Una enmieda republicana
Hay constituciones, como la italiana o la francesa, que proh¨ªben la revisi¨®n de la forma de gobierno. Nuestra Constituci¨®n, sin embargo, s¨ª permite revisar la forma mon¨¢rquica
El proyecto del Gobierno de ley de Memoria Democr¨¢tica ha sido objeto de una bater¨ªa de enmiendas conjuntas de ERC, CUP, EH Bildu, BNG, PDeCat y Junts. Pretenden superar los insatisfactorios obst¨¢culos de la ley de Amnist¨ªa de 1977 y la ley de Memoria Hist¨®rica de 2007 que, en la pr¨¢ctica, han implicado la impunidad de los cr¨ªmenes de la dictadura, un olvido selectivo y una reparaci¨®n mezquina. Estas enmiendas, razonables y viables, podr¨ªan alcanzar rango de ley sin necesidad de perturbar ni tensionar la Constituci¨®n, si consiguieran sumar los votos necesarios de otros grupos parlamentarios.
Otra enmienda conjunta de los referidos grupos parlamentarios dif¨ªcilmente encajar¨ªa en el actual marco constitucional. Es la que propone retirar el t¨ªtulo de Rey, con p¨¦rdida de todos los privilegios personales y familiares, por su origen en la dictadura. La referencia al origen franquista es, objetivamente, veraz. Las Cortes franquistas, el 22 de julio de 1969 proclamaron sucesor de Franco ¡°a t¨ªtulo de rey¡± a Juan Carlos de Borb¨®n, que lleg¨® a presidir interinamente el Consejo de ministros franquista en los momentos finales de la enfermedad del dictador, entre 1974 y 1975. Probablemente el entonces pr¨ªncipe ya hab¨ªa aprendido de sus ancestros la hist¨®rica filosof¨ªa pol¨ªtica de ¡°Par¨ªs bien vale una misa¡±. Fue el primer Borb¨®n de la dinast¨ªa, Enrique IV de Francia, hace m¨¢s de 400 a?os, el que pronunci¨® esa frase, poniendo fin a las guerras civiles de religi¨®n. No tuvo reparos en abjurar del protestantismo y hacerse cat¨®lico para ser rey. Puro ADN borb¨®nico.
Hay constituciones, como la italiana o la francesa, que proh¨ªben la revisi¨®n de la forma de gobierno republicana. Nuestra Constituci¨®n, sin embargo, s¨ª permite revisar la forma de gobierno mon¨¢rquica. Pero para ello hace falta una mayor¨ªa de dos tercios del Congreso y del Senado, la disoluci¨®n de las Cortes, la ratificaci¨®n de la reforma constitucional por las nuevas Cortes, que redacten una nueva Constituci¨®n, y su aprobaci¨®n en refer¨¦ndum. O sea, esta enmienda es inviable en la pr¨¢ctica, aunque sea te¨®ricamente posible. Es una enmienda provocadoramente republicana para proponer el final de la forma mon¨¢rquica de gobierno.
Si, por ahora, eso no es viable, al menos ser¨ªa deseable evitar que haya dos reyes. Habr¨ªa que retirar el t¨ªtulo de rey em¨¦rito, t¨ªtulo que en realidad no existe. Lo que existe es un real decreto de 13 de junio de 2014, con el obligado refrendo de Rajoy, por el que Juan Carlos se otorga a s¨ª mismo el uso honor¨ªfico del t¨ªtulo de Rey con car¨¢cter vitalicio. Fue el ¨²ltimo real decreto que firm¨®. Justific¨® su abdicaci¨®n por sus 76 a?os, y para dar paso a las nuevas generaciones. Ni una palabra de las verdaderas razones que exigieron su abdicaci¨®n para frenar los efectos de su creciente desprestigio. As¨ª continu¨®, borboneando, con las ventajas e influencias propias de un rey, hasta el 15 de marzo de 2020.
Ese d¨ªa, su hijo Felipe VI le propin¨® la reprimenda mayor de su vida. En un breve comunicado a la opini¨®n p¨²blica el rey insin¨²a dudas sobre la integridad, honestidad y transparencia de su padre, sugiriendo que parte de sus activos ¡°pueden no estar en consonancia con la legalidad o con criterios de rectitud e integridad¡±. El varapalo real, y filial, no fue solamente moral. Tambi¨¦n le retir¨® la asignaci¨®n que ten¨ªa fijada en los presupuestos de la Casa Real. Pero no se atrevi¨® a retirarle el t¨ªtulo vitalicio y honor¨ªfico de Rey. Y pod¨ªa haberlo hecho, seg¨²n el art¨ªculo 62.f. de la Constituci¨®n, como le retir¨® el t¨ªtulo vitalicio de duquesa de Palma a su hermana en junio de 2015.
Si el hijo rey no pudo o no quiso retirar el t¨ªtulo de rey a su padre, el padre rey s¨ª podr¨ªa haber aprendido de su propio padre. Don Juan de Borb¨®n, al abdicar en 1977, renunci¨® al t¨ªtulo de Rey, conservando solamente el t¨ªtulo de Conde de Barcelona. Y si no aprendi¨® de su padre, al menos podr¨ªa haber aprendido de Jordi Pujol. No de sus habilidades financieras poco escrupulosas, pericia en la que ambos son m¨¢s maestros que aprendices, sino de la decisi¨®n de renunciar al t¨ªtulo de Molt Honorable President a la vez que renunciaba a la pensi¨®n vitalicia inmediatamente despu¨¦s del revuelo provocado por su extra?a confesi¨®n en julio de 2014. Ser¨ªa clamorosamente recibida una iniciativa legislativa de esp¨ªritu republicano que revocara el real decreto de autoproclamaci¨®n de Rey honorario, poniendo fin al sinsentido de tener un segundo Rey que, adem¨¢s, tampoco es muy honorable.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mena fue fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a
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