Madres al l¨ªmite
La periodista Bego?a G¨®mez publica ¡®Las abandonadoras¡¯, relatos biogr¨¢ficos de mujeres que han abandonado a sus hijos
?C¨®mo alguien puede pensar en abandonar a su hijo? ?C¨®mo alguien puede escribir un libro sobre madres que abandonan a sus hijos? En cuanto a lo segundo, alguien puede: Bego?a G¨®mez Urzaiz, periodista de 41 a?os. A las madres que abandonan a sus hijos las llama Las abandonadoras y as¨ª titula la obra. ¡°Me di cuenta de que me obsesionaba esa idea desde que era ni?a, me incomodaba esa pregunta¡±. Una reflexi¨®n antes de seguir con la cr¨®nica: si el libro vende mucho o se convierte en serie de Netflix, la periodista se podr¨ªa plantear tener el tercer hijo. Porque la maternidad tambi¨¦n es cuesti¨®n de dinero, seg¨²n apunta G¨®mez. ¡°Yo escribo desde una clase media precarizada. Hay que hablar del dinero y su impacto en la maternidad¡±.
La autora de Las abandonadoras (Destino) busca dibujar esta realidad a trav¨¦s de relatos biogr¨¢ficos de mujeres madres que viven la maternidad al l¨ªmite. Gente como Merc¨¨ Rodoreda, Doris Lessing y Gala Dal¨ª. Rodoreda, por ejemplo, se cas¨® con su t¨ªo carnal. Tuvo un hijo. Se separ¨®. ¡°Es una historia impactante. Ella se fue al exilio y no se llev¨® al ni?o. Para ella, la guerra fue una oportunidad de dejar atr¨¢s su matrimonio roto. Despu¨¦s es una historia oscur¨ªsima. Seg¨²n Anna Muri¨¤, ella dijo de su propio hijo al nacer: ¡®Tant de b¨® es mor¨ªs¡¯. Es una historia muy dura¡±, explica G¨®mez. Merc¨¨ Ibarz, autora de Retrat de Merc¨¨ Rodoreda (Emp¨²ries), asegura que en su libro no juzga a la escritora Rodoreda: ¡°Insisto en que no sabemos gran cosa de la generaci¨®n de hijos como el suyo. Hablar de la maternidad en t¨¦rminos no convencionales, por lo que veo, cuesta mucho. Pere Calders dej¨® un hijo. Armand Obiols, una hija, pero de ellos no se habla ni se investiga¡±. Y ah¨ª est¨¢ tambi¨¦n la clave. Este texto se centra solo en las mujeres, porque no habr¨ªa caracteres suficientes si nos centr¨¢ramos en los padres. Famosos o no. ¡°La inmensa mayor¨ªa de mujeres que se tienen que separar de sus hijos lo hacen sencillamente por dinero. Nos rodean, est¨¢n por todas partes y tienen historias muy importantes¡±.
No pienso en escritoras ni en mujeres de otro tiempo cuando leo el libro de G¨®mez. El primer caso que conoc¨ª, y ah¨ª reconozco que durante la infancia (y despu¨¦s) consum¨ª revistas del coraz¨®n, es el de Carmen Mart¨ªnez-Bordi¨², la niet¨ªsima. Se enamor¨® de otro hombre, el anticuario franc¨¦s Jean Marie Rossi, y se fue a Par¨ªs dejando a sus hijos en Madrid. En las infinitas apariciones en medios, ella siempre neg¨® el abandono: ¡°Luch¨¦ por la custodia compartida porque ten¨ªa dos hijos. Antes no daban la custodia a la madre si ten¨ªas dos hijos, si hubieran sido chicas me la hubieran dado a m¨ª¡±. Mujeres famosas juzgadas alegremente por opinadores y tertulianos caseros. Y tambi¨¦n, en demasiadas ocasiones, por otras mujeres. El caso de Kate McCann, la madre de Madeleine McCann: ¡°V¨ªctima durante muchos a?os del mismo prejuicio: se escribieron art¨ªculos sobre el hecho de que se cambiaba demasiado de ropa y se pon¨ªa coleteros de colores en el pelo mientras buscaba a su hija desaparecida¡±, subraya G¨®mez.
Existe la man¨ªa creciente de etiquetar a las madres: la helic¨®ptero, la leopardo, la tigre; simplemente son formas de afrontar la maternidad. G¨®mez se hace otras preguntas: ?Por qu¨¦ da tanto miedo la idea de que una madre, durante un rato, quiera hacer que no lo es? El libro est¨¢ marcado por la profesi¨®n de la narradora, el periodismo. ¡°Es una profesi¨®n igual de complicada que otras para ser madre, pero es la m¨ªa y hablo de ella. Es sorprendente que, para ser una profesi¨®n tan feminizada, la maternidad est¨¦ tan penalizada y que, muchas veces, no exista. La primera vez que llegu¨¦ a una redacci¨®n me di cuenta de que all¨ª todos los hombres ten¨ªan hijos y las mujeres no y, es m¨¢s, no los iban a tener. Nadie hab¨ªa pedido nunca una baja maternal. Porque para tener hijos te ibas. Los hombres s¨ª ten¨ªan hijos, pero nadie sab¨ªa d¨®nde estaban, nadie los ve¨ªa, hijos que alguien estaba criando en alg¨²n lugar. Cuando yo ten¨ªa un ni?o enfermo nunca lo dec¨ªa, buscaba otras excusas antes de reconocer que el beb¨¦ estaba a 40 de fiebre. No quer¨ªa que me vieran como una madre, una madre deval¨²a¡±. Lo afirma tajante. Lo reafirma. Aunque se lo discuto. G¨®mez asegura que con el segundo hijo se acaba la posibilidad de enga?o. ¡°Con dos hijos, el mundo te percibe como una madre sin remedio¡±.
Le pregunto si ella cree que es mejor madre que su madre. ¡°Somos m¨¢s neur¨®ticas, m¨¢s autointerrogadoras, m¨¢s cansadas, lo estamos viviendo con m¨¢s angustia, hemos pensado m¨¢s en ello, ellas no pensaban tanto y actuaban¡±. El debate se abre en la redacci¨®n. Rebeca Carranco, periodista de EL PA?S y que acaba de tener una ni?a, asegura: ¡°Somos mejores madres en la medida de que no somos exclusivamente madres, como al menos mi madre se vio obligada a ser, sin que eso la llenara. Y ese tipo de cosas se notan y sin querer lo transmitimos a nuestros hijos. Quiz¨¢ por ego¨ªsmo pienso que cuanto m¨¢s felices seamos nosotras m¨¢s felices ser¨¢n nuestros hijos. Y hoy, por suerte, la mujer es mucho m¨¢s libre de elegir la vida que quiere¡±. Y mientras tanto, yo pienso en silencio: ¡°Ojal¨¢ que sea la mitad de buena madre que la m¨ªa¡±.
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