El toque de queda que no entend¨ªan los turistas
Centenares de personas participan en botellones en el Born y las playas de la Barceloneta pese a las nuevas restricciones
A medianoche, Lorena segu¨ªa bailando y bebiendo en el paseo del Born de Barcelona. Hab¨ªa ido a cenar y tomaba con sus compa?eras de una empresa tecnol¨®gica unas cervezas. ¡°Aqu¨ª es donde est¨¢ la fiesta¡±, sonre¨ªa mientras tronaban tres altavoces port¨¢tiles diferentes, y los turistas vociferaban gritos de borrachera, convertidos en himnos de madrugada. El lugar fue una vez m¨¢s el elegido para celebrar botellones en la capital catalana, que suponen una vulneraci¨®n de la ordenanza municipal que proh¨ªbe el consumo del alcohol en la v¨ªa p¨²blica y un desaf¨ªo a la covid. Desde el viernes, adem¨¢s, estas bacanales de alcohol y baile infringen el toque de queda impuesto por la Generalitat entre la una y las seis de la madrugada. Afecta a 161 municipios catalanes y ha sido avalado por el Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a (TSJC). La Guardia Urbana tuvo que echar de varios puntos de la ciudad a 4.350 j¨®venes que no cumplieron con el toque de queda y segu¨ªan de botell¨®n pese a las nuevas restricciones.
A la mayor¨ªa de los participantes en estas fiestas de altavoz port¨¢til y alcohol de supermercado ¡ªcasi todos turistas¡ª poco, o nada, les import¨® la recuperaci¨®n del toque de queda y continuaron bailando y bebiendo en plena calle hasta el momento en que la Guardia Urbana les oblig¨® a abandonar la zona. No desmontaron el botell¨®n hasta que tuvieron los agentes a medio metro. Igual que con el toque de queda anterior, las sanciones por vulnerar la orden de confinamiento nocturno oscilan entre los 300 y los 6.000 euros, pero en la madrugada de este s¨¢bado no hubo apenas denuncias -45 en toda Catalu?a- y los cuerpos de seguridad se limitaron a expulsar a los concentrados que en muchos casos estaban en estado de embriaguez tras varias horas consumiendo alcohol en la v¨ªa p¨²blica.
¡°Hay mucha gente en el paseo del Born, pero no es el mismo n¨²mero de asistentes al botell¨®n que los ¨²ltimos fines de semana. Es porque la polic¨ªa ha venido por la tarde y se han quedado est¨¢ticos aqu¨ª. Al verlos, se concentra menos gente¡±, advierte un joven con un chaleco amarillo y el logo del Consistorio de la capital catalana. ¡°Nosotros somos de una empresa subcontratada por el Ayuntamiento. Intentamos que la gente haga poco ruido. Lo hacemos de buen rollo y luego le damos estas pegatinas¡±, cuenta, mostrando un adhesivo con la palabra ¡°respeto¡± y unos labios con un dedo ¨ªndice pidiendo silencio. ¡°No suelen hacer mucho caso, pero nosotros lo intentamos¡±, sonr¨ªe su compa?ero. Poco antes de la una de la madrugada, los Mossos y la Guardia Urbana peinan el paseo del Born en furgonetas y a pie, y dispersan a los concentrados.
El otro foco donde se concentra buena parte de la gente es en las playas de la Barceloneta. Sobre todo en la de Sant Miquel, con centenares de personas que bailan y beben. Los vendedores ambulantes intentan hacer su agosto con latas, botellas de whisky, pareos y bocadillos. La mayor¨ªa de los participantes son franceses, alemanes, italianos y holandeses. Todos son j¨®venes, entre los que es dif¨ªcil ver una mascarilla. ¡°En el hotel nos han dicho que ten¨ªamos que regresar antes de la 1.00¡±, admite un turista holand¨¦s que es quiz¨¢s de los pocos que conoce la existencia del toque de queda.
Las 00.00 de la noche, las 00.30 y nadie se ha movido de la playa. A la 1.00 nadie deber¨ªa estar en la calle, pero la playa sigue abarrotada. Varios agentes de la Guardia Urbana comienzan a desalojarla. A pie, en furgoneta y en quad comienzan a peinar la zona. Los asistentes al botell¨®n, hasta que no ven que la polic¨ªa est¨¢ justo encima no se van. Acto seguido entran los tractores a limpiar la arena mientras comienza algo as¨ª como una peque?a persecuci¨®n, o incluso pastoreo, en el que los agentes arrastran sutilmente a los participantes en el botell¨®n hasta la plaza del Mar. Impiden que entren en el barrio de la Barceloneta y les dirigen hacia la explanada de Joan de Borb¨® con la esperanza de que regresen a los hoteles.
Hay gente muy borracha, risas, alg¨²n zapato perdido, pero la noche y el desalojo pasan sin incidentes. En la playa del Somorrostro, los Mossos expulsan a los concentrados. Son casi las 2.00 y hay personas en las calles. El primer d¨ªa del toque de queda no se parece en nada al impuesto desde el 25 de octubre hasta el 9 de mayo, cuando las calles quedaban vac¨ªas.
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