Pujol s¨ª pidi¨® el indulto
Pujol sac¨® la calculadora. M¨¢s a?os entre rejas no le acarrear¨ªan mayor popularidad ni servir¨ªan m¨¢s a su causa. Su amigo Benet, partidario de la l¨ªnea dura y del martirologio, no lo comprendi¨®
¡±?Hoy ha sido un buen d¨ªa!¡±. 13 de junio de 1960. Jordi Pujol est¨¢ satisfecho. Ha conseguido lo que quer¨ªa. El consejo de guerra lo ha condenado a siete a?os de c¨¢rcel. En los d¨ªas previos al juicio le han avisado. Si se retracta, la pena ser¨¢ de seis meses. De lo contrario pasar¨¢ unos a?os entre rejas. Pujol echa cuentas. Con la redenci¨®n de penas, a lo sumo, pasar¨¢ tres o cuatro encerrado. Su esposa, Marta Ferrusola, le apoya. ¡°Si has llegado hasta aqu¨ª, tienes que ir hasta el final; si tienes pensado un discurso, lo haces. Los ni?os y yo esperaremos¡±.
¡°?Tiene usted algo que alegar?¡±, pregunta el presidente del tribunal, el general gobernador militar de Barcelona, ?ngel Gonz¨¢lez de Mendoza. A Pujol le han detenido y torturado en las pesquisas posteriores a los Sucesos del Palau de la M¨²sica Catalana, cuando en la noche del 19 de mayo un grupo de catalanistas cant¨® El cant de la senyera y lanz¨® al aire la hoja Os presentamos al general Franco ante las autoridades franquistas. Pujol es su ide¨®logo, pero se le juzga sobre todo por escribir el panfleto, en el que traza un crudo perfil del dictador. Ante el tribunal miente y niega ser el autor.
¡±Pertenezco a una generaci¨®n que sube. A una juventud que va creciendo lentamente, naturalmente, obstinadamente, y que se mueve por exigencias espirituales¡¡± M¨¦dico, cat¨®lico, 30 a?os reci¨¦n cumplidos, accionista de la Banca Dorca de Olot, embri¨®n de Banca Catalana. No es un preso cualquiera. Su alegato, difundido por amigos y periodistas presentes, entre ellos Baltasar Porcel, y su condena por rebeli¨®n militar enseguida le popularizan. Es lo que quer¨ªa. ¡°?Hoy ha sido un buen d¨ªa!¡±.
Su familia consigue a trav¨¦s de contactos, del r¨¦gimen, del Opus Dei, que le encierren cerca de Barcelona. En la c¨¢rcel de Torrero Zaragoza, afianza su nacionalismo. Le impacta Cristo de nuevo crucificado, del que extrae una lectura particular y alejada de la intenci¨®n de Nikos Kazantzakis. Seg¨²n sus memorias, la novela trata ¡°del hombre que mantiene su identidad griega y cristiana contra los otomanos que ocupan su pa¨ªs¡±.
Amigos y allegados, entre los cuales el abogado cat¨®lico, activista y futuro senador Josep Benet, inician la campa?a de pintadas Pujol-Catalu?a. Es la base del mito. El paso por la c¨¢rcel, la marca indeleble del patriota, el blindaje a la cr¨ªtica y la asimilaci¨®n de un nombre con el conjunto del pa¨ªs. M¨¢s de uno, Raimon Obiols por ejemplo, que participa pintando Llibertat Jordi Pujol, se indigna por ello.
El 12 de octubre de 1961 el caudillo ofrece una medida de gracia con motivo de los 25 a?os de su designaci¨®n como jefe de Estado. Ferrusola duda. Benet, dado a las mitificaciones, le aconseja que Pujol aguante si quiere convertirse en s¨ªmbolo del catalanismo. La esposa llora. Lo relata Jordi Amat en su biograf¨ªa de Benet.
Pero Pujol ha sacado la calculadora. El 17 de octubre pide el indulto y en noviembre de 1961 el r¨¦gimen le reduce dos a?os y diez meses. La relaci¨®n con Benet se enfr¨ªa. Con buena conducta, el 24 de noviembre de 1962 se le permite vivir en libertad condicionada a un m¨ªnimo de 100 quil¨®metros de Barcelona. Se instala en Girona. El 13 de junio de 1963 se le concede regresar a Barcelona. A final de mes se acoge a un segundo indulto con motivo de la entronizaci¨®n de Pablo VI por el que reduce una cuarta parte de la pena restante. En sus memorias Pujol explica las vivencias ¡°de tres a?os de prisi¨®n¡±. En realidad, dos a?os y cuatro meses.
Su amigo Benet, partidario de la l¨ªnea dura y del martirologio, no lo comprendi¨®. Para Pujol el golpe de efecto ya estaba hecho. M¨¢s a?os entre rejas no le acarrear¨ªan mayor popularidad, ni servir¨ªan m¨¢s a su causa. Lo importante era regresar con su familia e impulsar Banca Catalana, sus negocios y activismo. Sesenta a?os despu¨¦s, entre los herederos de su nacionalismo ¡ªa tenor del silencio o el desd¨¦n por los indultos a los l¨ªderes independentistas encarcelados¡ª parece haber m¨¢s benetistas que pujolistas. Cuanto menos en p¨²blico.
Joan Esculies es historiador
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