Los Juegos de la Involuci¨®n
La hostilidad a la candidatura de los Juegos de Invierno es hija de esperanzas de transformaci¨®n cortocircuitadas

Los Juegos Ol¨ªmpicos son el t¨ªpico acontecimiento que los pol¨ªticos utilizan para concentrar a las fuerzas dispersas de la sociedad hacia una idea de pa¨ªs a largo plazo, que se supone que tienen en la cabeza. Ahora que nos preguntar¨¢n si queremos organizar unos de invierno, quiz¨¢ ayuda saber que los de este a?o, celebrados en Pek¨ªn, han acabado con una etiqueta popular muy alejada de la que pretend¨ªa el Partido Comunista. En sus redes sociales, los chinos los han bautizado como ¡°Los Juegos de la Involuci¨®n¡±.
Podr¨ªamos necesitar la misma palabra si los de 2030 llegan a celebrarse en el Pirineo. Formada por los caracteres ¡°adentro¡± y ¡°dar vueltas¡±, neijuan, el t¨¦rmino chino para ¡°involuci¨®n¡±, ha sido una de los palabros m¨¢s populares desde 2020 en China, un meme que describe el sentimiento de la nueva generaci¨®n que se siente atrapada en una rueda de h¨¢mster tecnocr¨¢tica. Si los Juegos de Pek¨ªn 2008 cargaban cierta esperanza de que las d¨¦cadas de progreso econ¨®mico culminaran con un progreso pol¨ªtico, en forma de derechos humanos, apertura al mundo, qui¨¦n sabe si democracia, los ¨²ltimos a?os han borrado estas ilusiones. Se ha fortalecido la mano de hierro con la que el Partido controla la esfera digital, se ha ahogado la democracia en Hong Kong, y Xi Jinping, que si no hay sorpresas abolir¨¢ la limitaci¨®n de mandatos para seguir liderando la naci¨®n, se ha convertido en un nuevo Mao. Los millenials chinos hablan de involuci¨®n porque viven en una feroz competici¨®n econ¨®mica sin aspiraciones pol¨ªticas en las que volcar los human¨ªsimos anhelos de sentido, agencia y horizonte.
En teor¨ªa, una democracia como la que existe en Espa?a deber¨ªa servir para canalizar esas aspiraciones sin que se embotellaran. Pero est¨¢ ocurriendo justo lo contrario. La vibraci¨®n de posibilidades del 15M han sido asimilada por el statu quo a la velocidad de la luz, con un Podemos en ca¨ªda libre en las encuestas desde su disoluci¨®n en el PSOE. Ese malestar que ha migrado buscando respuestas en la extrema derecha de Vox y Ayuso podr¨ªa ser perfectamente desactivado por el centrismo de N¨²?ez Feij¨®o sin que las causas reales sean atajadas. Y en Catalu?a la soluci¨®n independentista ha desaparecido, con Esquerra y Junts m¨¢s deseosas de competir entre ellas por el favor del PSC que por el derecho a la autodeterminaci¨®n. La hostilidad ante la candidatura de los Juegos de Invierno, que en condiciones normales deber¨ªan ser el ep¨ªtome de la ilusi¨®n, es la hija de estas esperanzas de transformaci¨®n cortocircuitadas.
Pero la l¨®gica de la involuci¨®n es m¨¢s oscura que la del simple desencanto. Desarrollada por el antrop¨®logo Clifford Geertz en un estudio de las heridas coloniales en Indonesia, la involuci¨®n es la din¨¢mica en la que cae ¡°una cultura que no puede adaptarse o expandir su econom¨ªa, por lo que el desarrollo solo comporta mayor complejidad y mayor ineficiencia¡±. Geertz demuestra c¨®mo un incremento en la inversi¨®n econ¨®mica no trae m¨¢s riqueza ni m¨¢s justicia social si no va acompa?ado de un desarrollo end¨®geno de instituciones y regulaciones a la altura. En otras palabras, sea en China, Indonesia o Espa?a, una sociedad sin las heridas cosidas de abajo arriba, con un proyecto de pa¨ªs compartido y validado democr¨¢ticamente, no solo no aprovechar¨¢ las inversiones que le lleguen de fuera, sino que lo m¨¢s normal es que involucione
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