Cup se escribe con C de Converg¨¨ncia
Cuesta entenderlo, incluso podr¨ªa parecer que son m¨²ltiples las respuestas, pero el partido anticapitalista catal¨¢n se ha convertido en esa izquierda con la que sue?a cualquier derecha
Primero fue el abrazo del entonces l¨ªder de la CUP, David Fern¨¤ndez, al president de la Generalitat Artur Mas, tras finalizar la consulta ilegal del 9-N en 2015. Luego lleg¨® Antonio Ba?os, quien en el 2016 destac¨® como uno de los mejores exponentes de hacia d¨®nde iba, o tropezaba, la formaci¨®n pol¨ªtica. En aquel entonces, el debate era parecido al actual: ?Qui¨¦n ser¨ªa nuestro nuevo y flamante president del Govern de la Generalitat? Tras d¨ªas de complicadas negociaciones, Antonio Ba?os, con aire ofendido, aunque manteniendo su p¨¢tina de intelectual de izquierda anticapitalista, se descolg¨® con el abandono de su acta de diputado.
?Motivo? ?El escaso inter¨¦s e implicaci¨®n de Converg¨¨ncia en la nacionalizaci¨®n de la banca? ?La imposibilidad de di¨¢logo en la defensa del reparto de riquezas? ?Las posiciones enfrentadas acerca de los gastos que deb¨ªan dedicarse a la sanidad p¨²blica? No. Al parecer Ba?os, f¨¦rreo defensor de la ruptura con Espa?a, no fue capaz de defender la decisi¨®n de su formaci¨®n pol¨ªtica, que no era otra que impedir la investidura de Artur Mas como presidente del Govern de la Generalitat.
Asambleariamente, la formaci¨®n anticapitalista catalana hab¨ªa votado en contra de la investidura del expresident Artur Mas, lo que no era lo mismo, como se vio m¨¢s tarde, que negarle la posibilidad de gobierno a Junts pel S¨ª (otro de los nombres que han utilizado los exconvergentes para despistar). Y al final la CUP acab¨® propiciando la nefasta llegada de Carles Puigdemont como presidente. Una perfecta jugada gattopardiana: cambiar todo para que nada cambie, cambiar a Artur Mas por Carles Puigdemont para que nada cambiase. De modo que la derechizaci¨®n de las cabezas visibles de la formaci¨®n anticapitalista CUP no es de ahora, data de antes del refer¨¦ndum del 1 de octubre del ya lejano 2017, pero quiz¨¢s ahora son menos disimulados.
Ayer, supimos que Junts asumir¨¢ la mitad de las consejer¨ªas, incluidos Econom¨ªa y Asuntos Sociales. O sea, que el acuerdo que le arranc¨® la CUP a ERC era para que los herederos de CIU manejaran la chequera de los fondos europeos, y veremos a ver si alguien se acuerda de la renta b¨¢sica universal que se comprometieron a aplicar los dos primeros. Claro que, no olvidemos, en Catalu?a el eje izquierda-derecha no sirve para explicar la pol¨ªtica, sino que todo es pol¨ªtica identitaria y nacionalismo, lo que acaba siempre aupando al poder al neoliberalismo de barretina.
De nuevo la CUP ha preferido un Govern de la Generalitat con la derecha catalana a uno con los Comuns y, por supuesto, ni se han planteado uno con el PSC, no vaya a ser que el Estado de bienestar reflote. Quieren enga?arnos, pero aunque los anticapitalistas de la CUP repitan que lo social y lo nacional son los dos pilares que los mueven, a nadie se le escapa que lo segundo impide, elimina y bloquea claramente lo primero. Eso, por no hablar de que ¡ªa buen entendedor pocas palabras bastan¡ª est¨¢ claro que a lo anterior se une que el odio a todo lo que les huela a espa?ol es para ellos una prioridad mayor que cualquier otro principio ideol¨®gico.
Solo me quedan preguntas por hacer, de dif¨ªcil respuesta¡ ?D¨®nde est¨¢ la izquierda anticapitalista? ?No hay nadie en la CUP que alce la voz y se oponga a esa uni¨®n antinatural con uno de los partidos m¨¢s neoliberales del panorama pol¨ªtico? ?Nadie que rechace ese apoyo incondicional al partido que tiene la sanidad catalana semiprivatizada, que defiende la educaci¨®n concertada por encima de la p¨²blica y que ha llegado con los presupuestos sociales m¨¢s recortados de la historia reciente de nuestro pa¨ªs? ?Nadie que cuestione el papel subalterno que est¨¢n tendiendo desde hace a?os, muchos, demasiados, respecto de la derecha nacionalista catalana? ?O es que acaso enrocarse en la idea de que el independentismo ha ganado, siendo falso, es lo que les resulta m¨¢s f¨¢cil porque el retorno a la realidad es demasiado duro y prefieren abandonar cualquier otra propuesta de izquierdas?
Cuesta entenderlo, incluso podr¨ªa parecer que son m¨²ltiples las respuestas, pero parece claro que la CUP se ha convertido en esa izquierda con la que sue?a cualquier derecha. En Madrid, la presidenta Isabel D¨ªaz Ayuso ha logrado que gran parte del cintur¨®n obrero le apoye; en Catalu?a, los herederos de CiU han conseguido lo mismo, con la franquicia de la CUP y sin ganar las elecciones.
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