?Por qu¨¦ nos gustan ¡®Los Bridgerton¡¯?
Ellos lo tienen todo: sexo, lujo, pasi¨®n, ropa bonita, poco trabajo¡ y ¨¦xito de audiencia. Pero, ?hasta cu¨¢ndo vamos a seguir devorando serie tras serie?
¡°Es un culebr¨®n de manual, con un look estiloso, moderno. Un impecable twist a la telenovela de toda la vida. Siguiendo la receta patentada por Shonda Rhimes, que ya ha demostrado con Scandal y Anatom¨ªa de Grey que sabe c¨®mo manejar perfectamente repartos amplios donde todo el mundo (la audiencia) encuentra su propio espejo. Series llenas de giros, cliffhangers (finales en suspenso) y paparruchas de todos los colores, m¨¢s adictivas que la coca¨ªna porque son la madre de todos los placeres culpables: no puedes dejar de mirarlas porque necesitas saber qu¨¦ gilipollez va a suceder a continuaci¨®n¡±.
Una tarde cualquiera de Semana Santa, Toni Garc¨ªa Ram¨®n, escritor y periodista, responde as¨ª a la pregunta de qu¨¦ le parece la serie de Los Bridgerton. La cuesti¨®n tiene trampa porque la persona que pregunta ha consumido fervientemente (y en tiempo r¨¦cord) la serie. Con resultados muy positivos. Ellos, Los Bridgerton, lo tienen todo: sexo, lujo, pasi¨®n, ropa bonita, poco trabajo¡ y capacidad para que te entren ganas de seguir cap¨ªtulo a cap¨ªtulo. Hasta el fin. Ellos viven pendientes de salir en la revista de cotilleos mientras nosotros vivimos enganchados a la telara?a de las redes sociales. Los Bridgerton son, en definitiva, otra serie que a?adir a la lista. Suma y sigue. Y mientras llega la tercera temporada, ya prometida por Netflix, zapeamos entre plataformas en busca de otra propuesta que devorar.
La primera temporada de Los Bridgerton logr¨® el t¨ªtulo de la serie en lengua inglesa m¨¢s vista de la historia de Netflix, con 625 millones de horas vistas en sus primeras cuatro semanas en el servicio. Porque ahora, la audiencia se mide en horas vistas. ?Qu¨¦ lejos queda aquello de esperar al domingo a las 22 horas para ver el cap¨ªtulo de Dallas embutido en 1.000 anuncios! (?y qu¨¦ antigua queda esta frase!). Yo ya veo poco la televisi¨®n. Sobre todo consumo series. ¡°Yo nunca he visto la televisi¨®n¡±, a?ade el ni?o sentado a mi lado. ¡°Solo la abuela mira los programas de la tele¡±.
?En qu¨¦ momento abandonamos la tradicional parrilla para lanzarnos sin protestar a la ingesta desenfrenada de series? La forma de consumir cambi¨® hace ya alg¨²n tiempo, pero la pandemia lo aceler¨® todo. Y lo consolid¨®. ?Cu¨¢nto tiempo puede este modelo ¡ªy nuestras brillantes mentes¡ª resistir este consumo desenfrenado sin l¨ªmites de espacio/ tiempo? Garc¨ªa Ram¨®n sigue escribiendo: ¡°Inevitablemente, se producir¨¢ un colapso, pero a¨²n se me antoja lejano. El modelo de una serie para cada espectador es una de las chaladuras m¨¢s grandes que ha visto el mundo desde la pizza con pi?a. No hay manera de sostener un patr¨®n de este tipo y al final el espectador buscar¨¢ economizar con plataformas que se ajusten a sus necesidades. Nadie puede gastarse 80 euros en entretenimiento y Darwin va a tener raz¨®n de nuevo: habr¨¢ fusiones y cadenas que se desvanezcan y nuevas l¨ªneas de producto, pero no todos sobrevivir¨¢n. De momento, Netflix lleva las de ganar, pero Disney + es un adversario brutal¡±.
Ahora mismo Netflix y Amazon Prime Video son los servicios m¨¢s utilizados por los espectadores espa?oles de las plataformas, seg¨²n el primer informe de VOD Analytics. Netflix es la plataforma que m¨¢s veces han mencionado los participantes, y un 72% de ellos asegura ser usuarios o suscriptores de ella. Le sigue de cerca Prime Video, mencionada por el 67,8%. M¨¢s lejos, aunque con un porcentaje bastante significativo, se sit¨²an HBO Max (31,3%) y Disney+ (29,4%).
?Por qu¨¦ series? El profesor de IESE, Eduard Calvo, explica que ¡°no solo (en general) son m¨¢s baratas de producir que las pel¨ªculas, sino que, al trocear una historia en cap¨ªtulos que cada cual puede digerir a su ritmo, su consumo social se viraliza y, si triunfan, el concepto se puede estirar produciendo m¨¢s temporadas. Este modelo acorta el ciclo de vida del contenido: ver la serie del momento de hace tres meses no es cool, todos queremos formar parte de la conversaci¨®n sobre el contenido de moda. Pero convertir el contenido en moda, tiene tres problemas. ¡°El primero es que Netflix debe alimentarse constantemente de nuevo material, incurriendo en costes de adquisici¨®n/producci¨®n de nuevos t¨ªtulos que pueden llegar a hacer insostenible su modelo de negocio¡ªes como un buf¨¦ libre al que constantemente se le a?aden m¨¢s y m¨¢s platos.
El segundo es que la calidad del producto tiende a disminuir cuando la presi¨®n por incluir m¨¢s, y m¨¢s, y m¨¢s aumenta. El ¨²ltimo es quiz¨¢s el m¨¢s importante: el acto de ver una buena pel¨ªcula o serie pasa de ser una actividad fundamental para nuestra formaci¨®n cultural a ser un acto reba?izante, carente de cualquier poso duradero en nuestra personalidad y actitud vital¡±. Y poco despu¨¦s de la reflexi¨®n del profesor Calvo llegan los datos de Netflix. Este mi¨¦rcoles la compa?¨ªa se desplom¨® en torno a un 40% en Bolsa tras presentar sus peores n¨²meros en una d¨¦cada. Por primera vez en ese tiempo pierde suscriptores, concretamente 200.000. Y las expectativas no son buenas: calcula que se quedar¨¢ sin otros dos millones en el segundo trimestre.
Mejor vuelvo al sal¨®n de baile del Londres decimon¨®nico. A los tules y al maquillaje perfecto. A las miradas y a los largos silencios. Como dec¨ªa una espectadora en las redes: ¡°Yo soy feminista empoderada con el amor rom¨¢ntico deconstruido hasta que veo Los Bridgerton y me dan ganas de que un vizconde me declare su amor en medio de un rosal¡±.
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