ERC, del asamblearismo al orden
El partido de Oriol Junqueras ha pasado de los congresos tumultuosos y cainitas a convertirse en un referente de seriedad en el independentismo
Los congresos eran de los militantes m¨¢s motivados ¡ªgeneralmente los m¨¢s enfadados con la direcci¨®n¡ª, de los que lograban fletar m¨¢s autocares. Pod¨ªan votar todos los asociados presentes en las sesiones que estuvieran al corriente de las cuotas. Las asambleas territoriales eran un infierno. Como consecuencia, el partido era un artefacto inestable. As¨ª era Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) hasta 2008. Ahora es el referente m¨¢s serio y estable del independentismo catal¨¢n: ha asumido sin crisis internas los pactos, ya fuesen con los de Carles Puigdemont o con el Gobierno central. Basta una simple reuni¨®n del Consell Nacional para aprobarlo todo sin el m¨¢s m¨ªnimo ruido, como ha sucedido este mismo mes de mayo con el acuerdo para investir presidente a Pere Aragon¨¨s. Los republicanos parecen haberse liberado de la herencia maldita de la volubilidad, que ahora ha recalado en sus compa?eros de viaje, Junts per Catalunya.
El expresidente de ERC Joan Puigcerc¨®s, el hombre que puso las bases para legar a Oriol Junqueras una organizaci¨®n aseada, explica que ¡°el partido se ha deshecho de los elementos m¨¢s desestabilizadores y alocados¡±. No ha sido una tarea f¨¢cil. Manel Lucas ¡ªhistoriador, periodista y autor, entre otros, de Breve historia de Esquerra (Catarata, 2020)¡ª recuerda que la vocaci¨®n por la inestabilidad viene de lejos. Ya para proclamar la Rep¨²blica, en 1931, hubo competencia entre Francesc Maci¨¤, desde la Generalitat, y Llu¨ªs Companys, desde el Ayuntamiento de Barcelona. Con la restauraci¨®n de la democracia, las escenas cainitas se sucedieron en los congresos entre secretarios generales: ?ngel Colom mat¨® a Joan Hortal¨¤; Josep Llu¨ªs Carod Rovira, a Colom; y, ya como presidentes del partido, Joan Puigcerc¨®s a Carod.
La escenograf¨ªa de una militancia que se sumaba gustosa a la bronca pol¨ªtica acompa?aba a cada una de estas traum¨¢ticas decisiones. Cuando en oto?o de 1996 se fragu¨® la ruptura en ERC y la anterior direcci¨®n ¡ªcon Colom y Pilar Rahola¡ª pas¨® a crear el Partit per a la Independ¨¨ncia, grupos de militantes pertrechados con sacos de dormir pasaron la noche en la sede del partido para evitar que los salientes se llevaran material, explica Manel Lucas.
Otro de los platos fuertes lleg¨® con la reforma del Estatut de 2006. Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, presidente del Gobierno central, y Artur Mas, l¨ªder de la oposici¨®n en Catalu?a, pactaron recortar el texto sin tener en cuenta al Govern tripartito (PSC-ERC-ICV) del que Esquerra formaba parte. Era el momento en el que los republicanos aspiraban a sustituir a la vieja Converg¨¨ncia en Madrid. Con la reuni¨®n, muchos que ya desconfiaban de la izquierda espa?ola se sintieron despechados y traicionados. Por eso, ERC organiz¨® en mayo de aquel a?o una consulta entre su decena de federaciones territoriales. Carod, entonces presidente del partido, propon¨ªa un s¨ª matizado frente a los cr¨ªticos, singularmente las juventudes del partido (JERC) en cuya direcci¨®n figuraba Pere Aragon¨¨s. La militancia acab¨® tumbando cualquier atisbo de apoyo al Estatut, recuerda Joan Esculies.
El exdirigente Joan Puigcerc¨®s apunta que ¡°en ninguna parte de los estatutos del partido estaba escrito que las asambleas territoriales deb¨ªan votar; sin embargo, lo hicieron¡±. Luego resulta dif¨ªcil revertir esa suerte de derechos adquiridos por la militancia. Hasta entonces, las federaciones territoriales de ERC se hab¨ªan limitado a darse por enteradas de lo que se les somet¨ªa a consideraci¨®n. Sucedi¨® en 2003 con el Pacto del Tinell, que dio origen al Govern tripartito. Era dif¨ªcil encajar el alma nacionalista y la de izquierdas. Desde el inicio de la transici¨®n democr¨¢tica hasta el pacto con los socialistas de Pasqual Maragall y los ecosocialistas de Joan Saura, el esencialismo hab¨ªa primado sobre la preocupaci¨®n por los asuntos sociales. En el partido era sospechoso todo lo que oliera demasiado a izquierdas. Ahora, sin embargo, dice Manel Lucas, es f¨¢cil que en sus listas electorales coincidan desde exconvergentes hasta quienes, como Joan Tard¨¤, hacen profesi¨®n de fe neomarxista.
Quiz¨¢s Oriol Junqueras, presidente del partido y preso por sedici¨®n y malversaci¨®n, ha sabido hacer a la formaci¨®n republicana atractiva para votantes de distintas ideolog¨ªas, como hizo en su d¨ªa el nacionalismo pujolista. Esculies sostiene: ¡°El partido ha asumido que era incontrolable si las bases se opon¨ªan a cualquier estrategia propuesta por una direcci¨®n que actuaba como mera intermediaria¡±.
La direcci¨®n y las bases
Por eso, en el interior de cada secretario de organizaci¨®n lat¨ªa la idea de que era necesario convertir al partido en gobernable. Puigcerc¨®s intent¨® infructuosamente que la militancia aceptara la figura de los delegados en los congresos. Por dos veces le tumbaron la propuesta y acab¨® optando por abrir urnas durante 12 horas en las poblaciones de m¨¢s de 20.000 habitantes para elegir la direcci¨®n del partido. Ello acab¨® con los autocares fletados ad hoc y las batallas por ser la sede del congreso, ya que las distintas facciones pugnaban por lograr que fuera un territorio dominado por ellas. La f¨®rmula se impuso en 2008 y, en 2011, Junqueras pudo heredar un partido en horas bajas electorales pero cohesionado.
¡°Una cosa es la reflexi¨®n te¨®rica y otra el poso emocional¡±, agrega Esculies. ¡°La virtud del liderazgo consiste en saber ir unas veces delante y otras detr¨¢s dentro del partido, para ocupar el centro¡±, afirma. Quiz¨¢ Junqueras ha sabido encontrar esa piedra de Rosetta. Poco ruido, cohesi¨®n y eficacia, frente a unos compa?eros de coalici¨®n de Junts que han debido someter a sus bases, entre descalificaciones de exconsejeros y expresidentes de la Generalitat, el pacto que ha investido a Aragon¨¨s.
Cuando en 2003 se cerr¨® el acuerdo por un Gobierno de izquierdas en la Generalitat, los convergentes advert¨ªan a los socialistas: ¡°Os hab¨¦is equivocado; Esquerra no es de fiar, como podr¨¦is comprobar¡±. Ahora los papeles andan cambiados en el mundo soberanista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.