Oriol Bohigas, un urbanista intelectual
El catal¨¢n fue una voz cr¨ªtica de la arquitectura de Barcelona y de su tiempo
La noche del 25 al 26 de julio de 1992, es decir, la noche de la inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos, Oriol Bohigas ¨Cten¨ªa 66 a?os, era uno de los padres de la Barcelona moderna¨C escribi¨® en catal¨¢n una carta al alcalde Pasqual Maragall. La cita es larga, pero vale la pena porque es l¨²cida, es conmovedora y es una autobiograf¨ªa impl¨ªcita del lugar que el urbanista Bohigas sab¨ªa que le correspond¨ªa en la historia de su ciudad. ¡°No puedo dejar pasar esta fecha sin manifestarte mi admiraci¨®n y mi agradecimiento como ciudadano. Ya lo sabes, y te lo he dicho muchas veces, pero es necesario volver a afirmarlo precisamente hoy, cuando toda tu inmensa tarea, tu inteligencia y tu imaginaci¨®n han alcanzado los objetivos previstos. Esta ciudad que t¨² has fabricado, estas ilusiones que nos has comunicado son un acontecimiento extraordinario en lo que todos nos vemos fundamentalmente relacionados. A partir de ahora la ciudad es ya otra cosa, con m¨¢s posibilidades y tambi¨¦n con m¨¢s obligaciones. Yo creo que todos se verter¨¢n con entusiasmo hacia los retos del futuro precisamente porque t¨² ya ente educado en este esfuerzo¡±. Hablaba del alcalde y hablaba de s¨ª mismo. Esta historia termin¨® ayer cuando Bohigas falleci¨® a los 95 a?os. Hab¨ªa nacido en 1925.
Desde los veinte a?os fue una voz cr¨ªtica de la arquitectura de su ciudad y su tiempo. Desde el primer momento se afirm¨® como uno moderno. Como uno moderno interpret¨® a Eugeni d¡¯Ors, cuando todav¨ªa no hab¨ªa acabado la carrera de arquitectura, y el 1949 Ors lo hizo exponer en el Museo Nacional de Arte Moderno junto a cl¨¢sicos de la vanguardia pl¨¢stica ¨CTorres Garcia, Mir¨®, Dal¨ª¨C, pero tambi¨¦n con los j¨®venes del arte nuevo: Oteiza, Zabaleta o los subversivos de Dau al Set. Ser activista de la modernidad arquitect¨®nica equival¨ªa a cargar sin matices contra la tendencia dominante y Bohigas lo hizo desde el primer momento.
No siempre pudo hacerlo. En 1950 ya le censuraron un texto sobre el GATCPAC con una elaborada argumentaci¨®n del censor: ¡°No. La arquitectura moderna ES rojo-separatista¡±. Pero cuando pod¨ªa, mord¨ªa. En enero de 1951, en el semanario Destino, a la vez que exig¨ªa una nueva arquitectura para Barcelona, cargaba con dureza contra la arquitectura franquista, afirmando: ¡°Nuestras ¨²ltimas producciones las ha guiado la adaptaci¨®n de elementos cl¨¢sicos con un provincialismo de arquitectura sudamericana¡±. Entonces puso en marcha el Grupo R, militantemente moderno, y como arquitecto moderno, con 30 a?os, escrib¨ªa a Mies van der Rohe proponi¨¦ndole reconstruir su pabell¨®n construido con motivo de la exposici¨®n universal de 1929.
Con este bagaje, Bohigas sumaba y se sumaba al catalanismo progresista. Lo hac¨ªa con conocimiento y profesionalidad, pero hac¨ªa tambi¨¦n con una determinada actitud: la libertad intelectual, rasgo distintivo de su personalidad civil. La libertad que le permit¨ªa criticar la Sagrada Familia o el porciolismo cuando nadie osaba hacerlo, por ejemplo.
Esta libertad se define por defender en p¨²blico de una manera rotunda lo que racionalmente se piensa, aunque incomode o impugne el discurso dominante. Expresando en p¨²blico lo que alguien considera cierto se ejerce una forma de compromiso que enriquece el nervio de la sociedad a la que se pertenece. Lo har¨¢ en la prensa. Lo har¨¢ en sus dietarios autobiogr¨¢ficos. Lo hizo en sus cartas. Era un hombre aut¨¦nticamente libre. Para ejercer esta libertad intelectual hay que tener libertad de esp¨ªritu y eso, en un pa¨ªs donde la libertad estuvo sistem¨¢ticamente castrada durante d¨¦cadas, tuvo mucho m¨¦rito. Bohigas tuvo el coraje para decirlo. Por muchos motivos, pero esencialmente porque ten¨ªa la semilla de la libertad en la conciencia. La semilla de la pedagog¨ªa republicana que, en Catalu?a, tuvo su encarnaci¨®n militante en el proyecto pedag¨®gico del Institut escola republicano. Fue alumno y propagandista infatigable. Y no es casualidad que en el Ayuntamiento de Maragall coincidiesen otras matriarcas de ese esp¨ªritu liberal: Marta Mata y Maria Aur¨¨lia Capmany.
A principios de la d¨¦cada de los sesenta, cuando el catalanismo logra dotarse de nuevas estructuras para repensarse, Bohigas est¨¢ ah¨ª con su primer libro. Redactado entre 1960 y 1962, cuando pone en marcha el estudio de arquitectura MBM Arquitectos, Barcelona entre el Pla Cerd¨¤ i el barraquisme es un cl¨¢sico. En aquel momento, que era el del auge del desarrollismo y cuando a los pisos del Eixample les sal¨ªan sombreros nuevos gracias a la legislaci¨®n del alcalde Porcioles, Bohigas tuvo el coraje de escribir y publicar este diagn¨®stico sobre el presente de la ciudad. ¡°Nuestro momento hist¨®rico no est¨¢ solamente herido por un apoliticismo abrumador, sino a menudo empujado por un motor pol¨ªtico no demasiado adecuado para el porvenir de Catalu?a. Esta ausencia o esta distorsi¨®n se acusa, seg¨²n todo lo que hemos dicho, en nuestros planteamientos urban¨ªsticos y hace temer que alg¨²n t¨¦cnico inconsciente ¨Co perversamente consciente- establezca, las normas de crecimiento de Barcelona, sin meditar las palabras que hemos citado ni pensar las consecuencias; es decir: sin sentirse al servicio de una idea pol¨ªtica coherente, como un simple tecn¨®crata aislado¡±. Bohigas ten¨ªa 37 a?os.
En el libro est¨¢ expl¨ªcita la idea de la responsabilidad social del arquitecto. La conciencia de que la hond¨ªsima transformaci¨®n de la sociedad como consecuencia de la Revoluci¨®n Industrial deb¨ªa implicar, necesariamente, una transformaci¨®n de la ciudad formulada, en toda su complejidad, por un urbanista. ¡°La ciudad del siglo XX es una entidad creada precisamente por esta sociedad nueva, sin historia, que es el proletariado. Este proletariado presentaba un cuadro de necesidades que no ten¨ªa nada que ver ni con las residencias cortesanas, ni con las agrupaciones agr¨ªcolas, ni con los c¨ªrculos burgueses medievales. El nuevo urbanismo ten¨ªa que darse cuenta de este nuevo problema y estructurar, por lo tanto, todo un nuevo programa¡±. ?Qu¨¦ programa? ¡°El urbanista es un organizador, es el t¨¦cnico que incluye en un solo plan las exigencias de la circulaci¨®n, la formaci¨®n de unas comunidades humanas, la econom¨ªa de la producci¨®n com¨²n, las necesidades intelectuales, deportivas, sociales, los centros de diversi¨®n¡±. Barcelona no ten¨ªa ese plan. Bohigas sab¨ªa, como escribi¨® Ors y ¨¦l recuperaba, ¡°las formas arquitect¨®nicas de una ¨¦poca determinada de la Historia est¨¢n en funci¨®n de sus formas pol¨ªticas¡±.
Urbanismo y pol¨ªtica entrelazadas. No lo dudaba esta figura que participa de la subversi¨®n l¨²dica de la gauche divine. Vive el presente y es consciente de su pasado y sabe a qu¨¦ tradici¨®n quiere ahijarse. La de la raz¨®n. La reivindic¨® en La arquitectura espa?ola de la Segunda Rep¨²blica. Lo que reivindicaba en ese libro era la conexi¨®n entre una ¨¦poca y una esperanza pol¨ªtica. ¡°No se trata exclusivamente de un grupo de vanguardia progresista como base abonada y fructificadora de un cambio pol¨ªtico, sino tambi¨¦n de un nuevo r¨¦gimen pol¨ªtico convertido eficazmente en tierra abonada y fructificadora de una tendencia cultural¡±. Era lo mismo que, en privado y en una carta de 1964 dirigida a un miembro de la comisi¨®n de urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, explicit¨®: ¡°Ser urbanista es empezar ya a ser socialista¡±. Ser socialista no equival¨ªa a militar en un determinado partido pol¨ªtico. No simplifiquemos. En la praxis de Bohigas era una derivada coherente de su apuesta por una modernidad de matriz republicana que ten¨ªa una tradici¨®n propia ¨Cla del novecentismo de masas- y una tradici¨®n for¨¢nea que ¨¦l mismo identificaba con la translaci¨®n arquitect¨®nica de ¡°las pol¨ªticas socialdem¨®cratas de la Rep¨²blica de Weimar o la Viena roja¡±, como explicita en uno de los art¨ªculos de Elogi de la modernitat.
?Ha sido Bohigas, en la Barcelona contempor¨¢nea, este urbanista que ha actuado como un pol¨ªtico socialista con el af¨¢n de transformar la ciudad para que se adaptara al reto central de la modernidad? Tienen su sello desde escuelas a la Vila Ol¨ªmpica, de la Universitat Pompeu Fabra al edificio RBA. La lista es largu¨ªsima. De profesor de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura a principios de la d¨¦cada de los sesenta al presidente que salv¨® el Ateneu Barcelon¨¨s. No ha sido solo ¨¦l, es evidente, pero ¨¦l seguramente m¨¢s que nadie. La transformaci¨®n de la piel de Barcelona ha sido su gran obra.
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