Pensar estrat¨¦gicamente
El catalanismo reformista y pragm¨¢tico es el ¨²nico que ha obtenido resultados tangibles en toda la historia del autogobierno
El regate corto de la t¨¢ctica, la propaganda, los marcos mentales y los relatos hegem¨®nicos jam¨¢s sustituir¨¢n a un programa, a un[/CAP3]a pol¨ªtica, a un conjunto de ideas ¡ªuna ideolog¨ªa¡ª y mucho menos a un pensamiento estrat¨¦gico, que pondera cu¨¢les son los objetivos, los sit¨²a en el tiempo y calcula los medios y las condiciones necesarias para conseguirlos. Exactamente lo que le ha faltado al independentismo. El catalanismo hist¨®rico, el de siempre, en cambio, tan denostado por unos y otros como culpable de una falta de ambici¨®n ¡ªtachada de regionalista seg¨²n el radicalismo independentista y como sembrador de las semillas secesionistas que ahora han sido cosechadas seg¨²n el anticatalanismo¡ª siempre ha demostrado que contaba con una estrategia y que adem¨¢s pod¨ªa obtener pr¨¢cticamente la plenitud de los resultados que se propon¨ªa.
Las estrategias se construyen con ideas pr¨¢cticas, no con t¨®picos, esl¨®ganes y frases hechas. El catalanismo conservador recuper¨® la lengua y la cultura gracias a su visi¨®n sobre las necesidades de un pa¨ªs moderno e industrial en las primeras d¨¦cadas del siglo XX y aprovech¨® con inteligencia las instituciones espa?olas de la Restauraci¨®n para iniciar el camino del autogobierno a partir de la uni¨®n de la administraci¨®n de las cuatro provincias del Estado central en la Mancomunitat de Catalunya. El catalanismo republicano y de izquierdas sac¨® partido de la ruptura constitucional que se produjo tras las elecciones municipales del 13 de abril de 1931 y negoci¨®, ciertamente desde la posici¨®n de relativa ventaja de una rep¨²blica catalana apresuradamente proclamada, el marco auton¨®mico de nuestro autogobierno moderno, siguiendo una pauta v¨¢lida hasta hace una d¨¦cada que identifica democracia, la que trajo la rep¨²blica entonces y la Constituci¨®n de 1978 ahora, con la libertad de Catalu?a. El catalanismo sincr¨¦tico pero tambi¨¦n conservador de Jordi Pujol no se sali¨® de la estrategia que identifica democracia espa?ola y autogobierno catal¨¢n, pero sac¨® todo el jugo posible de las debilidades del sistema de bipartidismo hisp¨¢nico gracias a un astuto sistema de explotaci¨®n hiperpersonalista y de dudosa ejemplaridad p¨²blica.
Tambi¨¦n el catalanismo maragallista, al igual que todos los anteriores, contaba con una estrategia, que en su caso era mucho m¨¢s ambiciosa, por cuanto no solo quer¨ªa gobernar en Barcelona e influir en Madrid, sino tambi¨¦n cambiar Espa?a desde Catalu?a. Hay casi unanimidad, una unanimidad sospechosa, a la hora de hacerle responsable de la destrucci¨®n del pensamiento estrat¨¦gico catalanista. Pero no cabe descartar que lo que no pudo ser hace m¨¢s de una d¨¦cada, se sit¨²e ahora como el horizonte pr¨¢ctico y realista de nuestra ¨¦poca.
La ausencia de una visi¨®n estrat¨¦gica ha conducido al independentismo a la esterilidad pol¨ªtica
Prat dibuj¨® el mapa territorial de la naci¨®n moderna, Maci¨¤ la dot¨® de instituciones pol¨ªticas, Tarradellas las mantuvo en el exilio y las recuper¨®, Pujol las llen¨® de contenido muchas veces contradictorio pero eficaz y Maragall situ¨® el list¨®n de un futuro posible y solidario con el conjunto de Espa?a. El catalanismo en todas sus etapas ha tenido una visi¨®n estrat¨¦gica porque se ha movido en los par¨¢metros de la pol¨ªtica pragm¨¢tica y realista, hasta el punto de que incluso los momentos de mayor exaltaci¨®n han tenido como colof¨®n inmediato el aterrizaje en la pol¨ªtica de las cosas.
El realismo pol¨ªtico conduce a pensar estrat¨¦gicamente, que significa tambi¨¦n pensar hist¨®ricamente, atendiendo al pa¨ªs real tal como se ha ido construyendo, no al pa¨ªs mitificado, a la historia, no a la leyenda, al pa¨ªs tal como es, y no el pa¨ªs so?ado, como debiera ser o peor todav¨ªa como hubiera podido ser de no mediar la mala fortuna, los errores din¨¢sticos, las debilidades cong¨¦nitas. Quiz¨¢s sin hacerlo expl¨ªcito, el catalanismo mayoritario no tan solo hab¨ªa atendido a la historia, sino tambi¨¦n a la geopol¨ªtica, esa ciencia oscura que qued¨® manchada por las teor¨ªas nacionalsocialistas, pero que ahora ha resucitado con fuerza cuando han empezado los grandes cambios en el orden internacional.
No es extra?o que Jaume Vicens Vives, en tantos aspectos una de las mejores cabezas que contribuy¨® a la modelaci¨®n del catalanismo contempor¨¢neo, tuviera un especial inter¨¦s por las aportaciones de la geopol¨ªtica a la historia. Si alguien desde el independentismo se hubiera interesado realmente en el estudio de las condiciones geopol¨ªticas para la independencia de Catalu?a, habr¨ªa podido comprobar que la secesi¨®n es una idea pr¨®xima al absurdo, y de ah¨ª que haya suscitado tan escasa adhesi¨®n en cien a?os largos de historia catalanista.
Para modificar unas fronteras que son de las m¨¢s antiguas de Europa (Tratado de los Pirineos, 1659), construir un Estado encajado entre Francia y Espa?a con reivindicaciones irredentistas hacia ambos lados (Rosell¨®n y Cerda?a de un lado y comunidades valenciana y balear de otro), sin el patrocinio de ninguna potencia vecina, sin alianzas pol¨ªticas en Europa y con hipot¨¦ticas alianzas indeseables en el mundo, y manteniendo el estatus quo de la Uni¨®n Europea y la Alianza Atl¨¢ntica, hace falta mucho m¨¢s que un estent¨®reo y multitudinario deseo, que puede ser ef¨ªmero y mayoritario, y no cuenta para colmo con sost¨¦n jur¨ªdico, ni el interior de la Constituci¨®n espa?ola ni el exterior de la legalidad internacional. No bastan ciertamente la propaganda y las tergiversaciones, los libros blancos y las hojas de ruta, casi todos equivocados, que deb¨ªan conducir indefectiblemente hasta el objetivo deseado.
A pesar del fracaso, Pasqual Maragall ha sido el ¨²ltimo presidente con una visi¨®n a largo plazo
Es bueno recordar que hasta 2010 hubo un catalanismo pragm¨¢tico con gran capacidad de consenso, visi¨®n hist¨®rica y una aproximaci¨®n realista a la geopol¨ªtica de Catalu?a, y que ahora, en cambio, no queda nada, apenas los restos in¨²tiles de unos argumentos y de una asombrosa papeler¨ªa, producidos en la efervescencia de la etapa finiquitada. Es decir, la esterilidad m¨¢s absoluta. Horizontes sin objetivos, caminos que no conducen a ning¨²n sitio, ideas gastadas y repetidas hasta el cansancio como el derecho a decidir o el refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, esl¨®ganes que para nada sirven ni llenan en modo alguno el vac¨ªo estrat¨¦gico. Y no es nada extra?o. Atendiendo ¨²nicamente a su historia, el secesionismo solo ha sido eficaz cuando ha renunciado a su actitud maximalista. Aunque ahora siga sacando pecho, su balance pr¨¢ctico es penoso, abiertamente negativo, pura hojalata: se ha propuesto todo y no ha conseguido nada. Ni siquiera a su radicalismo se deben los avances efectivos en el autogobierno, en la lengua, en el protagonismo internacional o en la proyecci¨®n de Barcelona como capital, todos ellos debidos a la fuerza acumulativa y paciente del reformismo catalanista.
El secesionismo no es regionalista pero ha demostrado que es algo peor: un nacionalismo apresurado, divisivo y verborreico, un provincianismo efectivo, y un localismo desconectado del mundo, moralmente min¨²sculo, pol¨ªticamente est¨¦ril y econ¨®micamente destructivo. La independencia no tan solo no era una estrategia, sino que ni siquiera era una ideolog¨ªa: solo una causa popular, tan popular como pueda serlo un club de f¨²tbol, que ha sabido amalgamar sentimientos y ensue?os, pero nada ha sabido construir cuando ha tenido la oportunidad de hacerlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
