Una tendencia perturbadora
Superada la dictadura franquista, ya en los inicios de la Transici¨®n, esta propensi¨®n mantenida y aumentada de responsabilizar de todo al Gobierno de turno ha ido en aumento
Ahora lo llamamos resiliencia, antes lo hubi¨¦ramos considerado temple, fortaleza, resistencia. Es lo que est¨¢ demostrando Pedro S¨¢nchez en su mandato. Desde que se instal¨® en Moncloa la suerte ha tenido que encontrarle trabajando, como cuentan que dec¨ªa Picasso de la inspiraci¨®n. Lleg¨® contra pron¨®stico a la Secretaria General del PSOE del que le ech¨® la vieja guardia. Se lanz¨® a la carretera, se hizo con el apoyo popular de la bases y regres¨®. Como McArthur a Filipinas.
Al no ser diputado por haber renunciado a su acta, tuvo que ejercer de simb¨®lico jefe de la oposici¨®n desde la incomodidad de ocupar una butaca en el Congreso destinadas a los invitados en los debates m¨¢s determinantes. Y todo por no haber compartido la decisi¨®n de sus compa?eros de abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy contra quien, despu¨¦s, protagoniz¨® la primera moci¨®n de censura que ha prosperado en Espa?a. A?o 2018. Se someti¨® a las urnas en abril y en noviembre de 2019 y consigui¨® sostener el apoyo parlamentario del poli¨¦drico bloque que procura mantener a trancas y barrancas. Es obvio pues, que debe haber en ¨¦l un car¨¢cter fajador. Si sus opositores hubieran le¨ªdo su Manual de resistencia , Pedro S¨¢nchez hoy les sorprender¨ªa menos porque el libro ha mutado a prueba del algod¨®n.
A los muchos problemas planteados por una dificultosa gobernabilidad donde en cada votaci¨®n el ejecutivo ha de sudar sus votos como le ha recordado, exigente, Gabriel Rufi¨¢n, hay que a?adir el constante goteo de inevitables accidentes naturales que han ido en aumento de manera considerable a causa de la progresiva incidencia del cambio clim¨¢tico. No porque cada uno de ellos sea una consecuencia directa, como advierten los cient¨ªficos, sino porque marcan una temible e inalterable tendencia que, como tal, s¨ª que establece la relaci¨®n causa-efecto. De la actual erupci¨®n del volc¨¢n de La Palma a los incendios forestales, de las olas de calor como la del pasado verano a las nevadas bloqueadoras de v¨ªas de comunicaci¨®n de otros inviernos. De los temporales mar¨ªtimos a las inundaciones ocasionadas por lluvias torrenciales que se llevan por delante todo lo que no se mueve. E incluso, a veces, dram¨¢ticamente, vidas humanas. 1.300 son, sumadas, las contabilizadas los ¨²ltimos veinte a?os. Y por encima de todo, la terrible pandemia
Es de l¨®gica pol¨ªtica que la responsabilidad de todo sea suya. La oposici¨®n as¨ª lo repite sin sonrojo. Curiosamente la misma bancada que defend¨ªa lo contrario cuando sus l¨ªderes sufr¨ªan el mismo destino. Ya se sabe, ¡°piove, porco governo¡±.
Parece que la expresi¨®n italiana apareci¨® por primera vez en una vi?eta humor¨ªstica de Tur¨ªn en 1861. Se hab¨ªa convocado una manifestaci¨®n pero la jornada discurri¨® pasada por agua. Acurrucados en un portal esperando que amainara, el dibujo de tres de los ansiosos protestantes inclu¨ªa un cartel con la caustica inscripci¨®n. A causa de su inmediato ¨¦xito popular se convirti¨® en el lema de la revista sat¨ªrica que la public¨®.
Un siglo despu¨¦s, la sociedad espa?ola lo adapt¨® e hizo suyo. Superada la dictadura, ya en los inicios de la Transici¨®n, esta tendencia mantenida y aumentada de responsabilizar al Gobierno de turno de todo ha ido en aumento. Y a todos los niveles. Sea el ayuntamiento que cuida poco la limpieza de las calles, pen¨²ltima cr¨ªtica al consistorio de Ada Colau, sea la Generalitat que hasta ayer no empez¨® a levantar su veto y normalizar el ocio nocturno m¨¢s para compensar el progresivo desorden p¨²blico que por vocaci¨®n l¨²dica. O sea el ejecutivo espa?ol que todav¨ªa tiene pendientes de pago algunos ERTE perdidos en la inmensidad de un superado programa inform¨¢tico. Comparado con la gravedad global de las amenazas a las que nos enfrentamos, cada uno de estos cap¨ªtulos suena a an¨¦cdota. Pero al final, lo que queda es su elevaci¨®n a categor¨ªa por efectos personales y por la dificultad de enfrentarnos al mundo cruel que se nos escapa en contraste con las brigadas de limpieza, la necesidad de los j¨®venes de socializar o las inalterables decisiones aparecidas en una imperturbable pantalla de ordenador. Cuestiones tangibles, voces concretas.
El abuso que las oposiciones parlamentarias o consistoriales hacen de su no a todo es turbador. Un estilo pensado m¨¢s para las redes sociales en la creaci¨®n, reacci¨®n o expansi¨®n de intoxicaciones que potencien burbujas aislacionistas y retener voluntades forjadas sin contrastes que no en la opci¨®n constructiva sobre la que se edific¨® el postulado de una imagen alternativa que evitara el abuso y, al fin, consiguiera el poder para mejorarlo. Otra historia del pasado. Una p¨¢gina tristemente superada que est¨¢ convirtiendo al sistema en una selva depredadora despu¨¦s de haber sido un circo lamentable. Es lo que tiene la mirada en corto, que difumina el horizonte y castiga la vista. Para quejarse despu¨¦s de no hab¨¦rsela graduado correctamente, claro.
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