Barcelona limpia y libre
Dejen de fumar y no tiren colillas de acetato de celulosa al suelo; lleven una vida razonablemente sana si creen que deben hacerlo as¨ª; y no ensucien las calles de Barcelona
De nuevo la suciedad en la ciudad es uno de los dos problemas que, al parecer, m¨¢s preocupan a los barceloneses -el otro es la inseguridad-, por m¨¢s que el Ayuntamiento lleva casi dos a?os abord¨¢ndolo con un plan de choque y mucho, mucho dinero. Gran parte de la suciedad desaparecer¨¢ poco a poco con el declinar de los motores t¨¦rmicos en casi una generaci¨®n. Mucho del resto depender¨¢ de nuestros h¨¢bitos y hay tres muy b¨¢sicos: no tirar comida, ni papeles, ni colillas. Es as¨ª de sencillo, aunque me temo que nos puede costar m¨¢s de una generaci¨®n, pues se trata de educar, de ser educados, algo costoso, lento. La tentaci¨®n de las autoridades es prohibir, reducir ¨¢mbitos de libertad, siempre m¨¢s sencillo que educar.
La plaza de Catalunya es la m¨¢s conocida del Principado. Tambi¨¦n es una de las m¨¢s sucias, est¨¢ llena de ratas. Hay un cuarto de mill¨®n de ratas en Barcelona: ratas negras, temibles, que transmitieron la peste negra; ratas grises, de alcantarilla, las m¨¢s grandes; y luego est¨¢n los ratoncillos dom¨¦sticos. Bastantes ratas bullen en las tres hect¨¢reas de la plaza, pues all¨ª encuentran comida, la que tiramos al suelo o depositamos de mala manera en papeleras abiertas. La Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona tiene ahora 18 puntos de control en la plaza, pero Carme Borrell, su gerente, dice que mientras algunas gentes vayan dejando o tirando restos de comida en la plaza y en sus papeleras, el problema tiene mala soluci¨®n: quitas una rata y viene otra. Adem¨¢s, los cebos rodenticidas anticoagulantes afectan a especies que no son objetivos, como los jabal¨ªes, creando as¨ª un problema adicional. Hay alternativas, desde la contaminaci¨®n bacteriana hasta productos como el colecalciferol, de la BASF (Selontra), que carece de bioacumulaci¨®n y, por tanto, de toxicidad secundaria. Pero evitar la cuesti¨®n b¨¢sica est¨¢ primariamente est¨¢ en nuestras manos evitarla y, desde luego, minimizarla, no deber¨ªa de ser tan dif¨ªcil: basta con no tirar comida, ni a la calle, ni a las papeleras.
Los papeles, por supuesto, a las papeleras: tirarlos al suelo es casi de bobos. En esto, la mejora de la limpieza en la ciudad ha sido notable en los ¨²ltimos a?os, uno encuentra menos papeles en el suelo, tambi¨¦n menos bolsas, menos botellas. No vamos mal.
Luego est¨¢n las colillas. En Catalu?a fuma casi la mitad de su poblaci¨®n de entre 25 y 34 a?os y m¨¢s de un tercio de la que tiene entre 35 y 44. Arrojar la colilla al suelo y pisarla luego son gestos casi inconscientes de muchos fumadores, pero se han de acabar, saldr¨ªamos ganando. Durante la fase m¨¢s acuciante de la pandemia de la covid, en verano de 2020, las autoridades prohibieron fumar en la calle si no se pod¨ªa mantener la distancia de seguridad de dos metros y ahora han prohibido fumar en las playas.
Uno, que fum¨® de joven, dej¨® de hacerlo hace muchos a?os, pero no tiene la fe del converso. Nadie en su sano juicio discute hoy que el tabaco es nocivo para la salud, adem¨¢s de manifiestamente sucio. Pero los juristas solemos insistir en que es mejor educar que prohibir, en que, al menos, hay que intentar lo primero antes de probar lo segundo. De los excesos regulatorios hay muchos ejemplos hist¨®ricos. En Estados Unidos, durante la denominada Progressive Era, entre 1890 y 1930, hasta quince Estados introdujeron prohibiciones severas de fumar. Una de las m¨¢s llamativas afectaba a las mujeres. Por eso, aunque hoy parezca extra?o, una reivindicaci¨®n temprana del primer feminismo fue que las mujeres pudieran fumar libremente. Y, de hecho, una de las series de videos m¨¢s fascinantes que ustedes pueden ver en You Tube es Women Smoking in Film (Partes 1, 2 y 3). Hoy es pecado, claro, y la m¨ªa, incorrecci¨®n pol¨ªtica imperdonable por recalcitrante. Ya s¨¦ que las compa?¨ªas tabaqueras tuvieron que ver en el auge de los cigarrillos, tanto como el regreso de los soldados americanos de la Primera Guerra Mundial. Pero prohibir fumar a las mujeres (entonces), o prohibir hacerlo a los nacidos desde 2008 (como pretende ahora Nueva Zelanda) ser¨ªa hoy y en nuestro pa¨ªs sencillamente inconstitucional. Dejen de fumar y no tiren colillas de acetato de celulosa al suelo, que tardan diez a?os en degradarse; lleven una vida razonablemente sana si creen que deben hacerlo as¨ª; y no ensucien las calles de esta ciudad. Pero muchos todav¨ªa creemos que Barcelona, adem¨¢s de cada vez m¨¢s limpia, ha de seguir siendo libre.
Pablo Salvador Coderch, catedr¨¢tico em¨¦rito de derecho civil de la Universitat Pompeu Fabra.
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