El Gaud¨ª del MNAC
La exposici¨®n es un despliegue documental y tal vez peca de esto, buscando ensanchar el enraizamiento de la obra de Gaud¨ª en la cultura del momento, tratando de desmentir que fuese un incomprendido
La semana pasada fui al MNAC a ver la exposici¨®n Gaud¨ª. Una reuni¨®n de 600 piezas dispuestas seg¨²n un paseo sinuoso en el que se suceden muebles varios, vaciados humanos en yeso, fotograf¨ªas de ¨¦poca restauradas, una columna de basalto original de la Cripta G¨¹ell, reconstrucciones en escayola de los modelos empleados para la Sagrada Familia, rejas, custodias, l¨¢mparas, vitrinas con libros, dibujos y postales, pinturas y tapices aportadas desde diferentes colecciones e instituciones en una colaboraci¨®n coral. Una colecci¨®n que muestra la visi¨®n del comisario Juan Jos¨¦ Lahuerta de la figura de Gaud¨ª. La exposici¨®n es un despliegue documental y tal vez peca de esto, buscando ensanchar el enraizamiento de la obra de Gaud¨ª en la cultura del momento, tratando de desmentir que este fuera un incomprendido o un outsider, apuntando distintas familiaridades con las obras de E. Viollet le Duc, W. Morris o A. Rodin y tambi¨¦n con arquitecturas m¨¢s pr¨®ximas a la de la Alhambra y a lo morisco, que se reflejan en los interiores de Las Teresianas, del Palau G¨¹ell o de la casa Vicens ¡ªen el fumador¡ª por ejemplo.
La boiserie del distribuidor del piso principal de la Pedrera, una de las pi¨¨ces de r¨¦sistance de esta muestra, me produjo una impresi¨®n contradictoria y me pareci¨® una advertencia de lo que encontramos en la exposici¨®n. Resulta imposible ver esta reconstrucci¨®n con su imponente tama?o y no recordar el efecto inspirador que ofrec¨ªan a nuestros ojos las carpinter¨ªas interiores de la casa Batll¨® ¡ªdepositadas en el mismo MNAC¡ª y rescatadas por Francesc Torres para la exposici¨®n La caja entr¨®pica de hace cuatro a?os. Una exposici¨®n que vi en el mismo s¨®tano que hoy acoge la muestra sobre Gaud¨ª. Aquellas puertas apoyadas y amontonadas contra la pared, como si estuvieran a la espera de la recogida municipal, hac¨ªan crecer las ideas en nuestra cabeza, sin embargo, estas de ahora, tan nuevas y brillantes, no lo hacen. Y es que lo m¨¢s discutible de esta muestra es el montaje de los elementos que se exhiben, en el fondo y en la forma que, por otro lado, trat¨¢ndose de Gaud¨ª y de la imagen que guardamos de su obra, resulta inexcusable no haber prestado algo m¨¢s de atenci¨®n a la atm¨®sfera de la exposici¨®n. Si lo que pretend¨ªa la empresa al cargo, era construir una escenograf¨ªa ¡°basada en la teatralidad y la acumulaci¨®n de objetos¡±, como reza el folleto de mano, creo que ni se consigue ni ayuda al discurso de la muestra. Para recrear el efecto de un gabinete de curiosidades la distancia entre los objetos debe ser otra, y aqu¨ª est¨¢n colocados a una distancia que no logra emular el efecto del, por otro lado, inquietante taller de Gaud¨ª, si lo comparamos con el de Mariano Fortuny, que cuelga en una de las paredes de la exposici¨®n.
Me pareci¨® ver una continuidad iniciada en los ¨²ltimos a?os por el MNAC con la Maniobra de Perejaume, 2013-2014, a la que sigui¨® La caja entr¨®pica de Torres, 2017-2018, y ahora este Gaud¨ª, presente de diferentes maneras en las anteriores. Un Gaud¨ª anticipado en la de Perejaume, por sus formas ovales y un Gaud¨ª presente en la de Torres, por sus puertas tiradas a la basura. La exposici¨®n, a¨²n pretendiendo lo contrario, no consigue disipar la idea que una parte de los historiadores, expertos, gu¨ªas y empleados de diversas instituciones han construido de Gaud¨ª. Cuando la visit¨¦ tuve que o¨ªr las explicaciones previsibles de una gu¨ªa que parec¨ªa seguir el libro equivocado y no nos sorprende ya que seguimos viendo un Gaud¨ª aplastado por el peso de su figura m¨ªstica y religiosa ¡ªla elecci¨®n de las im¨¢genes del folleto de mano lo subrayan¡ª y que no muestra el constructor que fue, el gran ausente en esta exposici¨®n. No les extra?e entonces, especialmente a los puristas, que el p¨²blico vea con indulgencia las obras de la Sagrada Familia. Da que pensar que al mismo tiempo que se corona la torre de la Mare de Deu con una estrella de cristal con luz propia, se invite al p¨²blico a pasear por una escenograf¨ªa malograda que resalta lo tenebroso de la reuni¨®n de objetos preciosos condenados a las tinieblas, que transmiten muebles solitarios, l¨¢mparas apagadas, custodias vac¨ªas, cabezas de ni?os de ojos cerrados, bombas Orsini y columnas abatidas. La actual muestra del V&A Museum sobre Alicia en el pa¨ªs de las maravillas es una lecci¨®n sobre lo que buscamos en una exposici¨®n y que no es un viaje al mundo martirizado del pecado. No reclamo que una exposici¨®n deba ser una kerm¨¦s, pero descubrir, ense?ar y dar a conocer no deber¨ªa ser un acto l¨®brego.
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