M¨¦ritos y miserias
El desarrollo de Catalu?a y Espa?a, son, en buena medida, fruto de Juan Carlos I y de Jordi Pujol
El Rey em¨¦rito, Juan Carlos de Borb¨®n, ha hecho p¨²blica, a trav¨¦s de su representaci¨®n legal, la regularizaci¨®n de una importante deuda con la Agencia Tributaria. L¨®gicamente, la noticia ha tenido una gran repercusi¨®n, suscitando un intenso debate sobre sus consecuencias jur¨ªdicas, pero, tambi¨¦n, sobre cuestiones de enorme calado, como el legado de Don Juan Carlos I, e, incluso, la propia legitimidad de la Monarqu¨ªa.
Salvando las distancias, la situaci¨®n que ocupa hoy en d¨ªa la m¨¢xima atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n es an¨¢loga a la que gener¨® en julio de 2014 la confesi¨®n p¨²blica del muy honorable presidente de la Generalitat Jordi Pujol respecto de su defraudaci¨®n a la Hacienda P¨²blica, cuyas consecuencias procesales est¨¢n a¨²n vivas y determinaron su condena al ostracismo pol¨ªtico y social.
En esencia, m¨¢s all¨¢ de los contingentes intereses pol¨ªticos y el apoyo o rechazo a la instituci¨®n mon¨¢rquica, la cuesti¨®n se contrae a determinar si una mancha (o varias) en la infinita concatenaci¨®n de actos que conforman una trayectoria vital empa?a todos los m¨¦ritos de una persona p¨²blicamente relevante y determina, necesariamente, su encasillamiento en una categor¨ªa que merece el rechazo absoluto y perpetuo de la sociedad.
Quien les habla nunca ha sido un mon¨¢rquico convencido, ni jam¨¢s ha militado en Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya, pero, pese a ello, me parece incuestionable que el progreso, desarrollo econ¨®mico y consolidaci¨®n democr¨¢tica de Catalu?a y Espa?a, son, en buena medida, fruto de los actos y decisiones de Juan Carlos I y Jordi Pujol, especialmente durante la transici¨®n democr¨¢tica, y creo que ello no puede, ni debe, ser suprimido de los libros de historia y la memoria colectiva como consecuencia de las irregularidades que hayan podido cometer en relaci¨®n con sus obligaciones tributarias.
Cuesti¨®n diversa es que deba exigirse a todo cargo p¨²blico y, m¨¢s que a nadie, al Jefe del Estado, un comportamiento sin m¨¢cula y que la justicia no efect¨²e distingos por raz¨®n de nacimiento o cargo. Quienes han merecido elogios por sus virtudes tambi¨¦n son acreedores, en la misma medida, del rechazo por sus dem¨¦ritos, especialmente cuando ¨¦stos afectan, directamente, a la credibilidad y prestigio de las instituciones.
No debe, por tanto, concluirse de la presente reflexi¨®n la m¨¢s m¨ªnima disculpa a determinadas conductas, ni que la culpabilidad de sus autores se vea atenuada por sus logros pasados. Estamos sumidos en una terrible crisis sanitaria y econ¨®mica y, ahora m¨¢s que nunca, nuestros dirigentes deben ser ejemplares y s¨®lo desde esa ejemplaridad podr¨¢ ejercerse un leg¨ªtimo liderazgo que ayude a sobrellevar y, con el tiempo, a superar estos tiempos de zozobra. Pero en todo caso creo que, en justicia, en la balanza que juzga una trayectoria vital deben sopesarse tanto m¨¦ritos como miserias.
Rafael Entrena es abogado
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