Fin de curso pand¨¦mico: ?toca dar las gracias!
En general, ni?os y ni?as se han comportado admirablemente en sus centros y los docentes han sacado adelante un curso dif¨ªcil, con menos personal para atender a la misma ratio de alumnos por aula
Despu¨¦s de seis meses nuestros ni?os, ni?as y adolescentes volvieron a las aulas. El curso escolar 2019-2020 hab¨ªa sido un reto para todos: familias, cuidadores, docentes, pero, sobre todo, para los ni?os y las ni?as que, de un d¨ªa para otro, pasaron de ir al cole normalmente a quedar encerrados en casa durante varios meses. Durante aquellas semanas fueron tratados como una especie de ¡°bomba v¨ªrica¡±, por lo que salir a la calle les estuvo totalmente vedado. Si recuerdan, algunos polic¨ªas de balc¨®n se dedicaron a llamar la atenci¨®n, cuando no a denunciar, a menores que iban por la calle acompa?ados de un adulto. Esos vigilantes desconoc¨ªan la raz¨®n: lo relevante era asegurar que ni?os y ni?as no salieran a la calle, no utilizaran las azoteas ni los jardines comunitarios. Deb¨ªan estar en casa, solo en casa. Es claro que la ciencia todav¨ªa intentaba saber qu¨¦ era la covid 19, cu¨¢les eran sus efectos y elementos de contagio, pero, a diferencia de otros grupos sociales, se asumi¨® sin mayor problema que ni?os y ni?as podr¨ªan ser supercontagiadores y se les encerr¨® sin colegio, sin deporte, sin formas de ocio y de relaci¨®n con sus amigos y familias. Las escuelas p¨²blicas capearon el temporal como pudieron, haciendo tutor¨ªas semanales (una o varias), mientras que concertadas y privadas optaron por seguir un ritmo m¨¢s intenso.
Los colegios y sus direcciones han hecho aut¨¦nticos malabarismos para mantener la presencialidadLos colegios y sus direcciones han hecho aut¨¦nticos malabarismos para mantener la presencialidad
Hemos comprobado que nuestros peque?os no son m¨¢s peligrosos que las personas adultas (de hecho, han sido estas el origen principal de los contagios). Empiezan a conocerse tambi¨¦n las consecuencias que el encierro ha tenido en la formaci¨®n de ni?os y ni?as en una sociedad altamente desigual como la espa?ola y que lastrar¨¢, todav¨ªa m¨¢s, sus oportunidades: la falta de presencialidad ha aumentado la brecha educativa. Aparecen igualmente los primeros estudios sobre el impacto que la pandemia, encierro y postencierro, est¨¢ teniendo en la salud mental de nuestros peque?os, adolescentes y j¨®venes adultos. En el II Congreso digital de la Asociaci¨®n Espa?ola de Pediatr¨ªa se aseguraba que se han duplicado ¡°los casos de urgencias psiqui¨¢tricas infantiles, los trastornos de conducta alimentaria, los casos de ansiedad, depresi¨®n y las autolesiones e intentos de suicido adolescente¡±. Otros estudios realizados por expertos en psicolog¨ªa y psiquiatr¨ªa, en cambio, no arrojan datos tan alarmantes, y aunque evidencian que se han agudizado algunos sentimientos negativos, afirman que ello no se ha traducido en el incremento notable en el diagn¨®stico de trastornos o patolog¨ªas mentales que se vaticinaba. A este respecto, la doctora Virginia Barber Rioja afirmaba recientemente que la covid ha sacado a la luz las tremendas grietas del sistema p¨²blico de salud mental en Espa?a y que, m¨¢s all¨¢ de las cifras concretas, hay que aprovechar la oportunidad para incrementar las ratios de especialistas y de servicios necesarios para fortalecer los instrumentos de cuidado y tratamiento de la salud mental en la sanidad p¨²blica.
La escuela en septiembre comenz¨® con m¨¢s incertidumbres que certezas. Las familias nos tem¨ªamos lo peor. Sin embargo, el curso avanzaba y pese a confinamientos puntuales de grupos afectados por alg¨²n contagio, no ha habido que volver a adoptar la medida extrema que supuso el cierre de los centros escolares (cosa que s¨ª se ha producido en otros pa¨ªses de nuestro entorno). En general, ni?os y ni?as se han comportado admirablemente en sus centros, siguiendo las normas de seguridad, manteniendo la distancia con otros grupos burbuja, separ¨¢ndose de sus amigos o amigas, llevando la mascarilla siempre y lav¨¢ndose las manos regularmente. Los docentes, por su parte, han sacado adelante un curso dif¨ªcil, con menos personal para atender a la misma ratio de alumnos por aula. Pese a lo esperado, en muchas escuelas p¨²blicas los grupos burbuja se han traducido en mantener la ratio habitual de 25 ni?os por clase, pero reduciendo el n¨²mero de docentes por grupo y el contacto con otros grupos. As¨ª, el aumento de las plantillas para abordar la ense?anza en plena pandemia ha sido, en general, muy escaso, pr¨¢cticamente inexistente. Los colegios y sus direcciones han hecho aut¨¦nticos malabarismos para mantener la presencialidad en las aulas, para que se realizaran todas las actividades curriculares pautadas y, incluso, buscando la forma de que el alumnado pudiera acceder a alguna actividad complementaria. Han cuidado de nuestros hijos e hijas de forma admirable. Seguro que hay excepciones, pero ahora que acaba el curso, creo que se merecen nuestro reconocimiento y agradecimiento. De los problemas de fracaso escolar, de modelo educativo y de falta de medios reales para una educaci¨®n p¨²blica de calidad, ya hablaremos otro d¨ªa. Ahora toca dar las gracias.
Argelia Queralt Jim¨¦nez es profesora de Derecho Constitucional
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