El centenario del desastre
Las tropas espa?olas sucumbieron ante un abigarrado conjunto de grupos tribales rife?os sin formaci¨®n ni estructura castrense al modo occidental. La cifra oficial de bajas fue de 12.214
En la segunda quincena de julio de 1921 se produjo la derrota m¨¢s catastr¨®fica de la historia de los ej¨¦rcitos espa?oles. Ahora se cumplen cien a?os del desastre del Rif, en el norte de Marruecos. Las tropas espa?olas sucumbieron ante un abigarrado conjunto de grupos tribales rife?os sin formaci¨®n ni estructura castrense al modo occidental. La relaci¨®n oficial de bajas, entre muertos y desaparecidos entre el 17 de julio y el 10 de agosto fue de 12.214. Otros informadores extraoficiales elevan la cifra hasta los 20.000 muertos. En el centenario del desastre parece justo dedicar unas l¨ªneas a la memoria de las v¨ªctimas de aquella aventura colonialista, sanguinaria, irresponsable e in¨²til.
Cuando las potencias coloniales europeas, en la Conferencia de Algeciras de 1906, se repartieron las zonas de influencia del norte de ?frica, a Espa?a le dejaron el protectorado de la parte m¨¢s monta?osa y pobre del norte de Marruecos. Dec¨ªa Camb¨® en el Congreso, en 1922, que Espa?a estaba en Marruecos, no porque hubi¨¦ramos querido, sino porque nos hab¨ªan obligado. Era lo que nos concedieron las grandes potencias tras el desprestigio por la p¨¦rdida de Cuba y Filipinas.
La investigaci¨®n de las responsabilidades se encomend¨® al general Picasso, t¨ªo abuelo del genial pintorLa investigaci¨®n de las responsabilidades se encomend¨® al general Picasso, t¨ªo abuelo del genial pintor
Pero adem¨¢s del discutible objetivo de prestigio militar, en la aventura de Marruecos hab¨ªa otro objetivo: el econ¨®mico. All¨ª operaba la Compa?¨ªa Espa?ola de Minas del Rif S.A. en la que ten¨ªa importantes intereses econ¨®micos la ¨¦lite espa?ola, como el conde de Romanones, el marqu¨¦s de Comillas, la familia G¨¹ell, y el rey Alfonso XIII.
Las relaciones entre los rife?os y los espa?oles nunca fueron de sincera cordialidad. Alternaban tiempos de desconfianza y de hostilidad, algunos de gravedad, como en 1909, cuando en el Barranco del Lobo murieron 250 soldados, lo que desencaden¨® las grandes protestas de Barcelona culminadas con la Semana Tr¨¢gica.
As¨ª siguieron las relaciones hasta 1920. Entonces el comandante general de Melilla era el general Fern¨¢ndez Silvestre, aguerrido, incontrolable, y amigo del Rey. Sin atender ¨®rdenes superiores de prudencia y contenci¨®n, invadi¨® el Rif con sorprendente rapidez y acierto. Alfonso XIII le mand¨® un famoso telegrama que no ha sido hallado, pero de cuya autenticidad daba fe Jaime de Capmany en ABC. Dec¨ªa ¡°ol¨¦ tus cojones¡±. Un modo cuartelero y malhablado de impulsar la prosecuci¨®n de la aventura colonialista, impopular, insoportable econ¨®micamente y con los pies de barro. Silvestre fue sembrando el territorio conquistado con blocaos, precarios fortines defendidos por peque?as guarniciones. Eran m¨¢s de cien posiciones aisladas cubriendo 5.000 kil¨®metros cuadrados, con muy serias dificultades para el aprovisionamiento de agua, munici¨®n y alimentos. Las tropas espa?olas estaban deficientemente pertrechadas, armadas y alimentadas, a causa de la indolencia, ineptitud y corrupci¨®n de muchos mandos y gobernantes. Abd el Krim, l¨ªder de las cabilas rife?as, supo aunar el at¨¢vico fervor de la yihad y el ardor popular de la guerra de liberaci¨®n. Atac¨® en todas las l¨ªneas, que sucumbieron en 72 horas, cercando a Silvestre en Annual. Cuando el general orden¨® la retirada esta se convirti¨® en una huida desordenada, de p¨¢nico, desmoralizaci¨®n e indisciplina, con los rife?os masacrando a unos hombres en fuga, desarmados, agotados, hambrientos y sedientos. Silvestre muri¨® en Annual, y su cuerpo nunca fue hallado. 300 generales, jefes y oficiales fueron hechos prisioneros y Abd el Krim pidi¨® por ellos cuatro millones de pesetas que, finalmente, pag¨® el industrial Horacio Echevarrieta. Alfonso XIII, en un gesto de inhumanidad que le calificaba, se limit¨® a decir ¡°que cara se ha puesto la carne de gallina¡±.
Indigna la desvergonzada impunidad de quienes causaron tantos muertos y sufrimientos in¨²tilesIndigna la desvergonzada impunidad de quienes causaron tantos muertos y sufrimientos in¨²tiles
La investigaci¨®n de las responsabilidades del desastre se encomend¨® al general Picasso, t¨ªo abuelo del genial pintor. Se le negaron documentos militares y se le prohibi¨® investigar a las m¨¢ximas autoridades. Sin embargo, Picasso elabor¨® un riguroso expediente desbordando esas limitaciones. Adem¨¢s, se abri¨® un debate parlamentario sobre las responsabilidades, y se sab¨ªa que la oposici¨®n no perdonar¨ªa la implicaci¨®n del monarca. El golpe de estado de Primo de Rivera, Capit¨¢n General de Catalu?a, con el apoyo de Alfonso XIII, suspendi¨® el debate sine die. El Consejo Supremo de Guerra y Marina continu¨® la tramitaci¨®n de la causa por responsabilidades militares, a partir del expediente Picasso, y conden¨® solamente al general Berenguer, superior jer¨¢rquico de Silvestre, con la leve pena de separaci¨®n del servicio, que el Rey, inmediatamente, le amnisti¨®. Luego lleg¨® la Rep¨²blica, se fue el Rey, y finalmente el Tribunal Supremo tuvo que archivar la causa como cosa juzgada por la justicia militar. Quiz¨¢ jur¨ªdicamente fuera inevitable, pero indigna la desvergonzada impunidad de quienes causaron tantos muertos y sufrimientos in¨²tiles, que hoy merecen nuestro respeto y nuestro recuerdo.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mena fue fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a
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