Catalu?a sin conflicto
No es aqu¨ª, sino en Ucrania, donde nos jugamos la existencia, tal como dijo literalmente Ponsat¨ª. Como europeos y como catalanes
El caso catal¨¢n est¨¢ ya enterrado en Europa¡±. No lo digo yo ni lo dice ninguna voz cr¨ªtica con el secesionismo. Lo dijo Clara Ponsat¨ª en el diario Ara de 27 de marzo. ¡°Naturalmente, la guerra de Ucrania es la principal preocupaci¨®n porque nos jugamos en ella la existencia¡±.
Las dimensiones del conflicto catal¨¢n han quedado perfectamente acotadas al lado de las proporciones de la agresi¨®n rusa contra Ucrania. Si era ya discutible que el proyecto secesionista tuviera alguna posibilidad de suscitar la atenci¨®n europea, la brutalidad colosal de la guerra de agresi¨®n putinista la ha triturado en pocos d¨ªas.
La estrategia de internacionalizaci¨®n fracas¨® de cabo a rabo. En la primera fase, cuando se buscaba el reconocimiento de la futura independencia, y en la segunda, cuando se recababa la solidaridad europea con los pol¨ªticos presos y fugados y con el victimato del oto?o caliente catal¨¢n.
La represi¨®n interna desencadenada en Rusia y el car¨¢cter criminal y genocida de la invasi¨®n putinista, han disuelto cualquier oportunidad razonable para el habitual comparatismo, en este caso de Catalu?a con Ucrania. No han faltado parlamentarios y portavoces independentistas carentes de sentido del rid¨ªculo que no han podido resistirse. La propia Ponsat¨ª lo ha hecho en el Parlamento Europeo, ante un hemiciclo vac¨ªo, elocuente demostraci¨®n de la creciente insignificancia del conflicto catal¨¢n para la opini¨®n p¨²blica europea.
La idea de una secesi¨®n catalana part¨ªa de una doble confusi¨®n, que la crisis ucraniana ha disuelto. La primera sobre su dimensi¨®n y relevancia. La segunda sobre las capacidades del movimiento. Catalu?a, comparada con Ucrania, no tiene ni tama?o ni centralidad. Su secesi¨®n solo interesa a una parte de los catalanes, ni siquiera a Catalu?a entera. El secesionismo, a pesar de la ventana de oportunidad que consigui¨® en 2014, tampoco tiene fuerza ni cuenta con capacidad coercitiva para conseguir una ruptura de la legalidad, ni siquiera para arrancar una reforma constitucional desde una posici¨®n de ventaja.
Todo esto, que tantos observadores desde dentro y desde fuera vieron y dijeron, ahora ha terminado en boca de los propios responsables de la intentona. El mapa pol¨ªtico, no tan solo el internacional, est¨¢ cambiando y desplaz¨¢ndose hacia la moderaci¨®n. Europa est¨¢ en guerra con Putin, al menos econ¨®mica. Tambi¨¦n Catalu?a. No es el momento de olvidar la mesa de di¨¢logo, pero no para resolver el conflicto catal¨¢n secular, sino para evitar que vuelva a dividir a los catalanes y a los espa?oles. Cuando hay guerra, toca cerrar filas, e incluso pensar en grandes pactos y gobiernos de concentraci¨®n. De ah¨ª la urgencia del di¨¢logo entre catalanes, que debe preceder al di¨¢logo entre los gobiernos de S¨¢nchez y Aragon¨¨s. No es aqu¨ª, sino en Ucrania, donde nos jugamos la existencia, tal como dijo literalmente Ponsat¨ª. Como europeos y como catalanes.
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