modos tremendistas y guerracivilistas con los que las derechas atacan a todo lo que les huele a progresista, tanto en el escenario catal¨¢n como en el espa?ol, y se aleja al mismo tiempo de las soluciones m¨¢gicas y las propuestas ilusorias con las que los independentistas han estado enga?¨¢ndose durante los ¨²ltimos a?os.
Illa es el reverso de los dirigentes de Ciudadanos, que incomprensiblemente se autocalifican como centristas y moderados, mientras un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n exigen c¨¢rcel para sus rivales y hablan de rebeli¨®n y golpe de Estado al referirse al grave conflicto constitucional y pol¨ªtico del que Catalu?a a¨²n no ha salido, del que tanto el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional han dicho en sentencia que no es ni rebeli¨®n ni golpe de Estado. Con esos falsos moderados como competidores, Illa aparece como una excelente baza para recuperar los apoyos perdidos en momentos de polarizaci¨®n extrema. Al poner a Illa al frente de su candidatura, el PSC interpreta, con raz¨®n, que lo que se echa en falta en Catalu?a es sensatez, calma y voluntad de resolver problemas, no de exacerbarlos o enquistarlos.
La apuesta por el todav¨ªa ministro llega despu¨¦s de una d¨¦cada en la que el PSC ha perdido poco a poco la primac¨ªa que ten¨ªa entre la izquierda catalana desde 1977. Los socialistas catalanes ganaron las elecciones legislativas de 2008 con el 45% de los votos, un resultado estratosf¨¦rico, pero luego perdieron las de 2010 frente a CiU; las de 2015 y 2016 frente a En Com¨²-Podem y las dos celebradas en 2019 frente a ERC. Durante este mismo periodo, el PSC perdi¨® el liderazgo en los ayuntamientos de Barcelona, Lleida y Tarragona, entre muchos otros. Su ca¨ªda frente a Ciudadanos en las auton¨®micas de 2017 era tambi¨¦n fruto de este declive general del que ahora quiere salir con esta fuerte apuesta.
La decisi¨®n del PSC tiene el inter¨¦s a?adido de que puede mejorar la correlaci¨®n de fuerzas de la izquierda frente a unas derechas que aparecen como irreconciliables, con el tripartito del nacionalismo espa?olista formado por Ciudadanos, PP y Vox, por una parte, y una derecha catalana nacionalista sumamente dividida entre las diversas marcas que se disputan los votos de la extinta CiU, por la otra.
Salvo que la covid-19 sirva para posponer unos meses unas elecciones a las que la derecha catalana tiene p¨¢nico, las urnas dir¨¢n en febrero si la fiebre ha bajado lo suficiente en Catalu?a como para que sea la hora de los moderados, en este caso, los de la izquierda.
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