El violador de la Vall d¡¯Hebron, el hijo que volvi¨® de prisi¨®n
Jos¨¦ Rodr¨ªguez, condenado a m¨¢s de 300 a?os, muri¨® en el mismo barrio donde creci¨® y aterroriz¨® a cientos de mujeres
¡°Es como si lo viese ahora: ¡®mam¨¢, voy al coche¡±, revive C¨¢ndida Salvador, de 92 a?os, se?alando al zagu¨¢n del piso desde donde se despidi¨® por ¨²ltima vez de su hijo. Jos¨¦ Rodr¨ªguez, El violador de la Vall d¡¯Hebron, ya no regres¨®. ¡°Me qued¨¦ aqu¨ª, en este mismo sof¨¢, esper¨¢ndole¡±, recuerda. Hasta que a la una de la tarde del d¨ªa siguiente, 4 de octubre, una mujer hall¨® su cad¨¢ver en un terrapl¨¦n. La autopsia dice que resbal¨®, cay¨® de una altura de seis metros, choc¨® contra un ¨¢rbol y muri¨®.
El violador de la Vall d¡¯Hebron falleci¨® con 61 a?os a cinco minutos a pie del sexto piso en el que viven sus padres, en el barrio obrero de Canyelles, en Barcelona, adonde regres¨® en 2012 tras pasar casi media vida en prisi¨®n. Hijo de un encofrador y una costurera, fue uno de los peores violadores m¨²ltiples de su tiempo. En 1994, fue condenado a 311 a?os y 8 meses de c¨¢rcel por violar a 12 mujeres y fue absuelto de otras 16 violaciones. Una de las mujeres asegur¨® que la atac¨® en una zona boscosa de la carretera Alta de Roquetes, el mismo lugar donde fue hallado muerto.
¡°No me lo explico¡±, lamenta su madre, sobre el pasado de su hijo, que destroz¨® la vida de sus v¨ªctimas y la de su entorno, adem¨¢s de la suya propia. Cada domingo, a?o tras a?o, sus padres le visitaron en prisi¨®n. ¡°No he disfrutado ni un d¨ªa de mi vida¡±, constata C¨¢ndida. Pero los ocho a?os que estuvo en libertad, hasta su muerte, repite que su hijo se dedic¨® a cuidarla. Cocinaba, planchaba, hac¨ªa la compra. ¡°Como si fueran dos personas distintas¡±, murmura la mujer, en referencia al violador de la Vall d¡¯Hebron y a Pepe, como le llamaban.
Querida por su bonhom¨ªa, ¡°la se?ora C¨¢ndida¡±, como la conocen en el barrio, no ha tenido que soportar malas caras: ¡°Nunca nadie me ha dicho nada¡±. Pero admite que dos meses despu¨¦s de la muerte de su hijo, a¨²n no ha salido a la calle por ahorrarse el qu¨¦ dir¨¢n. En una peque?a habitaci¨®n, ordenada, con un Jesucristo colgado en la pared, siguen las cosas de Pepe, Jos¨¦ Rodr¨ªguez, El violador de la Vall d¡¯Hebron... All¨ª pas¨® su vida en libertad, que recuper¨® con informes que alertaban del elevado riesgo de que volviese a violar.
Hasta su muerte, intent¨® pasar desapercibido. Comprobaba que la calle estuviese despejada antes de salir, caminaba hasta el coche ¡°sin levantar la cabeza, para no comprometer a nadie con el saludo¡± y escapaba hacia el anonimato de la gran ciudad. Nunca m¨¢s trabaj¨® como mec¨¢nico planchista, el oficio que aprendi¨® antes de iniciar su vida en prisi¨®n a los 27 a?os con una primera condena por violaci¨®n y rapto, ni como nada m¨¢s.
¡°Al principio, estaba obsesionado con que hubiese un linchamiento en el barrio, con el rechazo¡± que nunca ocurri¨®, explican fuentes policiales. Los Mossos le hac¨ªan un seguimiento discreto por su peligrosidad. El mayor temor de Rodr¨ªguez era volver a ser noticia. Cuando sali¨® por primera vez en 2007, tras cumplir 16 a?os de c¨¢rcel, salt¨® la pol¨¦mica sobre qu¨¦ hacer con los violadores en serie no reinsertados. Sus padres, casi octogenarios entonces, se escondieron con ¨¦l en un piso en la costa de Granada, donde ten¨ªan familia. Los periodistas le buscaron durante d¨ªas y el debate dur¨® meses en los medios de comunicaci¨®n.
¡°Su primera salida origin¨® mucho miedo, y mucho da?o a las mujeres¡±, explica la abogada Mar¨ªa Jos¨¦ Varela, que defendi¨® a 15 v¨ªctimas. El juicio se celebr¨® en la Audiencia de Barcelona y fue ¡°un desfile de sufrimiento¡±. ¡°Escuchabas a una, a otra, y a otra, haciendo un esfuerzo sobrehumano, alguna no pod¨ªa casi hablar, otras entraban llorando, a otras las ten¨ªan que acompa?ar porque no se sosten¨ªan¡ Acababas que no pod¨ªas m¨¢s de tanto dolor¡±, rememora Varela, mientras ¨¦l asist¨ªa ¡°ausente, como si le diese igual o le resbalase¡±. Tras un a?o en libertad, se le aplic¨® la doctrina Parot (ahora derogada) que le anul¨® los beneficios penitenciarios aplicados al total de su pena, y le oblig¨® a cumplir cuatro a?os m¨¢s de c¨¢rcel, hasta 2012.
¡°La persona que hizo aquellas monstruosidades y la que sale despu¨¦s de 20 a?os no es la misma¡±, analizan fuentes policiales. En la c¨¢rcel, sufri¨® varias palizas y perdi¨® algo de audici¨®n. Una vez fuera, hizo cursos de inform¨¢tica, convencido de que nadie le contratar¨ªa nunca. Y que en ning¨²n caso, jam¨¢s, podr¨ªa tener una pareja. La ¨²nica inquietud de la polic¨ªa eran las amistades trabadas en prisi¨®n. ¡°Hab¨ªa uno con antecedentes tambi¨¦n por temas sexuales¡ Y ¨¦l era bastante d¨¦bil, se dejaba llevar. Le pod¨ªa haber guiado por el mal camino¡±. Pero no pas¨®. ¡°Tambi¨¦n ten¨ªa muy claro que si reincid¨ªa, le ¨ªbamos a pillar a la primera. Ten¨ªamos su ADN y era una persona muy conocida¡±.
Su abogado, Jos¨¦ ?ngel Plaza, se enter¨® de la muerte de Rodr¨ªguez a trav¨¦s de la prensa. Una vez se present¨® en su despacho sin avisar: ¡°Le dije que de sorpresa no viniera. Que antes llamara¡±. Incluso advirti¨® en la porter¨ªa de que si ¨¦l no estaba no le dejasen entrar por si hab¨ªa alguna compa?era sola en el despacho. ¡°Se ofendi¨® much¨ªsimo¡±. La siguiente vez que habl¨® con Rodr¨ªguez fue porque una productora le buscaba para llevarle a los medios. ¡°Me dijo que no quer¨ªa saber nada, y se acab¨®¡±. No volvi¨® a saber de ¨¦l.
¡°Jos¨¦ Rodr¨ªguez no volvi¨® a actuar¡±, aseguran, firmes, fuentes policiales que le trataron. ¡°Quer¨ªa pasar desapercibido. Llevaba una vida muy normal y muy gris¡±. Su madre tambi¨¦n est¨¢ convencida: ¡°Yo estaba tranquila en ese sentido, sab¨ªa que no iba a hacer nada m¨¢s¡±. Llenaba su tiempo ¡°con su m¨®vil, en su habitaci¨®n, con su ordenador¡± y ¡°antes de las diez¡± estaba en casa. En prisi¨®n, nunca quiso someterse a terapia. Y hasta donde llega la memoria de su abogado, el violador de la Vall d¡¯Hebron nunca pidi¨® perd¨®n.
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