Una genealog¨ªa de la escultura contempor¨¢nea
David Bestu¨¦ reivindica en una exposici¨®n en la Fundaci¨®n Joan Mir¨® la presencialidad y materialidad del arte en tres dimensiones
La mitolog¨ªa grecorromana est¨¢ llena de historias incre¨ªbles y ejemplificadoras, que, pasados los siglos, siguen ilustr¨¢ndonos. Una es la que recoge Ovidio en su poema La metamorfosis que cuenta el intenso amor del rey chipriota Pigmali¨®n por una de sus esculturas, Galatea, despu¨¦s de crearla tras una b¨²squeda infructuosa de la mujer perfecta con la que casarse. Era tal su pasi¨®n que la diosa del amor Afrodita hizo que Galatea cobrara vida. Una de las representaciones de este mito, realizada por el pintor Louis Jean Lagrene¨¦ en 1781, en la que se ve a la nueva humana dar su primer paso de vida escapando del soporte, mientras su cuerpo vira de la piedra a la carne, le permite al tambi¨¦n escultor David Bestu¨¦ comenzar un recorrido de El sentido de la escultura, una magn¨ªfica exposici¨®n que puede verse en la Fundaci¨®n Joan Mir¨® de Barcelona (hasta 6 de marzo) en la que traza una recorrido por la pr¨¢ctica escult¨®rica contempor¨¢nea, que pese a sus cambios de concepci¨®n, materias y formas, siempre busca el mismo anhelo de ¡°capturar un cuerpo, un beso o un sentimiento perdido en un tiempo y en un espacio¡±, seg¨²n Bestu¨¦.
La muestra, realizada como todas las grandes de la Mir¨® con el patrocinio de la Fundaci¨®n BBVA, cuenta con piezas excepcionales, como dos moldes de ocas utilizadas por Antoni Gaud¨ª para la fachada de la Natividad de La Sagrada Familia o El Corcovado de Alexander Calder que regal¨® Josep Llu¨ªs Sert a la fundaci¨®n de su amigo Mir¨® en 1998, el busto hecho a dos manos entre Picasso y Apel.les Fenosa de Dora Maar en 1939, adem¨¢s de Soporte, una enorme pieza de acero de Richard Serra de 1992 y otras m¨¢s fr¨¢giles, como la realizada en cera por Bruce Nauman Cabeza de Julie / Cabeza de Julie bocabajo, lengua con lengua, de 1990. Son parte del centenar de obras de 65 autores provenientes de museos de medio mundo con las que Bestu¨¦ muestra la transformaci¨®n que ha experimentado la pr¨¢ctica escult¨®rica en el siglo XXI, adem¨¢s de reivindicar su valor ¡°ya que puede aportar cosas que los medios virtuales no, como la idea de presencia, intensidad o materialidad¡±.
Las nuevas propuestas y estrategias formales de las esculturas contempor¨¢neas est¨¢n relacionadas en cada una de las siete estaciones en las que se ha dividido la exposici¨®n con obras de ¨¦pocas remotas, insinuando, seg¨²n el comisario, una ¡°especie de genealog¨ªa rica en asociaciones¡±; una conexi¨®n visual y conceptual hacia otras ¨¦pocas. Por eso, al lado de obras contempor¨¢neas sorprenden piezas como la momia de un gato egipcio del periodo Ptolemaico de los a?os 715 a 730 a. C., una cer¨¢mica de la cultura Chim¨² de los a?os 1000 al 1400; una m¨¢scara griega de terracota del siglo I d.C. proveniente de Emp¨´ries o una bella escultura con forma de lagarto que pierde su encanto cuando Bestu¨¦ explica que est¨¢ realizada por electr¨®lisis y que debajo del metal est¨¢ el lagarto.
De los moldes usados por Gaud¨ª que desde el Renacimiento eran considerados un ¡°arte infame¡± porque los autores ¡°robaban las formas¡±, Bestu¨¦, con ayuda de Martina Mill¨¤, jefa de programaci¨®n y proyectos de la fundaci¨®n Mir¨®, examina el concepto de copia, huella y molde y su evoluci¨®n, con las obras citadas de Gaud¨ª y Nauman y la de Karin Sander, de las primeras artistas que reprodujeron a una persona en 3D.
La muestra permite ver como se ha tendido a superar la forma sobre la materia en la escultura saliendo a la luz los materiales con lo que est¨¢n compuestas. En este ¨¢mbito se puede ver la fr¨¢gil obra de Perejaume creada a base de compostaje, de 1994; un incre¨ªble libro convertido en una enorme butifarra de Dieter Roth (1967); la fuente de espuma en continuo movimiento de David Medalla (2106), una de las m¨¢s on¨ªricas, de Joan Brossa, Pluja (1973), en la que un libro aparece escrito por las gotas de agua y la fotograf¨ªa de Lara Almarcegui en la que al lado de un dep¨®sito de agua ha instalado los materiales necesarios para construirlo como 70 toneladas de ladrillos
El peso, la masa, la gravedad, el volumen, la maleabilidad y el equilibrio que est¨¢n en la base de toda creaci¨®n escult¨®rica es lo que se ilustra con obras como el mencionado Corcovado de Calder, con piezas de Marisa Merz, Carl Andr¨¦, Isa Genzken o el exquisito Tem¨¢tica estelar, de Leandre Crist¨®fol (1940), creado con conchas y arena recogido durante su paso por el campo de trabajo tras la Guerra Civil.
Mir¨® no par¨® de crear esculturas a partir de otros materiales. Este juego de mutaciones con materiales la mayor¨ªa de reciclaje, est¨¢ representado por trabajos de Apel¡¤les Fenosa, Robert Gober, Ester Parteg¨¤s y el mismo Mir¨®, del que se expone Femme (1946), realizado con un enorme hueso y una piedra, el mismo objeto que en 1949 el etn¨®grafo Ramon Violant vio que una ni?a usaba como mu?eca a la que vest¨ªa y adornaba con collares en un apartado lugar cercano a Vic y que se puede ver en la misma vitrina.
En relaci¨®n con el tiempo pueden verse las momias del gato y del pobre lagarto, pero tambi¨¦n obras de artistas como Thomas Hirschhorn y su enorme reloj de pared, los bolardos de Patricia Esquivias y piezas que integran diferentes capas temporales, como Doble luz, una videoproyecci¨®n de 2010 de Pipilotti Rist sobre un bronce de Joan Mir¨®.
El inter¨¦s por el cuerpo humano presente en el mito de Pigmali¨®n y su obra que cobra vida deriva en el siglo pasado por el inter¨¦s por la rob¨®tica y la inteligencia artificial, por lo que la representaci¨®n de la belleza ideal deja paso a la de todo tipo de corporalidades. Aqu¨ª pueden verse desde modelos anat¨®micos del siglo XIX y retratos, m¨¢s all¨¢ de la norma elaborados por Picasso / Fenosa o las obras de Sarah Lucas que invaden la exposici¨®n permanente y dialogan con las piezas de Mir¨® m¨¢s cl¨¢sicas.
Si como dec¨ªa Bestu¨¦ todo el trabajo escult¨®rico busca como capturar un beso, un cuerpo o un sentimiento, la muestra deber¨ªa acabar como lo hace hablando de contactos f¨ªsicos, con sutiles piezas como la de Juli Gonz¨¢lez Los enamorados II (1933) en la que recrea un beso por dentro; tras la uni¨®n de dos bocas, generando un recinto cerrado, oscuro, h¨²medo y no visual. Es el mismo beso que puede verse en un magn¨ªfico dibujo de Federico Garc¨ªa Lorca de 1927 en la que tras su triste rostro se adivina el de otro hombre, que se resiste a ser representado.
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