La guerra (ideol¨®gica) de las pensiones
El pensamiento neoliberal promueve un falso conflicto entre j¨®venes y jubilados para combatir las reformas que tratan de preservar el actual modelo de Seguridad Social basado en la solidaridad intergeneracional
No es la demograf¨ªa, est¨²pido, es la econom¨ªa. Esto es lo que habr¨ªa que replicar a los agoreros neoliberales que presentan como una cat¨¢strofe el mayor avance de la humanidad ¡ªen un siglo hemos doblado la esperanza de vida¡ª y sostienen que el envejecimiento de la poblaci¨®n aboca a una quiebra de la Seguridad Social. Una vez m¨¢s han recurrido al catastrofismo para oponerse al aumento de cotizaciones que propone el ministro Jos¨¦ Luis Escriv¨¢ para afrontar la jubilaci¨®n masiva de la generaci¨®n m¨¢s numerosa, la del baby boom. El corolario de su argumentaci¨®n suele ser que no es justo que se aumenten las cotizaciones a j¨®venes que, seg¨²n ellos, no llegar¨¢n a cobrar sus pensiones para que los actuales jubilados puedan cobrar las suyas.
Ellos defienden una alternativa individualista: que cada uno ahorre para su vejez lo que pueda mediante planes privados de pensiones, en lugar de cotizar para las pensiones de otros, lo que supone un ataque frontal al modelo de Seguridad Social. En el sistema de reparto vigente, las generaciones activas no cotizan para pagar sus propias pensiones sino las de los actuales jubilados, es decir, las de sus padres y abuelos, con el compromiso de que las suyas se pagar¨¢n con las cotizaciones de sus hijos y nietos. Ning¨²n sistema privado de pensiones puede reunir una bolsa tan grande de contribuyentes y, por tanto, ninguno tiene mayor solvencia. Y, por supuesto, ning¨²n modelo privado garantiza la solidaridad intergeneracional.
Cuando se cre¨® la Seguridad Social, la esperanza de vida media a los 65 a?os no llegaba a 10 a?os y ahora es de 21,6
Es triste que ciertos foros de pensamiento se dediquen a alentar un falso conflicto generacional. Desde la Ley de Bases de la Seguridad Social de 1963, el sistema se ha ido adaptando a los cambios demogr¨¢ficos y tambi¨¦n se adaptar¨¢ ahora al desaf¨ªo que representa la jubilaci¨®n de la generaci¨®n que ha propiciado el mayor salto econ¨®mico del pa¨ªs, por numerosa que sea.
Hay un cambio demogr¨¢fico que afrontar, por supuesto. Si en 1960 los mayores de 65 a?os representaban el 8,2% de la poblaci¨®n, en 2020 eran el 22,9% y las ¨²ltimas previsiones del INE indican que en 2050 ser¨¢n el 31,4%. A mediados de siglo, la esperanza de vida de las mujeres llegar¨¢ a 90 a?os y la de los hombres a 85. Pero el dato m¨¢s relevante es que cuando la Seguridad Social se cre¨®, la esperanza de vida media al cumplir los 65 a?os no superaba los 10 y ahora es de 21,6. Y que mientras en la d¨¦cada de 1970 hab¨ªa cuatro cotizantes por cada jubilado, ahora hay 2,25.
La poblaci¨®n envejece en Espa?a porque vivimos m¨¢s a?os, pero tambi¨¦n porque la natalidad se ha desplomado, de manera que ya hace varios a?os que muere m¨¢s gente de la que nace. En todos estos procesos, lo determinante es la econom¨ªa. La natalidad ha ca¨ªdo, pero no por falta de poblaci¨®n dispuesta a reproducirse, sino porque no se dan las condiciones econ¨®micas propicias para tener hijos. La precariedad laboral y la falta de horizonte son los principales frenos. De hecho, las mujeres quieren tener m¨¢s hijos de los que acaban teniendo. En 2018, la encuesta de fecundidad del INE, que no se realizaba desde 1999, aport¨® un dato significativo: tres de cada cuatro mujeres desea dos hijos o m¨¢s, y una de cada cuatro querr¨ªa tener tres o m¨¢s, pero muchas acaban teniendo uno o ninguno. Si la natalidad se desploma no es por azar, sino por condicionantes econ¨®micos que hacen que la tasa de fecundidad haya ca¨ªdo hasta 1,2 hijos por mujer, cuando para garantizar la reposici¨®n poblacional deber¨ªa ser de 2,1.
Tres de cada cuatro mujeres querr¨ªa tener dos hijos o m¨¢s, pero muchas acaban teniendo solo uno o ninguno
Si la natalidad se desploma, siempre se puede recurrir a la inmigraci¨®n para compensar la p¨¦rdida de poblaci¨®n y rejuvenecer la fuerza laboral. No ser¨ªa un problema: hay millones de j¨®venes de Am¨¦rica Latina y ?frica que solo esperan que se les abra la puerta. Pero eso tambi¨¦n depende de que haya una econom¨ªa vigorosa capaz de darles trabajo y futuro. En resumen, que se puedan pagar las pensiones depender¨¢ sobre todo de que tengamos una econom¨ªa fuerte que cree empleo de calidad con salarios dignos y suficientes, capaces de soportar cotizaciones razonables, para que las parejas j¨®venes puedan tener todos los hijos que desean tener.
El desaf¨ªo que representa para la Seguridad Social la mayor esperanza de vida se puede abordar de dos formas: interviniendo sobre el gasto, como pretendi¨® hacer el PP con la reforma que desvincul¨® la subida de las pensiones del IPC e introdujo el coeficiente de sostenibilidad en funci¨®n de la esperanza de vida; o aumentando los ingresos, como propone el ministro Escriv¨¢. La primera opci¨®n es socialmente regresiva y lleva a recortar las pensiones actuales y futuras, es decir, al empobrecimiento de todos los jubilados. Hasta un 30% de rebaja si se aplicaran los correctivos a la baja dise?ados por el PP. La segunda exige cotizar m¨¢s, pero tampoco tanto: 10 euros mensuales para el salario medio a repartir entre el empresario y el trabajador. En el caso de un mileurista, cinco euros. Dos caf¨¦s.
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